—Ali, es hora de ir al instituto...
—Aún tengo sueño —bufé, sin abrir los ojos ni soltar la almohada que estaba abrazando. Estaba tan cómoda que podría quedarme el resto de la semana así.
—Yo también ¡y mírame! Me desperté antes que tú... ¡Yo! —exclamó Asher, lanzándose sobre mi cuerpo sin ningún tipo de sutilidad. Me quedé sin aire por un momento.
—Estás pesado —balbuceé contra la almohada.
—Lo siento, no hay manera de controlar el peso de estos dos brazotes —respondió, haciendo referencia a sus músculos. Qué humilde, pensé mientras alzaba mis cejas con cansancio, aunque no pudiera verme a causa de la oscuridad.
Pero esa oscuridad se convirtió en una molesta y horrorosa luz cuando se encendieron las lámparas que colgaban del techo.
—¿Dios? —pregunté. Sentí la vibración del cuerpo de Asher sobre mi, estaba riendo.
—Dejen de holgazanear, estamos llegando tarde.
Reconocí la voz de Alex. No le respondí. Anoche, cuando había derramado algunas lágrimas —y sólo algunas— antes de quedarme dormida, tomé la decisión de no discutir más. Simplemente evitaría su existencia y todos felices. No pensaba gastar más de mi energía con un tipo como él.
—Ali es la que holgazanea, yo estoy listo desde hace como dos horas.
—Te desperté hace quince minutos —contradijo Alex—. ¿No piensan levantarse?
—¡Que yo ya estoy listo, pesado! —exclamó Ash.
—¿Alisson?
Ni di quieras abrí los ojos. Eso de actuar como si no existiera me lo había tomado demasiado a pecho. Y debo confesar que en el fondo, muy en el fondo, resultaba hasta reconfortante hacerlo.
—¿Se volvió a dormir? —le preguntó Alex a Asher.
—No lo sé, pero dentro de poco lo haré yo también. No te das una idea de lo cómoda que es su espalda —respondió.
—¿Aliss...?
Antes de que pudiera acabar la frase, me moví hacia un costado hasta dejar caer a Asher, quien se quejó. Luego, me acerqué a mi armario y escogí la ropa que iba a ponerme. Así, sin intercambiar miradas o palabras. Lo que su novia me había dicho en verdad me había molestado. Pero lo que más me irritaba es que él la defendiera, aún sabiendo que no estaba bien.
Porque era mi cuerpo, joder. Ni él, ni ella, ni nadie, tenía el derecho de opinar más que yo.
Lo esquivé al salir de mi habitación. Noté su curiosa mirada perseguirme. Entré al cuarto de baño e hice todas mis necesidades, desde ducharme, cepillar mi cabello y dientes, vestirme y demás.
Una vez lista, bajé las escaleras y me senté en el sofá, al lado de Logan.
—Buenos días.
—Buenos días, pequeña Davies. ¿Desayunaste?
—No tengo hambre ahora. ¿Cómo dormiste?
—Luego la tendrás. Hay galletas en la alacena, ¿por qué no comes aunque sea un poco? No deberías ir a clase con el estómago vacío.
—Estaré bien. Luego comeré una barrita de cereal o algo —respondí.
—¿Podemos irnos? —apareció Alex.
—Claro, vamos —asintió Logan.
—¿Alisson? —llamó Alex al ver que no tenía intenciones de levantarme. Los chicos aún no estaban en la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]
Teen FictionCuando uno de los hermanos Davies, Nicholas, cumple los quince años, se va a vivir a la ciudad donde su padre vive, Londres. Luego de inscribirse en el instituto, a los dieciséis años decide mudarse con sus amigos a una fraternidad. Dos años después...