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A finales de Abril, el marcado —en calendario— y siempre presente cumpleaños de Chūya, arribaba a los pensamientos de Dazai, como notificación de celular.
En teoría, nunca le había deseado ni festejado un cumpleaños con decencia; siempre lo ofendía con frases tales como, "un año más y parece que cada vez te encoges más; pues felicidades", o "diablos, tan viejo eres, ¿por qué sigo pareciendo yo mayor?": en fin, y de demás incontrolables formas... En cuanto a los presentes, pues, que diremos; sí los hacía, pero era demasiado cobarde como para entregárselos el mismo, así que muchas veces, le pedía a algún mafioso que se lo entregará discretamente: aunque estos, por alguna razón, siempre parecían sonrojados, avergonzados y... ¡puaj!, guácala. Muchas veces, los tiraba con discreción por algún sitio en especial, el cual aseguraba este notaría; y otras, los dejaba de bajo de su almohada, su cobija, las sabanas..., cualquier sitio en el que pudiera insmicuirse. Básicamente eso, un cobarde y una basura para felicitar.
Por eso ahora, buscaba una forma nueva, diferente y grata para festejar a Chūya; lo único que le importaba, era que a este le gustara. No obstante, sus capacidades no le llevaban a pensar en una forma para festejar a su novio. Así que sí, por eso se hallaba haciendo preguntas para nada discretas en la Agencia...
—Atsushi-kun... —habló, dirigiéndose al albino, el cual cargaba consigo unos papeles: por supuesto, que no se ofreció a ayudarme.
—¿Si? —inquirió el otro, justo cuando una violenta ventisca entró por la ventana derrumbando así su pila de documentos—. Ah... —dijo con un deje de tristeza. Osamu se carcajeó.
—Pobre, jajaja... —continuó con sus risas.
—Dazai-san, ¿no piensa ayudarme?
—Nop. Se te cayeron a ti, no a mí —justificó; los orbes del otro lo vieron con desilusión—. En fin... continuando con lo que te iba a decir... —Él otro presto atención— Si fueras a regalarle algo a Chūya, ¿qué le darías? —Los párpados del hombre tigre se cerraron y abrieron con desconcierto; a su vez, dejó de recoger los materiales caídos.
—¿Yo? ¿A Chūya-san? —Por un momento creyó que la forma en la que llamaba a su adorado novio era incorrecta..., según él, debía de llamarlo Nakahara-sama, o algo parecido; sin embargo, instantáneamente recordó que nunca lo había hecho, y que probablemente nunca lo haría, a menos de que el poseedor del nombre le reclamará. Desistió.
—Sí, Atsushi-kun... ¿qué le darías? —Él otro dió una de sus usuales sonrisas.
—Aunque me lo pregunte, no sabría que responderle, Dazai-san; pues no lo conozco demasiado... —Una pequeña pila de hojas, comenzaba a formarse.
—Ahh... —Arqueó su cabeza encima de la silla en la se hallaba sentado— ¿Y con alguien que sí conozcas? —Sus ánimos volvieron.
—Probablemente sí. —La pila estaba por concluir.
—Entonces, ¿qué le regalarías a Akutagawa? —La pregunta no le agrado al menor.
—¿¡Ah!? ¿Por qué tendría que regalarle algo? —comenzaba a quejarse—. Además no es como si lo conociera; al menos no lo suficiente como usted piensa, Dazai-san. —La mirada del castaño, prácticamente decía "no debí preguntar"— Nunca le he agradado, ni él a mi, por supuesto; siempre me molesta, y sobre todo ¡intenta matarme! —Sus exaltaciones, provocaron que con sus brazos tirara, una vez más, los papeles; más era tanto su reclamo, que ni atención a ello prestó— ¿Quien en su sano juicio le regalaría algo a su posible asesino...? —Quiso continuar, pero se había dado cuenta del desastre que, nuevamente, había cometido; inicio la recolección, otra vez.
—Sí, sí, sí, ya entendí. No necesitas exaltarte tanto, Atsushi-kun. —Él nombrado hizo un puchero— Tan solo buscaba ideas.
La pila de papeles que fue derrumbada dos veces, por fin fue formada y colocada de manera segura sobre su escritorio.
—Sí le diera algo a Akutagawa, sería un pañuelo. —La sorpresa a Dazai arribó; y los ojos de Nakajima se lo confirmaron: hablaba en serio.
—¿Por qué?
—Porque, apuesto a que él, valoraría algo que le fuese necesario, a algo que le sea agradable; sugiero que eso es lo primero en lo que se debe de fijar: ¿qué es lo que cree que Chūya-san necestia o qerría en un regalo? —Sus pensamientos se abrieron aún más; como siempre, el albino, estuvo dispuesto a otorgar su ayuda: se le agradece.
—Gracias, Atsushi-kun; con eso es suficiente.
—No hay por qué, Dazai-san. —Con lo último de este dicho, el castaño tomo sus pertenencias y se dispuso a salir de la instalación.
—Por cierto, Atsushi-kun —Se detuvó— Como tu respuesta parecia muy seria, me atrevo a pensar que querras hacerlo, ¿verdad? —Las mejillas del otro se tornaron del mismo color que unos tomates maduros— Ya veo, sí es así: en ese caso, te sugiero que no lo entregues tu mismo, y que a cambio, pongas una breve descripción en el pañuelo...
Al ver que su superior, iba a continuar con su tip, se animo a seguir curoseando.
—¿Qué?
—Jinko —El bochorno en el muchacho era tan notorio, que hasta sus acciones lo delataban, pues una vez más, había tirado aquella pila de papeles. Se oyó el cerrar de la puerta, lo que significaba que Osamu había escapado.
Era 26° de Abril, lo cual significaba que mucho tiempo no tendría; y aunque sabía de antemano la fecha, aún se recrimina a sí mismo, el no haber ahorrado más...
No le parecia elegante, ni mucho menos, adecuado, el preguntarle al dueño de su corazón, que querría como regalo de cumpleaños. Porque además, sabía que su precioso peli anaranjado, prefería un detalle, más allá que alguna utilidad.
Pensó en comprarle alguna prenda de ropa..., pero su estilo era tan básico, que muy probablemente nada de lo escogido por él, sería del agrado de su novio; lo mismo pasaba con los sombreros: si compraba alguno que le pareciera bonito, Chūya creería que era feo. Y su calzado... era muy peculiar, mejor no se metía con el.
Ay, que complicado.
¿Prepararle algo de comer? Ni muerto. Seguramente la maldición que en sus manos habita, no se lo permitiría.
¿Llevarlo a algún sitio en el que cenar? Mmm... sonaba tentadora la idea; ah, puede que su cartera no diera para cumplir con las expectativas del exigente paladar de su pareja.
¿Algún presente como flores, chocolates o vino? No, jamás; en ocasiones anteriores había utilizado aquellas ideas; le parecia cero novedoso.
¿Llevarlo de compras? Ja, ja, ja; eso era peor que llevarlo a cenar.
¿Una noche juntos? Ya, pero eso pensaba hacerlo sí o sí; no quiere que toda esa celebración se reduzca a eso.
¿Un libro? Sin ofender, pero no cree que los leería.
Pero y si..., ¿viajaban? Oh, gran idea. No estaba de más probarla.
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それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...