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El pasillo del piso de arriba parecía un hotel. Habían más de cinco parejitas besándose y tocándose sin descaro alguno. Contra las paredes, las puertas y hasta haciendo fila para entrar al baño. De nuevo, mañana mataría a los chicos. Era una asquerosidad.

Toqué la puerta de Alex, pero nadie abrió. Supuse que no estaba allí, pero no se me ocurría otro lugar. Además, la llave de su cuarto ya no estaba con las llaves de todos, que habíamos escondido en un cajón de la cocina para que nadie entrara.

Volví a tocar repetidas veces y sin detenerme. Estaba segura de que estaba allí. Tal vez no me oía por la música, o...

La puerta se abrió.

—¿Qué?

—Llevo tocando hace como cinco horas —dramaticé—. ¿No me oíste?

—Si.

—Venía a hablarte por lo de Matt.

—No me interesa.

Dicho eso, me cerró la puerta en la cara.

Perfecto.

Claramente, estaba enojado. O quizás yo me había inventado un cuento de hadas en la cabeza cuando no era así, quizás simplemente no le importaba en verdad y estaba de malhumor porque no le gustaba la fiesta que los chicos armaron.

Volví a tocar, esperando que volviera a abrirme, pero no fue así. Deduje que no quería hablarme hasta casi diez minutos después, que pasé atormentándolo con mis golpes a la puerta y súplicas por hablar.

—¡Alex, abre la puerta, por favor! —chillé.

—¿Qué pasa con los tortolitos? —Asher apareció en el pasillo, y no estaba solo. Al parecer, venía a hacer lo mismo que las otras parejitas aquí.

—Nada...

—¿Alex se encerró?

—Sí.

—Espérame en mi habitación —le dijo a la morena que lo acompañaba, entregándole la llave de la puerta. Esta asintió y me dedicó una sonrisa antes de irse. Se la devolví, aunque supongo que salió más como una mueca. No estaba de humor.

—Haz que salga —le pedí, con mi mejor cara de ángel. El suspiró.

—Suéltalo.

—¿De qué hablas? —pregunté.

—¿Qué has hecho? ¿Por qué pelearon?

—¡No peleamos!

Porque ni siquiera me dejaba hablarle.

—Bueno, por algo le rogabas desde la puerta que te abriera. Algo habrá pasado.

—Pues si, pasó. Pero no te haré perder el tiempo ahora, Ash, hay una chica esperando en tu cuarto.

—Las chicas van y vienen, las amigas no.

Rodé los ojos.

—No creo que sea tiempo para metáforas.

—Sólo intentaba ser buen amigo, grosera. A ver...

Asher se acercó a la puerta y comenzó a golpear con el triple de intensidad que yo había usado.

—¿Por qué no abre? —bufé.

—Tal vez no te quiere ver —sugirió y lo miré mal—. ¡Es una opción!

—¿Y si no me habla nunca más en su vida?

—Eres una exagerada. Y él también si lo hiciera. No sé qué es lo que le has hecho a mi amigo, pero está claro que no quiere hablar ahora. ¿Por qué no bajas y disfrutas de la fiesta? Ya mañana tendrán tiempo para hablar —inquirió.

Viviendo con 5 idiotas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora