"Y solo queda purificar el alma, aquel que vaya en contra de Dios ardera en llamas, llamas que emergen desde lo más profundo del infierno"
Los días pasaron antes de la inauguración de la biblioteca ante la donación de libros de Schuwald. Un sábado al medio día, caminando por las calles sola, para comprar dicha maleta arreglar mis cosas y estar lista para irnos cuando Johan me dijera.
Caminaba por las calles sola cuando choque con una joven hermosa, cabello largo, lacio y rubio, un rostro angelical, una modelo tal cual. Era una chica sumamente hermosa, al voltear a verla, aquel rostro y sus ojos azules me recordaban a alguien, me recordaban a Johan, me era extraño, quizás podía ser una broma de él, aunque no le creía ser de ese tipo de personas.
- Disculpe- quede absorta al parecido.
- Perdón no me fije - volteo a mirarme con un leve sonrojo – mi nombre es Nina Fortner – menciono con cortesía.
- Soy Berit, Berit Hoffenlieb – le sonreí - ¿Qué la trae por esta ciudad? – le dije al verle como desubicada.
- Busco a alguien – menciono cabizbaja.
- Espero pronto le encuentre - entre más la miraba más parecida se me hacía a Johan.
- Lo mismo digo - se disponía a retirarse.
- Que tenga un buen día - me despedí de ella.
- Igualmente - me dedico una sonrisa sincera.
Tras aquello pensaba que si Johan fuera mujer seria la misma imagen de aquella turista, tras seguir caminando compre la maleta que necesitaba, solo quedaban dos días y debía arreglar todo.
Llegue a mi casa y acomode toda mi ropa en ella, tras aquello mande una carta a mi jefa diciéndole que posiblemente ya no regresaría a trabajar en el lugar, que estos días estaría arreglando las cosas, suena el teléfono en ese momento.
- Berit, Berit - se escuchaba la voz desanimada de Lotte.
- ¿Qué sucede? - era extraño escucharla así.
- ¿te gustaría venir conmigo a una fiesta? - comprendí a que venía todo esto.
- Lo siento no puedo, tengo planes ese día - intente sonar lo menos doloroso.
- ¿puedo verte ahora? - se notaba la frustración en su voz.
- Claro ¿Dónde quieres ir? – mencione con alegría.
- El parque está bien – hablo con tranquilidad.
- Está bien - se escuchaba el timbrar del teléfono tras ser colgado.
Seguí metiendo un poco de ropa, me puse un suéter y salí a la ciudad, camine hasta llegar al parque, hay estaba Lotte con aquella seriedad en su rostro, se notaba que estaba furiosa por algo, me acerque y senté a su lado en una de la tantas bancas.
- Estoy furiosa - replico enojada - desde que Karls está con su padre me ignora por completo – parecía que las lágrimas iban a salir en cualquier momento.
- Debes entenderle ese mismo día tiene esa reunión importante Lotte – intente tranquilizarla.
- Compre los dos boletos para nada - volteo a verme con aquellas lágrimas a punto de salir.
- Lotte – al mirarla así me sentí triste.
- Y luego tú teniendo planes, como si todos se pusieran de acuerdo para dejarme sola, para ocultarme cosas - comenzó a llorar en mi regazo.
- Realmente lo siento, tengo algo especial que hacer, después de ello podremos salir a donde sea y divertirnos ¿está bien? - le mire enternecida.
- Está bien – se tranquilizó un poco - ¿Qué es eso tan importante? – me observo con una mirada inquisidora.
- Lotte hay cosas que las personas no pueden decir - suspire algo cansada.
- ¿Lo ves? Nadie me quiere decir nada, ni siquiera mi amiga de la infancia - se cruzó de brazos.
- Lotte hay cosas que no deben entrar los demás, cosas que están en el corazón de uno y si alguien más entra todo se desmorona, todos tenemos secretos, seguro tú los tienes - le di una sonrisa amable.
- Está bien – hizo un puchero.
Después de eso nos fuimos cada quien a sus respectivas casas, seguí arreglando mis cosas hasta el día siguiente, mande la carta y me acosté a dormir, cerré mis ojos, sabía que después de aquel festejo Johan pasaría a mi casa como era prometido, así que de ante mano había mandado la carta para que llegara ese mismo día y la dueña del lugar supiera. Ella era muy condescendiente y era la primera vez que faltaba, entendería que era algo urgente y con ello me bastaba.
Me acosté entre lágrimas pensando que pronto vería a mi madre, esperaba el día para aclarar mis dudas y ante ello poder vivir en paz, pensaba que posiblemente ella sentía culpa ante ello como en algún libro que había leído o las novelas de la televisión.
Al despertar, no tenía nada que hacer, prendí la televisión para esperar a Johan, cuando en las noticias pasaban algo catastrófico, la biblioteca estaba en llamas y ante ello la gente había quedado encerrada, algunos decían que por un asiático habían podido salir, nadie sabía quién era esa persona, sentí que mi corazón iba a destrozarse de la preocupación al pensar en Johan.
De repente se escucho el timbre de mi puerta, me levante atemorizada de que fueran malas noticias, temblaba al acercarme cada paso a la puerta, al abrirla, al tomar la perilla y moverla lentamente para ver aquel sujeto alto y de cabellera rubia.
- ¡Johan! – mis lágrimas no paraban de salir, lo abrace con fuerza – lo vi en las noticias - comente entre sollozos.
- Todo salió como lo planee - fue lo que escuche de aquella voz fría – es momento de irnos a Bremer – me separe de él.
Tome mis maletas y salimos del lugar, de igual forma no llevaba demasiado, había ordenado todo y estaba lista, lista para conocer por completo la verdad de los labios de la persona que me dio la vida.
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El amor de un monstruo
FanfictionHabía conocido a un ángel siniestro e imponente, pero con el paso del tiempo me di cuenta de algo, que el pasado siempre regresa y aquello es lo que nos forma día a día, conociendo a un ser tan inmaculado como siniestro, me había enamorado de...