Desesperación

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"Si terminamos con la raíz podrás vivir, solo destruye, destruye aquello que comenzó todo, el monstruo que formo todo esto, dijo aquel monstruo que deseaba limpiar mis lágrimas"

Johan había conseguido los boletos , sin saber a dónde nos dirigíamos nos subimos en el tren, habíamos durado tantos días en las que dormíamos en aquel vagón cada uno en su asiento debido al cansancio o el aburrimiento, aunque ante ello siempre estaba alerta.

Johan siempre había sido un sujeto calmado y a la larga era una persona condescendiente ante ello, pero aquellos ojos habían cambiado, es como si viera el terror dentro de ellos, el odio en todo su esplendor y aunque el solo buscaba ayudarme, sabia de ante mano que esto no iba a salir bien.

- ¿A dónde nos dirigimos? - le mire atenta.

- Al origen - dio una sonrisa poco inusual.

- ¿Al origen? - le mire extrañada.

- Ya lo vera Berit - sus ojos mostraban hostilidad pura.

Al seguir el camino logre ver lugares conocidos, tan conocidos para mi puesto hasta hace poco había salido de este lugar, estábamos en Berlín, comencé a temblar, solo esperaba que Johan buscara que hablara con mi padre sobre lo que acaba de enterarme.

Tras ello nos fuimos a un hotel, yo no estaba lista para verle la cara a mi padre, mientras tanto Johan hablaba por teléfono a solas, quizás cosas de negocios, no lo sabía exactamente.

Paso la semana, no podía ni siquiera salir de la habitación por miedo a encontrarme a mi padre, eran las 6 de la tarde cuando Johan llego con un rostro cambiante, serio y sarcástico a la vez, algo de ello me daba mala espina.

- Es momento a que lo enfrentes - me miro a los ojos.

- ¿Enfrentar?- le mire temerosa.

- A tu padre - tomo mi mano, mi cuerpo temblaba.

- Pero aun no estoy lista - dije entre cortada la voz debido al miedo.

- Es ahora o nunca, es momento de terminar - su mirada se suavizo- no me gusta verle así Berit - le seguí ante ello.

Era extraño, mi padre estaba temprano en casa debido a las luces prendidas, tocamos la puerta, comencé a sentir miedo, resentimiento debido a lo ruin que había sido aquel señor al violar a una mujer.

Salió un sujeto bien vestido alto y joven de cabello rojo amarrado en una coleta, el traje que llevaba era de un mayordomo, pero algo me era extraño pues antes de irme de la casa no había ningún trabajador más que aquella sirvienta joven que mi padre había contratado tras despedir a la vieja.

- El señor le espera - dijo con una voz gruesa.

Entramos a aquella casa la que fue mi hogar, con decoración elegante y tan grande que siendo yo sola en ese lugar me sentía tan pequeño, fuimos guiados por el joven, abriendo las puertas, mientras Johan llamo mi atención.

- Es momento de matar el origen - me entrego una pistola pequeña en la mano.

Mire aquel señor que era mi padre, amarrado, amordazado y vendado sus ojos llenos de terror, no pude hacer nada, deje caer la pistola y salí de ese lugar rápidamente, no podía creer lo que quería Johan que hiciera, no entendía aquella manera tan extraña y poco moral de su persona.

- No entiendo ¿Por qué no lo matas? Con ello se iría tu dolor y no tendrías como recordar - escuche aquella voz titubeante de Johan, algo extraño en él.

- Porque ante todo, no tengo derecho a quitarle la vida y porque después de todo él es mi padre - solté las lágrimas - porque como ser humano cometemos faltas graves y por ello, por ello existe el perdón, el perdón a uno mismo, el perdón a los demás , eso sería como matar el dolor, solo buscamos el perdón y por ello debemos perdonar - me limpie las lágrimas, mire sus ojos y solo podía ver como los abría de golpe como si le mostraran una revelación, algo nuevo, la verdad que el buscaba - vámonos de aquí- salí del lugar, con ello vi como Johan salía con los demás.

Tras aquello ya había dos lugares a los que jamás iba a poder regresar, Bremer donde vivía la mujer que me había dado a luz, Berlín donde había crecido y vivía aquel que se hacía llamar mi padre, solo quedaba el olvido y para mí era matar el origen mientras perdonaba todo lo que había pasado dejando que el tiempo haga olvidar a los demás y esperar a que perdonen el hecho de mi existencia.

El amor de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora