Parte 2: Chūya

121 16 0
                                    

Chūya. Para Dazai, su Chūya, era un ser hermoso. En el planeta, no pudo existir una belleza más, que, siquiera, le rozará los talones. Siempre supó que él era bello, hermoso; sus descarados, profundos y únicos ojos, se lo decían.

Por las noches, se preguntaba cómo es que había podido existir tal maravilla de humano; digo, para Osamu era el ser más bello jamás visto; sin embargo, no era sorpresa para nadie, exterior o no a ellos, saber que Nakahara era un hombre que, más allá de guapo, era lindo. Por lo mismo, Dazai lo mantenía a su lado las veces que fueran necesarias, para dejar en claro que era suyo, de su propiedad. No obstante, con el paso de los años, y de como fue conociendo al de ojos azulados, se dió cuenta de que este ser no podía ser suyo, ni tampoco de nadie más; era un ser libre; por eso cuando lo conoció y le impuso todas aquellas restricciones, este le "odio".
Le prohibió su anterior familia, su voluntad de decidir que quería hacer con su vida, y además, básicamente, lo obligó a unirse a la Port-Mafia: cualquiera en su sano juicio, diría que él, fue el responsable de aquellos actos tan ruines.

Pero a Dazai no le importaba ser ruin o no, él lo quería a su lado; estaba preparado para las consecuencias.

Y ya sea por fortuna o desfortunio, sabía que el peli anaranjado lo había perdonado; ponía en su rostro una fachada que, casi casi, decía "te odio"; pero cuando se preocupaba por él, y sus labios, ojos y todas sus facciones se convertían en muecas de preocupación..., aquella fachada ya no significaba nada: simplemente caía. Verlo ir y preguntar su estado, preocuparse si la cosa era peor, o al contrario, aliviarse si era mejor..., eran para él, las más grandes maravillas jamás existidas; pues su sincero y bello rostro, era lo único que le provocaba eso.

Y no, no es que solo le interesará el rostro de Chūya, no, es algo más profundo... El rostro de su ser favorito en este mundo, era el reflejo de su alma: un alma pura y hermosa.

Era bonito, en el interior y el exterior.

Aún así, sabiendo todas las inhumanidades que había hecho con este ser, no sé odiaba ni se arrepentía de ellas.

Odasaku se lo dijo: a él, el bien y el mal no le interesan. Estaba en lo correcto. Sabe el significado de ambas, pero no sigue a ninguna. No son para él algo necesario; le dan igual.
Pero, le hizo una promesa a su mejor amigo; se iría al lado del bien: protegería al débil.

Nakahara no es débil, lo sabe mejor que nadie.

Él, era débil a su lado.

Dazai no era un santo, tampoco alguien con escrúpulos: en realidad, era un descarado; siempre lo había sido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dazai no era un santo, tampoco alguien con escrúpulos: en realidad, era un descarado; siempre lo había sido. Sin embargo, nunca fue un metiche; sabía cuándo meterse dónde no lo llamaban, pero, no era un tipo obsesionado e interesado a lo que no le concernía...

それはそれでした [Eso Fue Todo]  «Sōkoku»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora