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Se fue. Dazai se había ido: ¿a dónde? No lo sabía.
Primero que todo, ¿por qué, después de tanto tiempo, toma sus cosas y decide irse? ¿Para qué? ¿Es qué acaso no tenía sentido común? Ah, es cierto, no lo tiene. Aquellos y demás pensamientos, eran rutinarios en la mente del peli anaranjado.
Nakahara lo conocía. A pesar de frecuentemente creer que nunca iba a ser capaz de comprender la mente del moreno, este sabía de sus modos, sus formas de actuar; en pocas palabras, él era su ser más cercano, él era quien mejor le conocía. Chūya no era un estratega, o algún ser con una capacidad de adquirir y aplicar conocimientos: por así decirlo, con un gran nivel de inteligencia..., sin embargo, no era tonto; sabía que analizar, cuándo y cómo; y por lo mismo, terminó conociendo a la persona que lo trajo a todo esto, a quien lo metió hasta el fondo de la Mafia, a quien una vez dijo, "eres mi perro."
El primer día del castaño como miembro de la Mafia, de la Port-Mafia, fue y lo buscó. Sin interés alguno, pero ahí estaba.
El primer encuentro, fue una sesión de patadas, encabezadas por el mayor de los dos.
Ambos, se contarón y expresarón cuánto odiaban la clase de personas que eran ellos.
—Eres un niño confiado que se cree mejor que los demás. Esa es la clase de persona que más odio.
—Yo también odio a la escoria que menosprecia a los demás como tú.
Pero entonces, aún si se fuerza a no admitirlo, se divirtió con él. Nunca había habido alguien que, después de haber conocido su poder en batalla, su agilidad, su fuerza y rapidez: en sí, sus inigualables habilidades físicas..., lo menospreciará, o peor aún, que se sintiera y le demostrará que era mejor que él, sin siquiera mantener los mismo dotes físicos; que con solo su cabeza, era capaz de ganarle. Aquello le molestaba, pero también le representaba un gran reto, uno que le divertía.
Entonces, Chūya pensó..., no había nadie que quisiera aguantar, soportar, no, aceptar a Dazai; y lo mismo aplicaba desde la perspectiva del moreno, él no tenía intención alguna de aceptar a nadie que, uno, no lo aceptara, y dos, que no fuera él; por consecuencia, mantenía el mismo nivel de locura que Osamu...
Desde su perspectiva, Dazai era un hombre muy excentrico, sin capacidad de querer adaptarse a la sociedad; alguien muy solitario, difícil de descifrar; pero también, alguien... alguien, simpático... Sin embargo, si él, Nakahara Chuuya, lo aceptó —porque sí, él ahora lo había aceptado—, significaba que mantenía alguna que otra similitud con Dazai, ¿no?
Todas las personas mantienen un grado o nivel de locura. Osamu, por supuesto, no estaba excento; Chūya tampoco.
En teoría, la razón por la que Dazai y Chūya se complementaban juntos, a pesar de lo fatal que se llevaban, era por estar igual de locos.
Estaba loco, al igual que la momia esa.
—Ah, mierda —exclamó.
Con sus bellas y esbeltas manos, sacudió un poco su impecable ropa de unos oscuros colores, tomó su sombrero que posicionado sobre su cabeza, le daba un toque más de madurez y altura, y entonces, se dispusó a salir de aquel apartamento que la Port-Mafia le había otorgado.
Por las transitadas calles de Yokohama, hoy, por la noche, esa frecuencia de personas no pasaban tanto como en el día..., lo cual, le parecía de lo más cómodo, seguro y práctico: era obvio, que por el momento, esa soledad, no le disgustaba. En realidad, no había soledad que detestará... Solo una, una que lo entristecía; fue la soledad de no mantener a un ente molesto a su lado, uno alto, de cabellos ondulados y castaños; aunque claro, de esa molesta soledad, ya habían pasado cuatro años...
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La semana en que iba a partir de Yokohama y salir del país, preparó un largo discurso en relación a decirle el porqué de su ida a Osamu.
Había pasado junto a Dazai una gran parte de sus cotidianos días. Él era quien se encargaba de darle y recibirlo en un hogar. Nunca se lo dijo, pero estaba agradecido con él. Porque sí, le impusó abandonar a las ovejas, obviamente por razones de conveniencia; sin embargo, aunque eso siempre le molestó, ya había pasado demasiado tiempo. Se acostumbro a la vida en la Mafia: a conocer y convivir con aquellos dentro de esta. Tener la compañía de personas sinceras, con tendencias de descaro pero con esa real honestidad. En pocas palabras, entrar en la Port-Mafia, fue el mejor cambio que la vida le pudo otorgar; el mejor y único regalo que Dazai le pudo dar...
Cuanto más preparado estuvo para buscar a quien se había adueñado de sus pensamientos, se fue enterando cada vez más y más que a este jamás lo volvería a encontrar. Porque le conocía, sabía cómo reaccionaba; y últimamente lo había notado distinto, con una mentalidad diferente: simplemente, ya no le molestaba, tan solo le dedicaba sonrisas y parecía querer tratar de agradarle. Obviamente, el comportamiento de este ya no era natural.
Por eso, cuando estaba preparado para contarle su respuesta en cuanto a su ida, alistó su coche, pues sabía, no lo encontraría, y como tal, lo buscaría. Pero no contaba con que su auto sería víctima de una explosión...
"Trató" de encontrarlo, de comunicarse con él, pero fue en vano: ya se había ido.Abatido por los actos del moreno, cayó demasiado de forma sentimental, en un estado "corto" de depresión; el gran vacío que había comenzado a sentir, se lo decía. Así que busco el vino más pesado que pudiera tomar por el momento —una botella de nombre Petrus—, y lo tomo de lleno, sin una solo gota de cordura o culpa. Nunca se había sentido así, abandonado.
Quería olvidarlo todo... Así que viajo. Para sorpresa de todos, estaba dispuesto a negar tal misión, para así quedarse en Yokohama, pero, sin ningún motivo, no le veía sentido a detener su ida.
—Je, maldito estúpido. —Quitó su sombrero, introdujó su mano derecha en sus rebeldes y anaranjados cabellos, y así, rascó el cráneo de su cabeza; su mueca era la de alguien cansado, pero su reacción, fue la de alguien satisfecho.
Su camino se torno algo entorpecido por quitarse su accesorio de cabeza, pues terminó chocando con alguien en el camino. No obstante, ese alguien, lo tomo de su muñeca, al está estar al aire por la inercia del momento; apretó el agarre y dijo lo siguiente:
—¿Quién es ese maldito estúpido, del que hablas?
—Da-Dazai...
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それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...