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Caminaron por los rumbos de Yokohama, obviamente a petición del de cabellos castaños y revueltos. Las calladas calles, son el interprete perfecto para que ambos dialoguen de forma tranquila y sin molestia alguna; la tenue luz que las lámparas transmiten dan una sensación de calma que da una representación para nada incómoda; y ni que decir del ambiente del lugar: un sitio con algo de viento y provocando frío para los más sensibles; pero que le otorga elegancia y a su vez, estética.
No duró mucho el silencio, cuando Dazai abre sus labios y suelta palabras al azar.
—Chū-chū, ¿por qué no traes tu saco contigo?
—Ah.
Si mirabas a Chūya, solo podías darte cuenta de que simplemente llevaba su característica camisa color vino, y sus obvios accesorios color negro, claro en la parte superior. Pero cuando se le dijo la obviedad, fue como si el mismo apenas se hubiera dado cuenta. Su cuerpo, automáticamente, comenzó a temblar; cruzo sus brazos y rápidamente los movió buscando así el calor corporal. Dazai lo miró.
—Ten. —Quitó él mismo su saco, y se lo colocó sobre el delgado y pequeño cuerpo del joven: empezó por los hombros, luego cayó hasta sus brazos. Con el abrigo puesto apretó con sus manos el cuerpo del otro— ¿Aún tienes frío?
Pero sintiendo un abrazador calor sobre su pecho y los cachetes sonrojados, el joven no se sintió capaz de contestar, tan solo atino a asentir con su cabeza a la considerada pregunta.
—Ya veo —dijo el más alto—. Sabes Chūya, hace poco me pregunté si... ¿a ti te molestaba que te tratara como mi perro?
Por un instante, el bello joven sintió que el otro había arruinado la situación, no obstante, lo pensó un poco y se dió cuenta de que en su pregunta, un deje de curiosidad, culpa, responsabilidad y nada de arrepentimiento..., se podían sentir.
—Nunca me gustó. —Dazai parecía sorprendido; no creyó que el otro se lo tomaría en serio— Ambos hicimos una apuesta, así que no debo, ni me arrepiento de ello. En su momento, no pude aceptarlo: me molestaba; luego, solo lo comprendí. Era mejor, a estar manteniendo odio siempre dentro de mí.
Las palabras dichas por ambos, eran claramente salidas cuando los dos caminaban. En pocas palabras, ninguno se veía ni detenía al hablar.
Y entonces, Osamu paró.
—¿Eso significa que nunca me has odiado, Chūya?
El de hebras anaranjadas pone un alto a su caminata, se voltea y se situa frente a Dazai. Le sorprende verlo asombrado y además, con una leve luz de esperanza y felicidad en sus ojos. Quiere sonreír, y lo hace; una sonrisa tierna. Su corazón comienza a latir a una gran velocidad y sus labios se empiezan a abrir.
—Exacto. Nunca te he odiado, Dazai.
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それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...