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—¿Nakahara-kun?
Oh, oh, pensaron ambos.
Por segundos Chūya no supo que hacer, estaba dudoso, sin embargo, si no decía nada, la persona —en este caso, Yasashī-san—, se preocuparía y probablemente quisiera abrir su puerta: lo cual era lo ultimo que deseaba. No obstante, ese no parecía ser el caso de su novio, porque este, poco le importó al punto en que volvió a lamer, presionar y besar sus pezones. El gemir por tales sentires, volvió.
—¿S-si? —Fue lo más sencillo que se le ocurrió decir, pues no era una frase, lo que ocultaría su acortada voz.
—Veras... en la sala común se hallaba tu saco junto a tu sombrero... Muchas veces mencionaste lo importante que es estos son para ti, por eso te los he traído —explicó la mujer—. Si no te molesta, puedo pasar y entreganter-
—¡No! —No la dejó concluir.
Por muchísimas razones, que obviamente tardaría en explicar, al moreno le excitaban los nervios y reacciones de estos. Su lengua comenzó un viaje por cada línea en el trabajado abdomen del muchacho; pero también, la palma de su mano se introdujo con lentitud dentro de la parte más caliente de este, su entrepierna. Como reacción el otro soltó un fuerte gemido.
—¿Mm? ¿Pasa algo?
—E-eh, n-no —Mordió su labio inferior— Lo... qué pasa es q-que acabo de bañarme, en... —Su pecho se elevaba y elevaba— cuanto... termine, iré po-por el saco y el sombrero. —Colocó su mano entre sus dientes, sirviendo esta como amortecedor. La imagen, era muy erotica; y Dazai no podía quedarse de brazos cruzados.
Las caricias introvertidas se pasearon por todo el pene de Chūya; desde lejos, se le podía notar lo inspirado que estaba.
—No te preocupes; te espero.
En ese momento Chūya sintió el verdadero terror.
Y Dazai... pues Osamu sintió desprecio y agradecimiento hacía aquel ser fuera del apartamento: el primero por haber interrumpido su privacidad; y el segundo por estar ahí y provocar nervios que eventualmente exitarían a su chico: y le encantaba.
La mujer no insistió más pues tomó aquel silencio como un "sí"; y sí, se quedó esperando. Nakahara lo supo...
El castaño intentaba bajar lo más atractivo posible hacia el órgano sexual del de cabellos anaranjados; tocar este y también masajear su glande; sin embargo, un Chūya demasiado sonrojado se lo impidió. Aunque sus ojos y la imposibilidad de realizar tales acciones lo delataban, este se abstuvo al maravilloso placer que sentiría.
—Paremos.
Odio a la mujer; aquel agradecimiento que en algún momento sintió, se fue al borde.
—Sí, sí. —Suspiró— Ah, ah, tenía que ser justo ahora.
Y sin una pizca de ganas, se quitó de encima del joven y se apartó hasta el lado izquierdo de la cama —el punto más alejado de la puerta—; empezó a colocarse su abrigo y demás accesorios. Por su parte, Nakahara, acomodó sus rebeledes cabellos y con ello, su camisa; se acerco algo nervioso a la entrada y con algo de miedo, abrió esta.
—Yasashī-san... —La persona lo miró: Chūya creía que lo juzgaban; pero la mujer sonrió.
—Ten, te lo entregó. —Se refirió al sombrero y el saco. En ese momento, el de cabellera llamativa pensó que, si tan solo no hubiera olvidado esto.
Se despidió de la arrendadora, ambos utilizando palbras formales y respetuosas.
Volviendo al "caos" dentro de su apartamento, el familiar de los peli rojos miró el accesorio de cabeza con algo de ¿resentimiento?: Dazai lo notó.
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それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...