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A la mañana siguiente, cuando el despertador de Eddie sonó a las seis y media, Jackie abrió los ojos y maldijo su existencia como mujer.

Le dolía todo el cuerpo, especialmente el vientre y los riñones y sentía un charco entre sus piernas.

Discretamente y con toda la vergüenza que sentía en ese momento, se fue hacia el baño.

Al mismo tiempo, Eddie también despertaba con pereza, sintiéndose inmensamente feliz. Toco a su lado y cuando abrió los ojos vio que Jackie ya se había levantado y que la cama estaba manchada de sangre.

Se levantó de la cama, sacudió la cabeza para desperezarse y quitó las sábanas para lavarlas.

- Nena, ¿te encuentras bien? – preguntó Eddie golpeando a la puerta del lavabo.

- ¿Puedes matarme? – contestó Jackie mientras miraba la sangría entre sus piernas.

- No, no puedo hacer eso. Pero puedo intentar ayudarte si me dejas, ¿necesitas alguna cosa?

- Pues sería un milagro si me consiguieras un tampón o una compresa, algo. Por favor – respondió abochornada. No es que le avergonzara su período, pero sí el que le viniera de golpe el primer día de estar con su nuevo novio.

- Puedo intentarlo – dijo él con una risilla. Le resultaba demasiado adorable la vergüenza que sentía por algo que a él le parecía completamente natural -. Eres libre de usar la ducha si quieres. Te daré algo de ropa también para que puedas cambiarte.

Eddie salió de su tráiler y fue en busca de ayuda a su vecina, que sabía que era conocida de los tres corderitos; Mike, Dustin y Lucas. Después le buscó algo entre su ropa que ella pudiera usar.

- Jackie, te dejo las cosas aquí en la puerta – le anunció oyendo correr el agua de la ducha.

- Gracias.


Cuando salió del baño ya vestida con las mallas negras y la camiseta de HellFire de Eddie, aún llevaba el pelo mojado y tiritaba.

- No había agua caliente – dijo Jackie cuando vio a Eddie en la cocina preparando el desayuno.

- Lo siento princesa. El jodido calentador se debe haber estropeado otra vez – cuando se giró hacia ella se quedó impactado por un momento antes de abrazarla y frotarle la espalda para hacerla entrar en calor -. Estas muy guapa, mi ropa te sienta bien.

- Cállate estúpido – se rio para darle después un beso en la mejilla -. Aunque gracias, me has salvado. Y jamás habría pensado que los calzoncillos de hombre fueran tan cómodos.

Eddie soltó una buena carcajada y le robó un beso.

- Eres adorable, ¿lo sabías? ¿Quieres desayunar?

- Sí, por favor. ¿Puedo hacer antes una llamada?

- Claro. Allí tienes el teléfono – dijo Eddie señalando la pared donde estaba colgado el aparato mientras servía un par de platos con una tostada y huevos revueltos.

Jackie cogió el teléfono y llamó a casa de sus tíos.

- Tía Karen, soy Jackie. Sí, lo siento. Se hizo muy tarde y no quería despertaros. Me he quedado en casa de una amiga. No, no, me ha prestado ropa. Solo, ¿le puedes decir a Mike que me traiga mi mochila? Sí, gracias.

Cuando colgó Eddie le alcanzó un vaso con batido de chocolate igual que el suyo.

- ¿Todo bien? – preguntó

Vuelta a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora