8. El Príncipe Canalla

5.1K 602 87
                                    


CAPÍTULO 8

El Príncipe Canalla

Oh, por, los, siete.

Ese... hombre, estaba aquí. Se había atrevido a venir.

Bueno, era lógico, era el Castillo de su hermano el Rey. ¿Por qué no vendría?
Yo era una estúpida por creer que no.

Observé en silencio como al Rey se le agrandaba aún más la sonrisa y como el Príncipe Daemon colocaba su frente en el hombro de su hermano. Todos parecían haberse quedado callados de repente, atentos a lo que estaba ocurriendo. Por mucho que me estuviese costando admitirlo, el Príncipe influía mucha presencia y respeto.

Lo miré más de lo necesario. Todavía tenía el cabello corto y algunos mechones decoraban su frente con mucha elegancia. Pero el no me determinaba, ¿Por qué lo haría? Yo solo era la hermanita menor de su ex esposa. Una esposa que el había matado.

Volteé a mirar a Helaena.

—Mí presencia no es necesaria aquí, princesa. Los esperaré en el comedor.

—Pero... —antes de que todos se fuesen a dar cuenta, huí de allí. Metiéndome al Castillo lo más rápido posible.

Apenas estuve fuera del radar de las personas, me apoyé en una pared grisácea y comencé a llorar, tapándome la boca para que nadie me fuera a escuchar.

Tío Gerold no querría ésto, ni Guthor. Ni mucho menos Rhea. Ellos no querrían que yo fuese débil, y peor aún frente a Daemon. El no se merecía mis lágrimas, ni que lo pensára tanto.

Pero aun así, había tenido un momento de debilidad. Verlo me había afectado de una manera que no creía posible. Pensé que podría ser fuerte, me animé a recibirlo pero cada vez que lo veía... era como ver el rostro de mí hermana muerta.

Sí Daemon no estaba en éste mundo, Rhea sí lo estaría. Pero eso no era real, era una fantasía. Un sueño muy lejano que jamás se cumpliría. Por qué Rhea estaba muerta, había pasado mucho tiempo de ello y Daemon ahora estaba aquí. Debía aceptarlo, debía convertir mí corazón en algo tan duro como el bronce.

No iba permitir que ese hombre se adentre a mí cerebro. Ni que me importe.

Simplemente, debía ignorarlo.

. . .

Volví a la cena, muy tarde para mí gusto. Me había tardado demasiado tratando de que el rojo de mis mejillas desaparezca.
Al llegar, entré lo más disimuladamente posible. Al parecer estaban celebrando un pequeño baile, antes de comer.

—Beiha —me encontré con la reina, quién me observó preocupada— Volviste, perdóname. No sabía que Daemon estaría con Rhaenyra.

—No se preocupe, mí reina —le regalé una sonrisa encantadora, para relajarla— Fué un momento de debilidad pero ya me encuentro bien. Además, el ni siquiera me recuerda. Dudo que nos topemos en algun momento de la noche, yo me encargaré de evitarlo.

La reina sonrió con lástima y me apretó la mano.

—Está bien, eres fuerte, Lady Royce —asintió y me señaló el baile— ¿Deseas unirte? Parece ser divertido.

—Voy a pensarlo —dije considerada— Tengo una pregunta para usted, mí reina. ¿No le molesta sí hablo con la princesa Rhaenyra, verdad?

Alicent se tensó, nuevamente, pero sonrió tan pronto cómo pudo.

—Para nada, querida. Yo no tengo nada en su contra, es solo que ella y su familia suelen ser un poco caóticos. No te confíes demasiado, se que tu eres muy buena para cualquiera.

JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora