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¿Quién diría que acabaría en detención el primer día de instituto? Desafortunadamente, esa era la suerte que yo solía tener en la vida. Pero no quiero adelantarme... Primero lo primero:

Lunes. Seis y media de la mañana. La alarma del celular no paraba de sonar como loca desde hace, por lo menos, cinco minutos.

Irritada, la apagué y agarré toda la voluntad del mundo para levantarme de la cama y dirigirme al baño antes de que los chicos lo ocuparan. Habían tan solo dos baños en el piso de arriba y uno abajo, pero todos éramos tan perezosos que optábamos por dormir un rato más y esperar a que se desocuparan los de arriba antes que bajar hasta el de abajo.

Duchada, peinada, vestida y arreglada, bajé los escalones de un mejor humor y puse a la máquina a hacer café. También me dispuse a preparar hotcakes. Era mi primer día en el instituto; estaba nerviosa y de buen humor. Nada podría arruinarlo.

Alex fue el primero en entrar a la cocina y se sirvió café en una taza sin siquiera dar los buenos días. No hablábamos desde la noche de la fiesta, cuando entré a su habitación sin antes llamar y me topé con la chica con voz de Barbie.

—Buenos días para ti también —ironicé.

Él no respondió. Y... ¡Dioos! El simple hecho de que me evadiera me daban ganas de golpearlo en ese lindo y envidiable rostro que tenía. ¡Sólo había entrado en su cuarto, no es que le había arrojado el celular por la ventana!

—Preparé hotcakes —insistí. Eso captó su atención, porque alzó la vista del celular por un segundo.

—No como esa mierda.

—¿No te gustan los hotcakes?

—Depende quien los prepare —se limitó a decir. ¡Agh! Iba a matarlo.

—¿Te he hecho algo malo?

—No tengo tiempo para eso ahora, Alyssa.

—Es Alisson —respondí entre dientes. Mi paciencia se estaba yendo a la mierda.

—Lo que sea. Permiso.

Alex intentó levantarse e irse, pero me apresuré a colocarme de brazos cruzados delante de la puerta. Quería una respuesta coherente al porqué de su odio contra mi. ¡Yo no le había hecho nada!

—¿Me puedes decir qué es lo que te hice?

—Tú...

—Buenos días —apareció un somnoliento e inoportuno Logan.

—Hola —respondió Alex antes de aprovechar el momento en que miré a Logan para marcharse.

—Uh, hotcakes y café. En esta casa siempre se come pizza fría y jugo para empezar el día —contó Logan tomando un plato. Comenzaba a sospechar que ellos no comían muy bien antes de mi llegada.

—¿Y así mantienes ese cuerpo?

—¿Por qué? ¿Te gusto? —Sonrió.

—Tú no me gustas, pero tampoco soy ciega.

—¿Quién es ciego? —preguntó Tyler a la vez que entraba a la cocina.

—Ali, por no fijarse en mi.

—Menos mal que eres ciega —se compadeció Tyler, posando una mano en mi hombro. Sonreí.

Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora