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Me encontraba sentada entre Nick y Asher en el sofá, mientras veíamos una película. El clima no estaba para relajarnos en el patio, pues las semanas habían pasado y ya comenzaba a sentirse el frescor del otoño. Ya eran las tres de la tarde, habíamos vuelto del instituto hacía ya dos horas y los tres moríamos del hambre. Sin embargo, a ninguno se le dió la gana de levantarse a cocinar.

—Eh, Nick —le llamó Ash.

—¿Mmh?

—Si no traes un paquete de Oreos en veinte segundos, se muere tu pez.

—Yo no tengo peces.

—Morirá cuando lo tengas —inquirió.

—Podré vivir con eso —concluyó Nick, acabando por encogerse de hombros. Asher suspiró, rendido.

—Eh, Ali.

—¿Mmh?

—Si no vas por un paquete de Oreos en menos de veinte segundos, Alex romperá contigo.

—Alex y yo no somos novios.

—Romperá contigo cuando lo estén.

—Podré vivir con eso —imité las palabras de mi hermano. Los dos reímos cuando oímos a Ash gruñir.

—¡Ustedes dos son unos idiotas'

—No más idiotas que tú, eso seguro.

—¡Hola, hola, hola! —Logan apareció a nuestro lado. Acababa de bajar las escaleras y se puso en frente de la televisión, tapando lo que veíamos.

—Eh, Logan...

—No —le cortó a Asher. Este bufó.

—Debo ir a comprar ropa. ¿Quién me acompaña?

—No —dijimos los tres a la vez.

—¡Vamos! Será divertido. No todos los días tienen la oportunidad de deleitarme con ropa nueva.

—Sigue siendo un no —hablé por los tres.

—¿Y si te presto mi coche para que aprendas a conducir? —propuso.

Justo en el clavo.

Lo pensé unos segundos, con el ceño fruncido. Era gastar un día de mi vida —cosa que ya estaba haciendo al ver esa aburrida película— para que me prestara su coche —cosa que ninguno hacía— para, por fin, aprender a conducir.

Me encogí del hombros.

—¿Me llevarás por algo de comer antes?

—Ya estoy sacrificando mi auto, no quiero sacrificar también mi billetera, mujer —reprochó.

—No hay trato.

Logan bufó.

—Bien, habrá comida —concluyó y sonreí.

—Me visto y estoy.

Después de vestirme, bajé al comedor y le tendí a Ash las galletas que tanto pedía. También bajé a la perra para que se acostara con ellos; ella, tierna, era demasiado compañera como para dejarla sola.

—¿Lista? —preguntó Logan una vez que salí de casa. Me esperaba apoyando su cuerpo en el coche. No contesté, simplemente me subí al coche y él también. La verdad es que estaba demasiado cansada después de haber ido al instituto, y el sueño me causaba mal humor—. No lo entiendo: Tienes a un guapo, soltero y, sobretodo, sexy chico en un coche sólo para ti y actúas como una amargada.

—Cierra la boca —espeté.

—Aburrida —repitió. Le saqué la lengua.

—¿A dónde vamos?

Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora