Todo cambia

1.7K 165 7
                                    

"Y el  ángel más hermoso, se transformó  en satanás gracias a su soberbia"

La mirada de Johan había cambiado por completo, una mirada llena de frialdad, algo que no lograba comprender en lo más mínimo. Estaba absorto  a su alrededor  como si  rebuscara dentro  de el mismo algo que necesitaba algo que había olvidado, quizás su propio pasado.

Me había dado cuenta que yo no  sabía nada de él, pero Johan  sabía todo  sobre mi, todo sobre mi pasado  y aquello que tarde o  temprano descubriríamos juntos para ver si  aquellas palabras que me había dicho  eran en su totalidad ciertas aunque  estaba convencida que era verdad salida de los labios  de Johan,  quería pensar que no  era del  todo  así.

Era muy difícil  que  realmente nos viéramos,  entre ser el  asesor de Schuwald,  tenía mucho  trabajo que hacer durante  ese tiempo,  los  estudios  y los trabajos  lo  estaban consumiendo al no poder vernos nunca como lo hacíamos habitualmente los cuatro.

-          Desde que Karls confeso  ser el hijo  de Schuwald ya no puedo pasar tiempo con  el -  menciono  cansada Lotte ante todo.

-          ¿Él ya sabe sobre tus sentimientos? – voltee a verle mientras caminábamos juntas a la escuela.

-          Supongo que debe sospecharlo -  se encogió  de hombros llena de duda.

-          Es el problema Lotte, si  él no  sabe nada lo ignorara, quizás le gustes pero viéndolo bien es muy tímido – di un largo suspiro -  además  imagínate la emoción  de encontrarse con su padre y poder estar como tal – le sonreí.

-          Pero ya he dado muchas señales -  me miro  con  el  ceño  fruncido-  además tu  estas en las mismas,  debes tener un poco  de comprensión  - se cruzó  de brazos.

-          ¿En  las mismas? ¿A qué te refieres? – le mire llena de curiosidad.

-          No  creas que no  te he observado,  tú y Johan  están muy "apegados" – hizo énfasis en la última palabra – sobre todo se te notaba desde el inicio que él te gustaba, hasta temblabas del nerviosismo ¿o me lo  vas a negar? -  se acercó  más a mí con  aquel  ceño fruncido.

-          Solo somos amigos – le sonreí -  es imposible que entre él y yo haya una relación – mencione con  gran tranquilidad.

-          Así  que te diste por vencida Berit -  relajo los músculos de su  rostro -  veras -  dio un  largo suspiro -  Con las únicas mujeres que habla  en contigo  y conmigo, sería imposible si  yo fuera la enamorada, pero no  es así,  eres hermosa Berit, inteligente y con  educación,  eres lo que todo hombre busca y por supuesto Johan no  se queda atrás, no  es normal que tenga esa cercanía con  alguien – intentaba dar ánimos a sus inconclusos.

-          Es imposible Lotte, solo somos amigos, no hay nada más detrás de todo  esto – seguía en aquella tranquilidad.

-          Yo opino que serían una linda pareja -  mostro una gran sonrisa.

-          Lo mismo digo  de ti  y Karls -  sonreí  ante ello.

Pasaron las clases, luego el  trabajo  y al  llegar a casa me acosté  mirando el  techo,  aquellas palabras de Lotte  habían estado rondando por mi mente, si bien  era cierto,  Johan  era el hombre que toda mujer deseaba, refinado, respetuoso, elegante con  una buena educación,  caballeroso, amable,  inteligente, audaz, y porque no  admitirlo un sujeto sumamente atractivo,  era un hombre perfecto, era todo lo que yo buscaba en una pareja,  respetuoso  e inteligente, pero ante ello había algo. 

Algo que te decía que tanta perfección no podía existir y quizás, solo quizás estaba ligado  a su pasado, tenía curiosidad mas no quería indagar y lastimar aquella persona que  se mostraba fuerte e imponente pero como todo  ser humano  teníamos  debilidades.

Además había algo que me preocupaba más que el  tener una pareja,  era saber la verdad tras mi madre, ir a enfrentarla y creer que se había arrepentido  ante ello  y me aceptaría como su hija.

Me había enterado  de que Johan  había convencido  a Schuwald de donar todos los libros que tenía a la universidad, numerosos libros de economía y  novelas que tenía solo para el mismo. El afamado  vampiro  de  Baviera  accedió gustoso,  se deseaba ir al lugar, pero solo  se permitían  a personas de alto rango, burgueses, personas con una gran cantidad de dinero o poder.

Después de la escuela como siempre trabajaba en  aquel  café, había oscureciendo,  faltaban  dos horas para cerrar, cuando  veo entrar aquella cabellera rubia al  establecimiento.

-          Por fin  se deja ver -  menciono Anabelle dándome un codazo  en  el hombro -  espero poder  salir con  él -  se notaba cuanto le gustaba a Anabelle, Johan.

Yo solo  reí ante ello,  Johan  se mostraba serio  y pensativo, absorto  a su  alrededor, apoyando los codos en la mesa, posando las manos  frente a su boca, mirando hacia a fuera hasta que fue interrumpido  por  Anabelle mi compañera de trabajo.

Ella  por su parte tomo la orden  trayéndole un  café y un pequeño pie de queso. Note como algo me observaba a lo lejos, notando que eran aquellos ojos azules y profundos.

-          Quizás hoy le pida salir,  espero me acepte -  dijo con  gran ilusión  Anabelle.

Yo solo me limite a reír. Llego el momento  de cerrar, Johan seguía absorto en su lugar sin  haber terminado el pequeño pedazo dado y aquel  café. Anabelle y yo  nos fuimos  a cambiar, tras salir el  seguía en  el lugar, Anabelle se acercó  a él, Johan por su parte cortésmente se negó  y se levantó  del lugar, paso  a paso  se acercó  a mí.

-          ¿Puedo acompañarle? – su voz era tranquila.

-          Claro -  me sorprendí  ante ello.

Salimos  del lugar, Anabelle había quedado  enojada tras aquello,  su rostro lo  decía por completo, pues a ella le había gustado Johan  desde la primera vez que lo vio. Las calles estaban alumbradas por los faroles,  las estrellas brillaban con gran intensidad al igual que la luna llena, el silencio estaba a cada paso escuchando el viento y mi  respiración.

-          No he olvidado la promesa – menciono  tranquilo.

-          Lo  sé – mostraba una sonrisa.

-          Deberías ir preparando  tus maletas,  después de la inauguración  de la biblioteca  me iré de la ciudad – volteo  a verme – eso significa que iremos a  Bremer,  tenemos que tener todo preparado para irnos rápido y sin contratiempo -  sentía como mis ojos  ardían y se avecinaban  mis lágrimas , el volteo  a verme -  si no lo  deseas, puedes quedarte, yo de todos modos iré – menciono con  tal  frialdad.

-          Iré, yo quiero  saber la verdad – luchaba porque mis lágrimas no  salieran.

-          Si todo  sale bien, si  sale como  está planeado pronto lo  sabrás – tomo mi mano -  ya es momento de que  seas fuerte – la frialdad de sus manos helo las mías.

Me solté de aquel  agarre, el  camino fue lleno  de silencio hasta llegar a mi  casa,  el plazo para irme  era hasta la inauguración  quedaba aun  una semana, pero  esperaba con  ansias poder irme y saber la verdad ante mi  existencia.

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora