28. Regreso a la vida

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CAPÍTULO 28

Regreso a la vida

Narrador Omnisciente.

La princesa Rhaenyra, ahora Reina, no hacía más que mirar a través de las grandes ventanas de la torre. En espera de sus hijos, a sabiendas de que uno de ellos ya no iba regresar.

-Rhae -su amado Harwin apareció detrás de ella, con aquella voz dulce y cautivadora que la había enamorado.

Rhaenyra era una mujer fría, aún más después de la muerte de su hijo. Pero en el fondo admitía que se sentía plena de tener a un hombre como Harwin a su lado. Alguien que la llenaba de cariño, que la protegía. Un hombre con el que había formado a sus preciosos cuatro hijos. Jace, Luke, Joffrey y Aegon.

-Supongo que la reunión ya va empezar -murmuró la peli-plateada, con la tristeza plasmada en sus ojos. Le era difícil recuperarse del parto. Qué irónico, había dado a luz a un hijo, y se le había muerto otro. Una broma cruel de los dioses, sin duda.

-Irás, con la cabeza levantada -Harwin se colocó frente a su amante, privándola del sol. Entonces, los rizos castaños de Sir Harwin brillaron preciosos, como si el fuera un ángel. Tenía la misma dulzura, tacto y apariencia que su pequeño niño Lucerys. -Eres la reina, pero eres mí bella Rhae. Yo estaré ahí, te tomaré la mano, no estás sola en nada de ésto.

-Aun no puedo asimilar nada de los últimos días -Rhaenyra sufría, sus ojos rojos por las lágrimas lo demostraban- Harwin, ¿por qué Luke? ¿Por qué nuestro pequeño e inocente hijo?

A Harwin le dolía demasiado, pero se contenía. Porque quería ser un apoyo sólido para su mujer, no quería tambalearse.

-El será vengado, mí reina.

-Sin embargo, eso no me devolverá a mí hijo -espetó con rencor.

Harwin abrazó a Rhae, y ésta se permitió llorar sobre el gran pecho de su caballero, su Harwin. Su felicidad.

Solo un milagro de los dioses podría sacarla de ésta tristeza.

. . .

Daemon no se encontraba feliz. Desde la muerte de la señorita Royce y de su sobrino/nieto, le era imposible siquiera demostrar un atisbo de sonrisa.
Estaba amargado, furioso y embravecido todo el tiempo. El y su dragón, y los demás debían pagar caro por ello.

-Damos inicio al consejo -habló Sir Harwin, con voz autoritaria. Daemon no le prestó atención. -He aquí la Reina Rhaenyra Targaryen, primera con el nombre, reina de los Ándalos y los Rhoynar y los primeros hombres. Señora de los Siete Reinos.

Normalmente, Daemon debía dar esa presentación. Ya que el era la mano de Rhaenyra, pero no estaba de humor para nada. Prefería mantenerse callado y de brazos cruzados. Además, Rhaenyra escuchaba más a Harwin que a él, al menos en éste momento tan duro para ella.

Ambos perdimos a alguien, sobrina pensó Daemon, mirándola entrar a la sala de consejo, con su mirada depresiva y cabizbaja.

La hija de Daemon, Baela, seguía a Rhaenyra como copera. La reina se colocó en el centro de todos, observando el mapa de Westeros sobre la mesa. Le faltaba sus hijos, Jace y Lucerys. Pero a uno de ellos no lo volvería a ver jamás, su valiente niño... ya no estaba.

JUDAS | Daemon Targaryen - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora