13. Una vida por otra

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CAPÍTULO 13

Una vida por otra

A pocos días del baile de los siete, la gente estaba completamente enloquecida. Todos querían asistir, todos trabajaban para que sea perfecto. Mientras tanto, yo planeaba mí próximo paso para que me acepten como regente. Porque sí, aún no había olvidado mí propósito al venir a King's Landing.

Nos encontrábamos en la sala del consejo real. Afortunadamente el Rey Viserys se encontraba mejor gracias a las flores. Por supuesto que no curaría su enfermedad, pero por el momento permitía que el Rey asista a las reuniones que conciernen al reino. Lo que era de suma importancia, pues el baile de los siete estaba cada vez más cerca.

—Éste baile tiene un propósito —habló Otto Hightower, mientras los demás escuchábamos atentamente. Me habían permitido ser copera, otra vez. —Juntará a las casas más importantes de los siete reinos. Es una oportunidad para que sus hijas consigan un buen esposo. Una oportunidad de conocer más a nuestro pueblo y evitar futuras rebeliones. King's Landing dará la mayor fiesta vista en años.

Estaba todo el consejo presente. Incluso los hijos de la reina. Aegon bostezaba, mientras se dedicaba a beber más vino. Aemond sólo observaba y Helaena probablemente estaba atendiendo a sus niños.

—¿Qué opina, Lady Beiha? —inquirió el rey y me quedé en silencio unos segundos, asimilando que me estaba hablando a mí.

Todas las cabezas voltearon a verme. Elevé el mentón con seguridad.

—Reforcemos la seguridad en King's Landing —punteé con obviedad— Ningún regente desea que sus hijas e hijos sean violados y robados al llegar a éste pueblo. Al marcharse de King's Landing, deben llevarse un buen recuerdo de nuestro baile. No una pesadilla.

—Opino lo mismo —asintió la reina con una sonrisa convencida, los demas señores del consejo asintieron por igual.

—Los guardias capas doradas son una buena opción, al igual que los hombres de Ser Harwin Strong. Son fuertes e intimidantes. No permitirán que nada le pase a los extranjeros —añadí, con seriedad.

El Rey Viserys I asintió, pensativo.

—Hay que enviar una carta a Dragonstone, entonces —finalizó, pidiendo el sello real, rápidamente un guardia se lo otorgó, junto a un papel— Mí hermano es el comandante de los capas doradas, el yace en Dragonstone al igual que Ser Harwin.

Daemon, claro. Cómo pude olvidar que el estaba a cargo de los sanguinarios capas doradas. Como si no fuera lo suficientemente obvio.

—Aemond irá con Vhagar a Roca Casterly, por los Lannister y Aegon visitará a los Stark con Sunyfire. ¿Enviaremos la carta vía cuervo? —inquirió la reina, mirando a su esposo.

—Yo puedo ir —no sé por qué me ofrecí, pero lo hice— Dragonstone está cerca, no necesitamos de un dragón. Además así aprovecho y visito a su hija, mí Rey.

—No estoy de acuerdo —se apresuró a decir Aemond, lo miré confundida.

—Preciso la afirmación del Rey —le sonreí dulcemente— No la suya, mí príncipe.

Aemond se quedó quieto en su lugar, en silencio. Pero se le notaba que estaba molesto.

—Oh, gracias por tu amabilidad, Lady Beiha —Viserys sonrió y continuó escribiendo la carta— Asegúrate de que el mensaje llegue únicamente a las manos del príncipe Daemon y de Ser Harwin. Si llega en las manos equivocadas, los criminales podrían preparar una emboscada en las calles de King's Landing.

Viserys me miraba de forma seria. Sabía que no lo hacía con malas intenciones. Yo debía entender que responsabilizarme por éstas cartas no eran ningún juego. Debía cuidarlas con mí vida.

JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora