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Generalmente, el drama siempre estaba de por medio en cualquiera de las situaciones que les concernían; por ello, no era sorprendente verlos nerviosos o burlescos. Sacaban tonterías o las refutaban con argumentos poco factibles; sin duda alguna, denigrante.
Sin embargo, cuando a día de hoy el claro hecho de festejar un cumpleaños se les presenta, no deben simplemente salir con fundamentos sin sentido; se abstendrían de cualquier oportunidad de burla y convivirían de la mejor forma posible.
Así, se tragaron el orgullo y la sorna.
—Veras, Dazai —Rascó su cuello, en un claro presente de nerviosismo—, hay algo que quiero darte.
Se sintió abochornado, demasiado. Viris Dizii... ¿Qué pasaba con él? ¿Era la típica muchachita enamorada?
Y luego lo ve, con una risa a punto de estallar, pero, con la leve sonrisa demostrada y unas mejillas rosadas; le indican que va por el camino correcto.
—¿Y qué es?
—Es esto.
Dentro de absolutamente todas sus posesiones, el trabajo que con esfuerzo logro concluir, que batallo en crear por varios días..., estaba ahí, sobre su mano y estando a punto de ser entregado.
Parados frente a su irregular pero única ventana, provocadora de la hermosa luz de la Luna y la artificial; con sonidos tan claros y alejados de la gran ciudad de Yokohama. La distancia entre ellos es casi nula, y el ferviente sentimiento en el pecho de ambos, les otorga un excitamiento sin igual.
—Un poema... pronuncia el moreno, claramente asombrado y con una mueca que deja mucho que decir, pues no es posible descifrar.
Y antes de comentar o decir algo al respecto, un "espera" lo detiene y le impone el arte de la paciencia, y esperar a que Osamu terminará de leer su obra literaria; porque entonces cada minuto y segundo se arraigan con decisión, como aquellas palabras dichas por el moreno: claras y concisas.
Concentrado, comienza a leer cada párrafo, cada verso y cada letra. Tanto tiempo de su vida a leído que, tan solo poder hacerlo una vez más le llena de alegría; pero más cuando aquel hermoso ser al que tanto aprecia, le dedica una obra de arte: porque aunque no lo ha leído, esta completamente seguro que la forma en que Chūya se expresó, debe de ser perfecta.
Sin mayores rodeos, viajo la mirada por toda la extensión de la hoja. Los poemas no suelen ser largos, por lo que no tardó mucho en concluirlo.
En pocas palabras, era bello, maravilloso..., tan propio de su peli anaranjado.
No obstante, un verso se le grabó como trazo al pecho; demostraba con simplicidad y elegancia, el sentir de las perdidas, algo que hasta la fecha le ha dolido aceptar (pues ya lo hace). Aquel párrafo decía lo siguiente:
Porque aunque tu Sol se haya despedido,
estate seguro de que el otro no lo hará,
ya que jamás te soltará.
Las lágrimas y el placer al sentir tales palabras llenas de seguridad, fueron suficientes para completar el inexplicable vacío en sí.
Siempre lo supo, pero hoy lo confirma; Chūya era poderoso.
A partir de entonces, al doblar el hermoso y simple papel se vuelve en su acción y objetivo, pues está dispuesto a guardar y atesorar con el mayor cariño posible aquella hermosa obra literaria.
Con frecuencia, volvía a experimentar la felicidad; por dos partes, su tratado cambio y el acompañamiento con Nakahara. Sin embargo, aún después de todo ello, se siente feliz..., y espera que el sentimiento eufórico en su pecho, jamás se desvanezca. Como tal, hoy no sería la excepción.
—¿Te gusta?
Haber, que llevaba varios minutos sin decir ni una sola palabra; la inseguridad arremetía hacía el peli anaranjado.
Claro que le gustaba, lo amaba; pero no quería decirle solo ello, buscaba algo aún más especial... Y entonces, recordó lo mucho que espero el momento para entablar aquello.
La luz impregnante de la ventana, fue convencedora de lo noche que era y de cuanto tiempo había pasado. Sus rostros eran iluminados, y cada vez más se notaban mayormente esbeltos, sin imperfecciones y preciosos; pero preciosa era tal escena vista desde un punto de vista objetivo: tan única, maravillosa, incondicionada... tan bella.
Se arrodilló, y aunque la sorpresa se notó en su dulce chico, respiró y exhaló: debía de tranquilizarse, y ser lo más maduro posible.
De aquel bolsillo izquierdo tan usado y mantenido, sacó una pequeña cajita tintada del puro tono blanco; parpadeó con tranquilidad; y mostró las perlas que tenía por dientes: iba a hablar.
—Chūya... —El silencio continúo— Hay algo que debo preguntarte... —Con lentitud, comenzó a abrir el pequeño joyero— Quisieras... —Su nerviosismo llegaba, pero con prontitud lo alejaba— ¿Te casarías conmigo?
Mantuvo la vista apagada, y espero la respuesta de su contrario; no obstante, esta no llegaba, y parecía que no lo haría en un rato... Sin embargo, se hizo una promesa a él mismo: no levantaría la mirada, ni mucho menos se pondría de pie. Esperaría, y aplicaría todo aquello que en su momento Odasaku trató de enseñarle: paciencia.
No flaqueó, y en ningún momento lo haría; se mantendría firme y recto. Asimismo, el tiempo que esperaba y el tiempo que pasaba, se asemejaban... Es decir, cuando las personas están nerviosos, felices o molestos, perciben la noción del tiempo de una forma completamente distinta, ya sea con rapidez o lentitud; en cambio, en el momento en que se tranquilizo y dejo cualquier emoción nociva de lado, el tiempo que percibió comenzó su rumbo adecuado, tan simple y propio de él. Su mente se mantuvo en blanco y apropiada.
Porque cuando el mundo se le vino encima (o eso sintió), esperó que tan solo una oportunidad se le entregara, y por razones que desconoce y agradece, aquella se le presentó, tal vez con tiempo faltante o de sobra, pero se le otorgó.
Y aunque en su momento estaba completamente seguro de que vivir no tenía valor alguno, el tiempo y la vida se encargaron de enseñárselo; y estaba en deuda por ello. Aquellos seres que fueron la representación del aprendizaje que comprendió, insistieron y en ningún momento se derrumbaron... ¿Qué derecho le daba a él, flaquear y dejar de intentar lo que más anhelaba?
Dejaría de huir, y por primera vez en mucho tiempo, se sentiría satisfecho de la decisión que tomó.
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それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...