Sueños forzados

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"Tras la vereda, el monstruo muestra sus deseos, aquellas pesadillas poco a poco son reveladas"

- Creo que ya va siendo hora de cambiar de lugar - menciono como si no fuera importante.

- Pero todavía no se acaba el mes apenas llevamos 3 semanas - mencione confundida.

- Si usted desea quedarse Berit, seguiré pagando la habitación - me miro directo a los ojos.

- No es eso, solo que - me puse algo nerviosa - a ¿Dónde iremos? - ladee mi cabeza.

- Ya lo tengo todo planeado - su voz era tan serena y apacible.

Después de ello comencé a hacer mis maletas, tras buscar mis cosas halle una bolsa, la curiosidad me ganaba y al abrirla un poco me di cuenta que era una peluca, relativamente aquello me parecía extraño, la ropa y luego esta peluca de alguna manera algo no parecía estar bien o tenía un simple fetichismo.

Lo ignore sin preguntar algo al respecto, eran cosas de él y aunque deseaba saber, si no me lo contaba, no podía obligarle puesto yo era una intrusa en su vida. El atardecer llego y Johan entro a la habitación de nuevo.

- Hay algo que debo decirle Berit - se mostró serio ante la situación, voltee a verlo atenta - pero no aquí, salgamos - tras aquello cerré mi maleta y algunas bolsas para salir a caminar con él por la noche.

Tras aquello llegamos a un parque solitario, debido a la oscuridad donde solo se miraban aquellas lámparas de calle palpitantes debido al mal mantenimiento, nos sentamos en una banca, pensaba que quizás era el momento, el momento de morir y seria en sus brazos.

- ¿Qué sucede? - le mire confundida.

- Lo has visto a través de mis ojos - menciono el mirándome directamente a los míos - sabes bien que no vine de vacaciones a este lugar ¿no es así? - se notaba la seriedad en su tono de voz - yo, yo soy un monstruo - sus cabello rubio se desordenaba con el viento.

- No me importa eso, sé que usted no quiere estar solo, además, además sigue siendo un ser humano - reitere agachando la mirada.

- Quizás no lo comprenda, pero no sabe en la gravedad que se está metiendo, yo no soy de fiar y por más que se lo diga eres la única que no sale ante esto - su mano se posó en mi rostro levantándolo para mirarlo directo a los ojos - será que usted es la diosa de la muerte, aquella que no importa que persona sea, porque lo único que es igual para todos es la muerte y usted no discrimina a un monstruo como yo para estar a su lado - aquello me sonrojo.

- Quiero saberlo todo de ti Johan - le mire determinadamente.

- Aunque deseara contárselo ni yo mismo se quién soy, no tengo nombre, no existo en este lugar, simplemente soy el fantasma del pasado que viene a cobrar venganza, por eso estoy aquí, en este lugar - separo su mano de mi rostro.

- Pero no sería mejor perdonar- le mire decidida - además un nombre es lo de menos, tu existes, tu eres real - tome sus manos - lo sientes, sientes mi calidez, porque yo siento tus manos entre las mías, no eres una ilusión, tu existes y como ser humano cometemos errores pero hay que saber perdonar - sus ojos se abrían llenos de sorpresa ante mis palabras.

- Yo no puedo perdonar tan fácilmente, no puedo perdonar que hayan utilizado a los niños para sus experimentos en aquel orfanatorio, no puedo perdonar el hecho de que al final solo seamos experimentos para todos aquellos seres viles - me miro con firmeza - sé que me entiende Berit, sé que siente lo mismo que yo, el desprecio a los humanos, a los humanos que son egoístas, aquellos que de acuerdo a un estatus se creen superiores, sé que los odia, odia ese sentimiento de ver a todos diferentes cuando son iguales ante la muerte - el viento cada vez era más frio.

- Lo siento Johan pero yo soy igual que esa gente, yo no puedo querer a todos por igual, yo, yo quiero alguien por encima de los demás y soy egoísta al seguir con esos sentimientos - puse mi mano en el pecho cerrando los ojos con fuerza.

- Eso es imposible, nadie perdonaría a un monstruo como yo, mi sola existencia es perjudicial, yo no puedo seguir viviendo así, cuando todo esto termine, quisiera que usted - sus ojos eran suplicantes.

- Yo no podría matarle - me aleje de él- lo siento pero como le dije - agache la mirada - hay alguien a quien mis sentimientos son mayores por esa persona - mordí mi labio inferior para no hablar más sobre el asunto.

- Comprendo - volteo hacia la lejanía viendo la oscuridad.

- No por ello le dejaré solo - replique ante ello.

- Recuerde que a lo que viene a este lugar no es a pasar unas felices vacaciones - sabía lo que quería dar a entender.

- Si puedo hacerle cambiar de opinión ante la venganza con mi presencia estaré gustosa de estar a su lado - le sonreí amablemente.

- Tome - metió la mano en aquella chaqueta sacando una pistola - cuando usted lo desee - apunto su frente - puede dispararme - termino diciendo.

Ahora entendía muchas cosas, el había tenido un pasado turbio y aunque me lo explico a largos rasgos, sabía lo que buscaba, desaparecer por completo, eliminar a todos aquellos involucrados para tener aquel final que tanto deseaba la muerte misma.

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora