Capítulo 07

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Damián.

El dolor de cabeza en este día es realmente tedioso. Haber bebido alcohol a esas magnitudes por primera vez me ha causado esta reacción, por suerte uno de los chefs de los dormitorios me ha preparado un desayuno que se murmura ayuda mucho.

—¿En verdad no recuerda dónde dejó el llavero? —cuestiona Ewen. En estos momentos, sólo niego con la cabeza.

—Usted dijo que fué un regalo especial de su padre —afirma Emile—. Haberlo perdido, debe representar mucha importancia para usted lord Damián.

—Me lo regaló junto con el auto —aclaro mientras pruebo la comida, sabe mejor de lo que imaginaba—. Aunque el llavero haya tenido el emblema familiar, es sólo eso, un accesorio.

Doy un suspiro apresurándome a comer. No debemos olvidar que hoy es un día de clases normal, en la académia Edén.

—Si lo ha dejado en el bar —continua hablando Emile—. Quizás alguien lo regrese.

—Es una posibilidad —agrega Ewen—. Sin embargo lo dudo, si alguien lo encuéntra es posible que en lugar de devolverlo lo conserve, para tener un objeto que pertenece a los Desmond.

—No es necesario darle tantas vueltas —digo, terminando la comida de mi plato—. Seguro al estar ebrio saqué la llave y puse el llavero en cualquier sitio, eso ya no tiene importancia para mí —concluyo.

Por supuesto que he mentido. En realidad recuerdo exactamente qué sucedió con ese llavero, todo. Lo sucedido anoche son recuerdos borrosos pero no tanto. Sé que conservaba un mínimo de consciencia mientras realizaba todas las acciones que hice. Pero es vergonzoso si me pongo a pensar de más.

Ninguno de nosotros siguió tocando el tema debido a que es hora de ir a clases. Y es mejor eso para mí, de esa manera me siento menos culpable. Pasé momentos hermosos junto a Anya, por alguna razón mientras más intento no interferir entre lo que siente Emile por ella; interfiero más.

Los pasillos son silenciosos a esta hora, esta académia es muy grande. Pero no es lo suficientemente grande, no como para evitar encontrarme con cierta persona que no esperaba.

—¿Estás mejor de tú ebriedad Damián? —pregunta Jamie.

—No creo que te interese —digo con un tono de voz cortante. No me apetece hablar con ella, pero por lo visto Emile y Ewen tienen otros planes.

—¿Cómo te atreviste a inventar que nuestro lord es tú novio? —interroga Ewen reclamándole.

No detengo mis pasos, pues no me interesa lo que diga. Pero noto que Anya y Becky conversan más adelante. Tienen abiertos sus casilleros, por un momento mi mirada y la de Anya se encuentran.

«¿Ella recordará lo sucedido anoche?»

Siento mis mejillas arder en aquél momento. Decidí volver en mis pasos, no estoy listo para enfrentarme a ella.

—Yo tengo mis razones —asevera Jamie hablando con ambos chicos.

—¿Sí? —cuestiona Emile—. Pues, más te vale nunca volver a dejar mal a nuestro lord frente a su familia.

—¿Dejarlo mal? —ironiza Jamie—. Si yo le estaba haciendo un favor, debería de agradecerme.

—No tengo nada que agradecerte —espeto metiéndome en su conversación.

—¿No? Pues bien Damián, tengo una duda ¿Cómo le hacen tú y Emile para amar a la misma chica? ¿Su amistad es tan grande que se la comparten?

—No digas tonterías.

—No son tonterías, ¿Acaso no puedes aceptar que te has enamorado de una plebeya?

—Jamie, deja de inventar cosas sólo porque no quise seguirte el jueguito de la relación falsa que inventaste.

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