La casa estaba que explotaba de gente. Los chicos habían insistido en organizarle una fiesta sorpresa de cumpleaños a Alex. Les repetí una y mil veces que no me parecía una buena idea, sin embargo, aquí nos encontrábamos, en pleno verano, rodeados de gente bailando y sudando como perros.
Esa era una de las razones principales de no hacer una fiesta en casa: la multitud y el calor. El segundo, el hecho de que nos destrozarían todo. Y por último, pero no menos importante, era que Alex no era un tipo de fiestas. Las disfrutaba, sí, pero creo que si tuviera que elegir entre festejar con cientos de desconocidos que venían por la fiesta y no por él, o reunirnos a cenar en algún restaurante con sus seres queridos y amigos, se hubiera inclinado más por la segunda opción.
La preocupación se incrementó cuando una oleada de gente le gritaba a alguien que bailaba sobre la mesa ratona del living. Era un chico sin remera. Mordí mi labio inferior con decepción cuando, al meterme entre la gente para bajarlo, reconocí el tatuaje que Nick se había hecho a los quince años en el abdomen. Qué ejemplo el hermano mayor.
—¡Eh, Ali, ve por las cervezas! —Sonrió al verme.
—Bájate de ahí, idiota. ¡Te vas a caer!
—No soy tan tonto como para...
Sí. El muy idiota se cayó. De trasero al suelo. Por un momento pensé en poner los ojos en blanco y regañarlo, pero en vez de eso decidí despreocuparme, tal y como ellos estaban. Después de todo, la casa era más suya que mía. Nick me miró mal cuando comencé a reírme de él.
—Te lo dije —canturreé.
—¡No es gracioso!
—Oh, yo creo que sí.
Ayudé a mi hermano a levantarse. Apestaba a alcohol y cigarrillo. Hice una mueca.
—Ya deja de beber —le advertí.
—Aguafiestas —protestó. Luego de enseñarle mi queridísimo dedo del medio, me alejé de él, con la intención de buscar al cumpleañero, Blair, Mike o a cualquiera de los chicos.
—¡Hola, tú! —exclamó Blair cuando la abracé.
—¡Hola!
—¡Hoooolaa! —exclamó Mike, pasando sus brazos por encima del hombro de cada una. Otro borrachín más, como era de esperarse.
—Apestas a cerveza, asqueroso —protestó Blair.
—Y ustedes apestan muy poco, sobrias. ¡Vamos a por un trago! ¡Yo invito!
—Es una fiesta en casa, los tragos son gratis.
—¡Pues yo sirvo! —exclamó, y nos arrastró con él a la cocina, donde se encontraba el montón de botellas que la gente había traído.
Mike repartió, torpemente, tres vasos de plástico sobre la mesa y cogió una botella de vodka en cada mano. Abrí mis ojos como platos cuando vertió el contenido sin darle importancia a las cantidades. Blair lo detuvo rápidamente y le tendió una botella de jugo para diluirlo.
—¡Chin-Chin! —exclamó tras entregarnos los vasos y chocarlos, causando que algunas gotas cayeran de ellos—. ¡Por la amistad!
—¡Por la amistad! —le siguió Blair, dándole un gran sorbo a su bebida.
Volvimos a la posta de baile, que antes era nuestra preciosa sala de estar y tenía un bonito adorno sobre la mesita ratona, sólo que ahora hecho pedazos. Pero no iba a preocuparme. Mañana se las tendrían que arreglar solitos.
Sentí que me perdí veinte capítulos de la vida de mis amigos cuando, mientras estaba bailando, volteé a verlos y se estaban besando a mi lado. ¡Así es, besándose! Había sido tan inesperado que froté mis ojos para ver bien. Tal vez el alcohol me estaba jugando una mala pasada, pero no. Mis ojitos no se equivocaban.
Decidí darle un espacio a la parejita —aunque no podrían tener demasiada intimidad entre la multitud— y me alejé unos pasos. Otra vez, volví a estar sin rumbo fijo y comencé una nueva búsqueda. Esta vez, la del cumpleañero.
—¡Alisson! —oí, justo cuando pude salirme de la pista improvisada.
Estaba a punto de entrar a la cocina, pero me detuve y di la vuelta con una sonrisa en la cara. La música no me había permitido escuchar bien, pero Alex era la única persona que me llamaba "Alisson" en vez de "Ali", por algún motivo. Pero al voltear, no era él.
—¿Qué haces tú aquí?
—Bueno, desde que me enviaste un mensaje de texto diciendo que no me querías ver más intenté dar contigo en el instituto, pero siempre huyes. Entonces, cuando me enteré de la fiesta en tu casa, pensé, ¿por qué no venir a ver a mi amiga Ali?
—Tú y yo no somos amigos, Matt. En el mensaje lo decía bien claro —pronuncié.
—Un mensaje patético, por cierto. No siquiera tuviste el descaro de decírmelo en la cara.
—Pues te lo digo ahora. No quiero volver a hablar contigo.
—¿Por qué no? ¿Alex ya te llenó la cabeza?
—Él no tiene nada que ver con las decisiones que yo tome al respecto.
—Él...
—Mira, es la fiesta de cumpleaños de Alex, y de seguro tú eres la última persona a la que quiere ver. Así que, por favor, Matt, ¿podrías irte? Y en el instituto podrás decirme mejor todo lo que quieras.
—Creo que ya me vio.
—¿Eh?
—Alex. Está mirándonos.
Lo había estado buscando por todas partes, ¡y justo aparecía en el momento donde estaba Matthew! De sólo pensar que tal vez se habría apenado al verlo y tal vez despertar algún recuerdo en el día de su cumpleaños, me angustió. No quería que su fiesta fuera arruinada. Mucho menos por Matthew.
—¿Qué? ¿Dónde?
Antes de que pueda voltear, Matthew, con una sonrisa en el rostro, me tomó de la cintura y tiró de mi hasta apegarme a su cuerpo. Luego, con su mano libre en mi nuca, me besó.
Hecha una furia, intenté empujarlo, pero su fuerza era mucho más fuerte que la mía, y no lo logré hasta que el se separó por voluntad propia. Con su sonrisa intacta, miró detrás de mí y luego volvió a fijar su vista en mis ojos.
Mi cuerpo se llenó de rabia. Tenía la respiración agitada y moría de ganas de gritarle, empujarlo y echarlo de la casa para no verlo nunca más.
Dios, ¡lo detestaba!
—Creo que lo hicimos enojar. Ups —rió.
—¡Eres un maldito imbécil! —Lo empujé.
—Eh, cariño, que no fue para tanto.
—¡Vete de mi casa! ¡Ahora! —Volví a empujarlo, esta vez, en dirección a la puerta. Seguí haciéndolo hasta asegurarme de sacarlo, aunque él había comenzado a caminar por su propia cuenta.
Cuando se fue, no habían señales de Alex por ninguna parte. Recorrí la cocina, la sala de estar y el patio trasero. También la entrada. No estaba.
Mierda, mierda, mierda.
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Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]
Teen FictionCuando uno de los hermanos Davies, Nicholas, cumple los quince años, se va a vivir a la ciudad donde su padre vive, Londres. Luego de inscribirse en el instituto, a los dieciséis años decide mudarse con sus amigos a una fraternidad. Dos años después...