Capítulo 15

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Damián.

Pasan demasiadas cosas frente a mis ojos, las cuales son difíciles de asimilar. Hace tan sólo unos momentos estaba disfrutando de un momento que había esperado por años. Anya abrazándome, luego de por fin haber tomado valor para declararme.

Apenas pasan unos segundos hasta que escucho su grito llevándome con ella al piso del auto, para este momento aún luzco confundido hasta que el vidrio de mi auto es roto ¿Cómo pudo preveer que algo así pasaría? Observo de reojo hacia la puerta, notando como quitan el seguro y abren la puerta. ¿Qué es esto? ¿Se trata de un secuestro?

Tres hombres son los responsables de los daños causados, lucen disfraces como si hubieran estado en la fiesta. Además tienen cubierto el rostro, con un gorro que solo deja al descubierto sus ojos.

—Lamentamos interrumpir a los tortolitos —menciona uno de ellos, por su voz y complexión noto que quizás pase los treinta años de edad.

Además, aún sostiene en su mano él bate de béisbol con el que parecen haber roto el vidrio.

—¿Qué quieren? —interrogo, levantándome de sobre Anya. Ella permanece tras de mí, aferrándose con ambas manos a mis hombros.

—Con usted nada joven, pero necesitamos que la señorita venga con nosotros.

—¿Ah sí? ¿Con qué objeto? Además casi me han destrozado el automóvil ¿Quién pagará por los daños y el mal rato que nos han hecho pasar?

—No tenemos tiempo para esto —espeta.

Ellos se intentan acercar, entonces tomo el oso de peluche gigante lanzándolo en su dirección. Esto nos genera unos cuantos segundos que Anya utiliza para abrir la otra puerta, ambos salimos rápido del auto.

Tomó su mano y empiezo a correr por el jardín, a ellos no les toma mucho tiempo venir tras nosotros. No sé si tienen armas además de ese bate, nosotros no tenemos ninguna.

Al estar ya frente a la casa de Blackbell la distancia se acorta entre esos sujetos y nosotros a tal punto que siento que están a punto de atraparnos. Eso hace que empuje a Anya delante de mí, deteniendo mis pasos.

—¡Corre! —le grito, preparándome para hacerle frente a esos sujetos.

Estampo un puñetazo contra el rostro de uno de ellos haciéndolo retroceder, no puedo ver hacia atrás para saber si Anya me hizo caso. Únicamente esquivo un golpe del bate agachandome hasta pegarle en el tobillo al sujeto haciéndolo caer, los otros dos vienen contra mí al mismo tiempo, forcejeo contra uno de ellos mientras el otro intenta sujetarme por detrás. Le doy un empujón y un puñetazo a quien se acercaba de frente contra mí.

—¡Ayuda! —grita Anya. Volteo a verla en el instante—. ¡Llama a seguridad!

Su grito era para Alice, la chica de nuestro salón que siempre usa gafas enormes y trenzas hacia atrás. Es fácil reconocerla ya que no ha traído un disfraz. Ella corre hacia dentro en busca de ayuda seguramente, mientras Anya llega a la mesa de afuera de recibimiento.

En este pequeño descuido que he tenido uno de los sujetos logra atraparme por detrás. El otro se acerca a mí dándome un puñetazo en el rostro. ¿Acaso papá contrató estos sujetos? Si es así ¿No se miden ni con el hijo de la persona que los contrató?

—¿Cómo te atreviste a interferir en nuestros planes? —me pregunta uno de ellos.

Observo cómo el sujeto del bate también se levanta del suelo, colocando ese objeto sobre su hombro.

—Pagaras muy caro esto —amenaza, tomando con ambas manos el bate.

Soy incapaz de apartar la mirada de él, me doy por muerto si llega a golpearme con ello, sin embargo siento cómo un cuchillo delgado pasa justo al lado de mi mejilla; rozando esta. Se clava en el lado derecho de el pecho del sujeto que sostiene el bate haciendo que vuelva a caer hacia atrás.

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