JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond Targaryen

15. Una verde, de apellido Royce

CAPÍTULO 15

Una verde, de apellido Royce

El ambiente en el gran comedor del castillo Roca Dragón era ameno, los sirvientes colocaron la comida frente a nosotros y aunque no me apetecía mucho, no puse mala cara. Agradecía con demasía el amable recibimiento de la princesa Rhaenyra y su familia.

—Hoy tenemos una invitada —habló de pronto Rhaenyra, en dirección a su familia. Hasta noté cómo Ser Harwin tomó asiento junto a la princesa, pero nadie pareció molestarse. —La señorita Royce, reciente regente de la casa Royce. Espero que le den un buen trato, que es el que se merece como nueva aliada del consejo de nobles.

—Bienvenida a Roca Dragón, Lady Royce —se adelantó a decir el Príncipe Jacaerys, elevando su copa con una sonrisa. Noté también como las princesas Baela y Rhaena estaban presentes, cada una a un lado de su prometido.

De reojo vi como el Príncipe Daemon ingresaba al comedor. Tomó asiento en la cabecilla de la mesa, mientras colocaba sus piernas sobre la mesa una sobre la otra con una sonrisita.

—Bienvenida, señorita Royce —Ser Harwin sonrió amablemente— Ya te lo había dicho antes, la casa Strong está satisfecho con tenerte en el consejo.

—Gracias —sonreí educadamente.

—¿Y a qué vino, Lady Royce? —inquirió Daemon, con una expresión filosa.

—Daemon —lo regañó su sobrina— La señorita Royce puede visitarnos cuando desee, sin ninguna excusa de por medio.

—Sólo preguntaba, mí princesa —Daemon seguía mirándome, con intención de intimidarme.

Lo que no lograría.

—Vine por un encomendado de su majestad, la reina Alicent —comenté y Daemon esbozó una mueca de desprecio.

—Claro que sí —murmuró con cierta ironía.

Luché para no caer ante sus provocaciones, incluso marqué la palma de mis manos con mis uñas. Sin embargo, Daemon Targaryen ya me había quitado el hambre.

—Disculpa, príncipe Daemon. ¿Y usted que hace aquí, en Dragonstone? —coloqué mis codos sobre la mesa, apoyándome sobre mis manos con una sonrisa dulce y claramente falsa— ¿No debería estar en Pentos?

—¿Debo rendirle cuentas de por qué estoy o no en un lugar? —se acomodó en la silla para observarme mejor, con una estúpida mirada prepotente. —No es mí esposa.

—Gracias a los siete —sonreí aún más y Ser Harwin ocultó su risa, bebiendo de una copa de vino. —No quisiera una piedra en la cabeza en nuestra luna de miel.

Pero Daemon no se callaría, claro que no. Era el Príncipe Canalla, después de todo.

—Quizás la falta de esposo es lo que le otorga ese carácter rebelde, podrá ser muy bella, Lady Royce. Pero para la regencia necesita más que ser una cara bonita.

—Señores... —Rhaenyra intentó apaciguar las aguas.

—Sí la falta de esposo nos define como persona, eso explicaría su carácter de mierda, príncipe —pero claro que no lo logró.

—¿Todos los Royce son igual de ardidos? ¿O es cosa suya? —Daemon sonrió.

Los demás nos miraban de un lado a otro, en silencio, disfrutando de la comida.

—¿Todos los Targaryen no tienen cejas o es cosa suya? —Daemon sí tenía cejas, sin embargo eran demasiado rubias y casi ni se notaban.

El Príncipe Daemon sonrió aún más.