Parte Final: Sore Wa Soredeshita

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—Sabes Chūya... —dijo de imprevisto, algo exaltado y con un enorme nerviosismo.

—¿S-si? —contestó exaltado.

—A mí...

Al ver que el rumbo de la situación se tornaba algo fantasioso, la mente de Nakahara Chūya comenzó a imaginar una escena en específico. Tal parece, una situación que lo hacía sonrojar, pues sus mejillas reaccionaron.

Al ver esto, Dazai solo calló.

No podía mantenerse cuerdo al ver tal viva imagen de sus sueños: un hermoso joven, sus enormes y azulados orbes, con un furioso y caluroso cabello anaranjado..., sonrojado. Tan apetecible y deseable.

Su autocontrol se perdió.

De un momento para otro, había movido su cabeza algunos grados en dirección al oeste, lo suficiente para tener el rostro de Chūya a un alcance más agradable. Con lentitud se fue acercando...
Miraba y miraba los carnosos y, probablemente, sabrosos labios del otro.
Si intentabas medir la distancia entre ellos, te darías cuenta de que no podrías, porque era mínima, pues las puntas de sus labios se habían tocado. El pequeño rose entre las bocas, activó los instintos de estos. De forma voluntaria y velóz, ambos presionaron sus belfos; un toque caliente, sencible y demaciado real.
El movimiento entre ellos era claro, ya que desde cualquier distancia —y por el silencio en el lugar—, se lograba escuchar los sonidos que hacían los labios al besarse.
Algo de saliva se escurría de los orificios de ambas partes.

Cuando ninguno soportaba la falta de oxígeno, se separaron, siendo cómplices de un largo y grueso hilo de baba, que unía a las bocas.

Se miraron, y volvieron a besarse.

Podía verse que el ósculo, había avanzado a otro nivel. Porque el ímpetu de las dos personas involucradas, era mayor que el que cualquiera haya visto.

Un beso apasionado.

Sonidos y ruidos se podían escuchar.
El sonrojo en ambos era evidente.
Y que decir cuando el más alto intento meter su lengua en la pequeña boca del más bajo.
Con algo de tiempo y aviso, empezó a meterla; para el otro fue algo nuevo y llamativo, por lo que no supo reaccionar con rapidez, tan solo logró abrir sus labios. Pero cuando notó en sus profundidades bucales un intruso, sintió que se atragantaba; no obstante la exitación y el placer que aquello le dió, fue tan grande que soltó gemidos de novedad y gusto.
Sintiendo al otro, él mismo atinó a mover su lengua; asimismo, ambas parecían abrazarce, y a su vez, pelearse en el interior de los dueños.

En cuanto a las manos de estos, Dazai las paseaba por los hombros, brazos y cuello del pequeño: le gustaba delinear y dar caricias al cuerpo de este, pues el dueño reaccionaba con bochornos más evidentes y gemidos del mismo tipo; lo cual, eran un deleite para los oídos del de complexión más alta y delgada. Y, por parte de Chūya, el solo se sostenía de la blanca camisa del contrario; toda sensación que le llegaba, provocaba que aumentará su fuerza en el agarre...

Cuando el beso estaba a punto de concluir, el moreno, comenzó a sentir una gran exitación, al punto en que no supo cómo detenerla o apagarla; porque al instante siguiente, los dientes que dentro suyo se hallaban, se habían clavado en el labio inferior de su hermoso Chūya, acto que hizo al otro sangrar.

Estaba a punto, de despegarse y pedir disculpas; no obstante, Nakahara lo tomo del cuello de su camisa y lo presionó aún más contra él. Haciendo que el beso fuera más necesitado, y que el 'hierroso' sabor de la sangre, los activará aún más. Provocando en ambos un increíble placer.

El hidrógeno los asfixiaba, por lo que ambos concluyeron su unión sexual.

Las incontables muestras de cansancio, como lo era la agitación de los cuerpos y la irregularidad de sus respiraciones, eran demasiado evidentes.

それはそれでした [Eso Fue Todo]  «Sōkoku»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora