Capítulo 36

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Anya.

—Si vamos a jugar, tengo una condición también —suelto repentinamente.

El posa su mirada sobre mis ojos, sigue siendo escalofriante. Pero ese no es el punto, el punto es que si nos vamos a jugar el todo por el todo haré lo posible por ganar.

—No estás en posición de poner condiciones aquí, ya acordamos cuál es el premio si ganas o cómo pagarán si pierdes.

—Perder no es una opción para mí ya que conlleva un precio muy alto. Pero usted si pierde estará de lo más tranquilo. ¿No le parece que sería más emocionante para ambos si apuesta algo que le duela también?

Me quedo observandolo con una mirada cuestionante, el ni siquiera parpadea al tener la vista sobre mis ojos, no espero que acceda a mi pedido, no obstante debo intentarlo.

—Te escucho —murmura.

Bien, al menos me ha concedido escuchar mi propuesta, peor sería que se negara rotundamente. Algo es algo ¿no?

—Si yo gano, detendrá la guerra —digo con firmeza.

Sus ojos entonces se cierran y embozar una sonrisa, es una muy amable, o quizás burlesca. Como si hubiera dicho una enorme tontería.

—Eso no va pasar. —Abre los ojos, ahora observándome con una mirada más blanda.

—¡Es justo! —exclamo, poniéndome de pie. Apoyando mis manos sobre la mesa.

—¿Justicia? En este mundo no existe la justicia. Lo único justo es lo que me beneficia.

—Acaso ¿tiene miedo Donovan? —le reto, él ni siquiera se inmuta. Solo me señala la silla para que vuelva a sentarme—. ¿Por qué lo hace? Aún está a tiempo de arreglar la relación con sus hijos. No tiene que...

—Experimento 007 —me interrumpe.

Esa palabra me hace dar un vuelco en mi interior. Entonces tomó aciento tratando de recuperar mi respiración que no sé en qué momento dejó de responder.

—¿Te espantaste? —vuelve a hablar, ante mi silencio—. Es normal, fuiste el único experimento que salió perfecto, seis más pasaron a mejor o peor vida. Mi querido hijito Damián tiene esas pruebas y más en sus manos. Mientras que yo tengo acá a la mujer que ama. ¿No deberíamos hacer un intercambio?

No, Damián no dudaría en entregarle de vuelta esos papeles. Eso significa que ya no tendremos nada en su contra. Eso ni pensarlo.

—No, tenemos un juego de poker pendiente.

—Es que no te conviene eso, ¿ves cómo todo mundo busca lo que mejor le acomode?

—No te compares a mí Donovan, tú buscas causarle daño a los demás. Yo no, nunca haría algo parecido a eso.

—Por que no has tenido la oportunidad. ¿Alguna vez le preguntaste a tu padre a cuántas personas asesinó en la guerra? Aún así, no se le considera un ser malvado, sino un héroe a los ojos de todos.

—Es muy diferente defender su vida a haber asesinado con toda la intención —debato—. Hay una enorme diferencia entre usted y mi padre.

—¿Tú padre? No lo es biológicamente. ¿Alguna vez te preguntaste quienes son verdaderamente tus padres biológicos?

—No —miento, desviando la mirada.

—Quizás estén vivos y te busquen, ¿no sientes la necesidad de convivir con ellos?

—No —contesto llena de certeza.

No le daré la oportunidad de que juegue con mi mente, si es así perderé mi fortaleza y le daré la victoria sin siquiera haber dado pelea.

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