17. Targaryen vs Strong

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CAPÍTULO 17

Targaryen vs Strong

No tenía que ser una adivina para saber que hoy era mí segundo y último día en Dragonstone. Aemond y Aegon habían pasado la noche aquí, por mí. Ellos deseaban llevarme de vuelta a King's Landing como si la reina Alicent fuese una especie de tutora temporal a falta de mí tío Gerold.

Me hubiera gustado quedarme más tiempo. Compartir más con Luke, con Jace y con las gemelas. Sin embargo, debía regresar a la fortaleza roja pues el baile de los siete estaba a dos días de realizarse. Lo que era emocionante. Ya casi se cumplía dos semanas de mí estadía con los Targaryen. Y vaya que habían sucedido muchas cosas, luego... debía marcharme de vuelta al valle de Arryn. A cumplir mí deber como regente de la casa Royce.

Precisamente por ello, para que mí estadía en Dragonstone no se acabase aún, me levanté muy temprano. Casi en la madrugada, habría de decir.
Quería recorrer el Castillo de roca dragón con tranquilidad, visitar los jardines, despedirme de los chicos, de la princesa Rhaenyra.

Y de momento, evitar a Daemon y a Aemond, porque eran unos pesados.
Por lo menos, tenía entendido que Daemon se había marchado a un cabaret de mala muerte que quedaba cerca en la noche de ayer, típico de el. Y Aemond, el permaneció en su habitación toda la noche. Por lo menos el era más tranquilo.

De Aegon y Ser Criston no tenía idea. Pero esperaba que no hayan causado problemas.

Me puse un vestido muy bonito, de color celeste claro casi invernal, combinando con mis ojos. Me miré al espejo y acomodé mis rizos de modo que se iban a ver decentes. Sonreí ante mí reflejo.

Sí era muy bonita, pero también poseía un corazón bonito

Salí de mí habitación, con mucho silencio para no despertar a nadie. No tenía conciencia de la hora exacta, pero probablemente eran casi las cinco de la madrugada. Saludé a los guardias con suma amabilidad y caminé en silencio por los desalojados pasillos. Las luces de las antorchas eran mí única compañía y bostecé levemente para darle ruido a tanto silencio.

Aunque de pronto, al cruzar al siguiente pasillo, el silencio se había visto interrumpido.

Mis mejillas adquirieron un tono furiosamente rojizo cuando mis oídos oyeron sonidos peculiares, dicho mejor... gemidos.
Pensé en irme rápidamente pero ya había visto suficiente, sin querer.

Se trataba de la princesa Rhaenyra, quién en brazos de Ser Harwin respiraba agitadamente. Al verme fue presa de la vergüenza y se separó de su amante tan rápido como le fue posible, acomodando su largo vestido. Ser Harwin tuvo que acomodarse el gran paquete en su pantalón y podría decir que mí inocencia había sido corrompida. Sí sabía lo que era el sexo, pero jamás lo había hecho ni mucho menos había visto una ereccion ni nada parecido.

Menuda primera vez, Beiha Royce

—Lady Beiha... —susurró Harwin apenado, intentando tomar mí mano.

—No he visto nada —me apresuré a decir, soltando una risita nerviosa.

Rhaenyra se acomodó su largo cabello plateado y llegó hasta a mí, con la cara roja y el sudor corriendo por su frente.

—Sí dice algo, mí Lady...

—Tranquila, princesa —le ofrecí una sonrisa tranquila— La que debería disculparse soy yo, quién me manda a recorrer los pasillos a éstas horas de la madrugada. Por favor, despreocúpese. No diré nada.

Recalqué, muy segura.

Rhaenyra y Ser Harwin se miraron con ese amor que yo solo había leído en libros. Se tomaron la mano y me miraron.

JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora