24. El reino del Norte

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CAPÍTULO 24

El reino del Norte

No sabía cuanto tiempo había pasado. Para mí sólo fue un doloroso parpadeo en el que caí en la oscuridad profunda y luego desperté en una oscuridad aún peor.
Abrí los ojos, dándome cuenta de la realidad. Luke había muerto.

En el lugar en el que estaba, hacía mucho frío. Sentía todo el cuerpo adolorido, magullado y cansado por estar en lo que supongo que es una cama.

—Está despertando, mí señor —anunció la voz de una mujer, apartando un paño caliente de mí rostro que al parecer tenía presionado.

Escuché pasos y voces lejanas, parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la luz nuevamente. Todo se veía borroso, todo era... nuevo.

Como si hubiese sido traída de la misma muerte.

—Señorita, ¿puede oírme? —oí una voz rasposa, llamándome. —Mí nombre es Cregan Stark, dígame su nombre por favor.

—Bei... —intenté hablar, pero la voz me salía muy afónica y ronca— Beiha... Ro... Royce.

—¿De la casa Royce de Runestone? —El Rey del norte se oyó preocupado— Mí señoría, ¿que hacía tirada en las costas?

—Caí de un dragón... —informé, recordando la mirada culposa de Aemond y como no me importó lanzarme al vacío debido a mi dolor por haber perdido a Luke. —¿Dónde... estoy?

—En el castillo real de Invernalia, mí reino. Mis soldados la han encontrado y me han informado de su accidente. Tuve que viajar, dejar a mí invitado en el castillo e ir a por usted, cuando bien pudo haber sido una cortesana cualquiera.

Su actitud arrogante y bruta me dió cierta risa, aun toda magullada podía mantener mí carisma. Me senté lentamente, con ayuda de unas mujeres que llevaban la vestimenta de sirvientes.

—No soy una cortesana —lo encaré, dejando de ver tan borroso.

—Lo sé —Cregan me miró, era un hombre joven, probablemente de mí edad. Tenía la piel aceitunada y el cabello oscuro. Su rostro reflejaba cansancio y tristeza, como si hubiese perdido a alguien hace poco. —Conozco a su casa, señorita Royce. Y también estoy al tanto que usted es la nueva regente. Lo que no estoy entendiendo es porque cayó de un dragón, si usted no es una Targaryen.

De tan solo oír ese apellido, me heló la sangre. Dos hombres de pelo-plateado ya me habían arrebatado a personas que amaba. Daemon, a mí hermana. Y Aemond, a Lucerys.

Recordarlo solo hizo que mi mirada se entristeciera y ni siquiera pude responderle nada a Lord Cregan.

—Quizás es muy pronto para hablar con ella, Lord Stark —se excusó la criada por mí, volviendo a pasar un paño húmedo por mi frente.

—No, no... —dije rápidamente— eh, ¿cuanto tiempo llevo tirada aquí? ¿un día? ¿Dos?

—Una semana —aclaró Lord Cregan y bajé la mirada, confundida y asombrada.

—Seguramente ya todos se enteraron...

—¿Enterarse el qué?

De la muerte de Luke

Yo... —me toqué la garganta, sintiendo un ardor horrible— Tengo sed.

—Rápido, denle una copa de agua a
Lady Beiha —ordenó Cregan. Las criadas se apresuraron en traerme la copa y lo bebí de un solo golpe— Hay alguien que quiere verla, mí lady.

—¿Quién... ? —dije, bebiendo mí segunda copa de agua.

Casi se me cayó la copa al ver a Jacaerys entrar a la habitación. Me afectó mucho, no supe como actuar. Luke y el eran demasiado parecidos.

JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora