Referencias de ayer

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"A pesar de todo quería saber más, estar más cerca de ti aunque no podía verte ni tocar tu cuerpo"

Comencé a usar ropa de maternidad tras el pasar de los meses se notaba cada vez un poco más y faltaba poco para salir de la universidad mientras hacia mi tesis, las cosas se habían calmado, sabían que no podían mencionarme nada referente a Johan y ellos por ende no sabían de mi embarazo.

- ¿No has engordado un poco Berit? – rio ante ello Lotte.

- Supongo, no por nada uso esta ropa - reí ante ello.

A pesar de lo sucedido la relación de amistad seguía, aunque ya no con aquella confianza, seguía dedicándome a mi trabajo que no era nada pesado y a la escuela, a pesar de tener dinero en la cuenta que mi padre me había dejado, lo más conveniente era seguir viviendo moderadamente con mi sueldo y de esa manera ahorrar para irme lejos de todo al terminar mi carrera.

Quería saber más cosas sobre Johan, recordando que un libro había hecho que él se desmayara, pensé que podía tener relación con su vida, busque a Lotte, seguro ella sabía algo.

- Lotte – le mire con vergüenza - sabes que libros - ella al verme en esa situación lo dedujo.

- El libro que leyó Johan ¿no es así? Se llama monstruo sin nombre - dio un suspiro- tengo un ejemplar en casa y otros más del mismo autor, si deseas te los presto- me miro por debajo de aquellos lentes.

- Muchas gracias – sonreí ante ello.

- Aun, aun - dijo temiendo aquella voz femenina - estas enamorada de él ¿no es así? - su semblante cambio a ser más serio.

- Él no era malo Lotte, debes entenderlo, él - suspire cansada – solo buscaba una salvación a su agonía, quiero comprender más sobre ella – mire aquel cielo azul.

- Vamos a mi casa, te los presto ya mismo - me guiño el ojo alegremente.

Me dio aquellos libros, era cuentos cortos para niños, todos tenían nombres de autores diferentes, pero al abrirlos te dabas cuenta que era la misma persona, puesto su narrativa y aquellos dibujos parecían ser del mismo autor.

Lotte me miro graciosa, ante mi desconcierto, tomo uno de los libros, lo puso en su hombro y me vio atenta.

- Nina me dijo que no le contara a nadie, pero por ser tú, te lo diré - dio un largo suspiro- todos estos libros son de Klaus Poppe - dio una pausa dudando - veras, como empezar - se notaba nerviosa - estos libros son para lavar el cerebro de las personas, el daba clases de lectura en la mansión de las rosas rojas y Klaus fue quien inicio todo este caos, él ahora está muerto – dio un largo suspiro.

- Es por ese escritor lo que Johan fue - la melancolía se dejaba escuchar ante mi voz desahogada.

- Si, quizás leyendo esto, tu quien pasaste un tiempo a su lado logres comprenderlo más - termino diciendo Lotte desanimada.

Me despedí de ella y me dirigí a leer aquellos cuentos:

El monstruo sin nombre

"Hace mucho, mucho tiempo, en un país muy lejano vivía un monstruo sin nombre. El monstruo deseaba un nombre. Y lo deseaba tanto que apenas podía pensar en nada más. Un día el monstruo emprendió un viaje para buscar el nombre que tanto anhelaba. Pero el mundo es demasiado grande. Y por ello el monstruo decidió dividirse en dos. Una mitad se fue al este. Y la otra, hacia el oeste.
La mitad del monstruo que había ido al este encontró pronto una aldea
Oye herrero, quiero que me des tu nombre -lanzó el monstruo
¿Pero qué tonterías dices? No pienso dártelo -replicó el herrero, incrédulo.
Si me das tu nombre, me introduciré en tu cuerpo y te otorgaré toda la fuerza que te falta -prometió el monstruo.
¿En serio? Bueno, pues si de veras vas a hacerme más fuerte, adelante es tuyo– respondió el herrero.
Entonces el monstruo se introdujo en el cuerpo del hombre.
A partir de ese momento el monstruo se convirtió en Otto el herrero.
Otto era el más fuerte de la aldea, sin embargo un día...
Mírame... mírame... ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
El monstruo que tenía mucha hambre se había ido comiendo al herrero hasta acabar con él. Y así fue cómo se quedó otra vez sin nombre.
Al poco tiempo, lo intentó con un zapatero llamado Hans.
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
Al comérselo volvió a quedarse sin nombre.
Lo intentó también con un cazador llamado Thomas, pero...
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
Como era de esperar se lo comió también y volvió a quedarse sin nombre.
Al final, el monstruo decidió buscar un nombre en el interior del castillo.
Si me das tu nombre, pequeño, yo te haré tan fuerte como un roble -le dijo el monstruo al príncipe del castillo.
Si logras que me recupere y me hace un niño sano y fuerte, mi nombre es tuyo-replicó el príncipe enfermo.
Y así fue cómo el monstruo se introdujo en el interior del príncipe.
Y éste se curó milagrosamente.
El Rey estaba de lo más contento.
¡El príncipe se ha curado! ¡El príncipe se ha curado! -se regocijaron todos.
Al monstruo le gustó el nombre del príncipe. Y la vida en el castillo le gustó también. Por eso, y aunque se moría de hambre, hizo esfuerzos por contenerse.
Un día tras otro, cuando le acechaba el hambre se contenía y esperaba paciente a que pasara.
Pero un día el hambre era tan acuciante que el monstruo no pudo más...
Mírame... mírame... ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!
Y entonces se comió al Rey y a toda la corte de una sentada.
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!

Un día el principito huérfano se encontró a la mitad del monstruo que había ido hacia el oeste.
Ya tengo nombre. ¿Sabes? Un nombre muy bonito.
El monstruo que había ido hacia el oeste le dijo:
¿Para qué sirve un nombre? Sin nombre también se puede ser feliz. Mírame a mí, soy un monstruo sin nombre.
Y entonces el príncipe se comió al monstruo del oeste. Pero se sintió muy, muy triste:
Cuando por fin había conseguido un nombre...
...no queda nadie que me llame para recordármelo... con lo bonito que es mi nombre... Johan.."

Después de ello entendí una parte de Johan, el simplemente buscaba su identidad, sintiéndose como aquel monstruo, quizás como él había dicho no tenía nombre, y todo gracias aquel hombre, fue que Johan se sentía perdido, tan perdido en la inmensidad sin tener identidad, por ello él decía que no existía.

El dios de la paz

"El Dios de la Paz está siempre ocupado. Apenas tiene tiempo de mirarse al espejo, se pasa el día tocando su trompeta. La trompeta del Dios de la Paz hace feliz a la gente.

El Dios de la Paz está siempre ocupado. Apenas tiene tiempo de mirarse al espejo, porque esparce un agua misteriosa. Del agua nacen verdes montañas que se pueblan de árboles y de hermosas flores.

El Dios de la Paz está siempre ocupado. Apenas tiene tiempo para mirarse al espejo, en vez de eso le pone nombre a la gente.
- "Tú te llamarás es Otto."
- "Tú te llamarás Hans."

"Tú Tomas."
- "Y tú serás... ¡Johan!".

Para darle las gracias al Dios, Johan le regala su sombrero. El Dios de la Paz está muy contento, quiere ver cómo le sienta el sombrero y por primera vez se mira en un espejo.

Pero lo que ve en el espejo es el diablo. Y el diablo del espejo le dice: - "Tú eres yo... y yo soy tú". - "¿Qué voy a hacer ahora? - se pregunta. "Este diablo no dejará en paz a la gente! ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer ahora?"

Ahora comprendía su petición, aquella donde la pistola posaba en mis manos, el quería acabar con aquel tormentos, aquellos demonios en su interior, mis lágrimas comenzaban a salir tras aquellos recuerdos, comencé a sentir nostalgia y dolor al pensar en todo lo que él estaba sufriendo, lo que había vivido antes de conocerle.

Mis lágrimas eran cada vez más evidentes, el dolor que Johan tenía cada vez me invadía en mi alma, aquel dolor que inclusive mis hijos sentían sin aun haber nacido porque tanto amaba a su padre como la bendición que me había dejado, mostrando aquella vida dentro de mí."

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora