E P I L O G O

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Eran las siete en punto de la tarde. Había tomado un baño y ahora me encontraba cepillando mi cabello. Asher había entrado a mi cuarto en cuando terminé de vestirme. El muy intenso preguntaba cada cinco minutos si estaba segura de la decisión que había tomado. Y claro que lo estaba. ¿Quién más confiable para manejar mi vida amorosa que yo misma?

Hasta un chimpancé la manejaría mejor.

—Ya te lo dije, no te voy a juzgar. Pero, ¿segura? —preguntó Asher por enésima vez.

—Que sí, pesado.

—Sólo cercioraba. No me gustaría que tomes la decisión errónea y lastimes a uno de mis amigos. Ni que tú te arrepientas.

—No me arrepentiré.

—De acuerdo, te creo.

Hice una mueca cuando el peine se enredó en mi cabello. Luché con él por algunos segundos hasta que pude quitármelo.

—¿Cómo me veo? —pregunté, dando una vueltita en el lugar para que me inspeccionara.

—Como una loba. Au.

Rodé los ojos, divertida.

—Imbécil. ¿Crees que luzco como alguien que quiere un futuro con él? —cuestioné.

—¿Por qué no compras un vestido de novia y ya?

Me contuve de negar con la cabeza y me observé al espejo. La verdad, llevaba mi ropa cotidiana. Unos vaqueros que había usado hace tres días, una remera azul y mis zapatillas favoritas.

Una vez lista, me moví hacia donde él estaba. Se encontraba sentado, bebiendo de una botella de jugo mientras miraba la televisión.

—Hola —llamé su atención.

—Hola —respondió. Alex apagó la televisión en cuanto me senté a su lado, dando a entender que era hora de una conversación probablemente profunda.

—Sobre anoche...

—Si... Estuve pensando, ¿sabes? —interrumpió—. Nosotros no somos nada, Alisson. Nada. No tenías prohibido estar con él. ¿Me dolió? Sí. ¿Confiaba en ti? También. Pero no estabas obligada a serme fiel. Y creo que eso también me molestó.

—Pero... estás enfadado.

Él negó con la cabeza a la vez que fruncía los labios.

—Entiendo que puedas estar confundida ahora. Y juro que si fuera cualquier otra chica, lo dejaría pasar y acabaría con ella sin pensarlo. Pero eres tú. Y me importas, Al. Voy a esperarte si es necesario, el tiempo que sea, no me importa. Sólo... Dime que a él lo quieres más que a mi y dejaré atrás todo lo que tenemos. Lo único que quiero es verte bien y feliz.

Medio sonreí, nerviosa. Sentía una enorme punzada llena de nervios en el estómago que apenas me dejaba procesarlo todo y hablar. Mientras tanto, Alex me miraba con esos ojos oceánicos que podría pasar horas y horas viendo sin cansarme.

—¿Por qué de ser un maldito idiota conmigo pasaste a ser el más lindo y bueno de todos, imbécil?

Alex frunció el ceño, ante la sorpresa, supongo. De todas las cosas, seguro no se esperaba aquella respuesta.

—Lo siento, ¿eso fue un halago o una crítica?

Reí, aún con los nervios a flor de piel. Maldición. ¿Por qué me sentía tan nerviosa? Si era como hablar un día cualquiera con Alex.

—Eres demasiado bueno si crees ser capaz de darme tiempo para que elija entre ti y otro hombre, ¿sabes?

—Soy masoquista.

Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora