Especial 8: De viaje [5]

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A la mañana siguiente, junto al compás de los cantares de las aves, el castaño concluía con su (un poco) organizada implementación de maletas en la cajuela del auto de Chūya. Cloro, con su querido peli anaranjado ya dentro del coche, para lo que él creía era el regreso a Yokohama; aunque le parecía corto, pues hasta donde recuerda, él había pedido más días libres, los cuales aún no estaban "cumplidos": en fin, ¿cuándo se ha equivocado el moreno en sus estrategias, o planes, en este caso? Recuerdos vinieron a su mente: los borró.

El plan, por supuesto, era viajar a Kioto, claro que sí; sin embargo, también a Nagano, oh, cierto..., al menos en cabezas castañas.

Digamos que las formas de encontrar rutas para aquellos viajes, y en este caso, para su próximo, no fue para nada sencillo —aunque, tampoco difícil—, fue laborioso; pero también fue ¿encantador? Pues Dazai, después de tantos años de continuo aburrimiento, sentía que se esforzaba, que se sorprendía y que aquello le agradaba: por fin.

Gracias, Chūya.

El viaje, desde la ciudad que hace nada visitaban, hasta la que estaban por visitar, fue más corto de lo que esperaba: tal vez, se debía a la presencia de su agradable y precioso novio, o por que el viaje, realmente fue corto; o ambas

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El viaje, desde la ciudad que hace nada visitaban, hasta la que estaban por visitar, fue más corto de lo que esperaba: tal vez, se debía a la presencia de su agradable y precioso novio, o por que el viaje, realmente fue corto; o ambas.

Secretamente, él siempre quiso visitar Nagano, ni siquiera Nakahara lo sabía. No obstante..., que mejor que verlo acompañado de su persona favorita.

A diferencia de Kioto, Dazai decidió arrendar una rústica morada lo bastante alejada de la sociedad, pero, a su vez, lo bastante cercana a supermercados —y demás establecimientos— por medio del uso de un automóvil.

El austero lugar, tan pequeño como un apartamento individual, no era estrictamente tradicional o de características conservadoras, pues mantenía sus toques sincronizados a la actualidad, lo que le daban una esencia innovadora.

Las puertas eran corredizas, como comúnmente se conocía en Japón; y los sitios para dejar los zapatos, también se conservaban de la forma continuista... No obstante, el pizo de madera, muebles y el diseño arquitectónico del interior, eran lo suficiente novedosos, para considerarlos "tradicional". En cuanto a la decoración, era una llamativa mezcla entre lo futurista oriental y lo antiguo occidental: un toque perfecto.

Al ser su penúltimo día de vacaciones, ambos se dieron el lujo de tomarse su tiempo para dejar sus equipajes y demás, en la respectiva habitación que ambos compartirían.

Accediendo a bañarse junto al castaño, por "su gran descubrimiento" —una bañera—, él, como el mayor de la pareja, se despojó de sus cuidadas prendas, así como de sus accesorios; deshizo su peinado, y sacó sus zapatos.

Para cuando abrió la puerta que redirigía de su habitación al cuarto de baño y, efectivamente, a la bañera, su atrevido y ocurrente novio, se encargaba de esperarlo dentro de esta; con una posición que intuía madurez y paciencia: ¡Ja! ¡Como no!

—Vamos Chū-chū, aquí. —Señalando su regazo, insinúo al joven a sentarse sobre él; recibiendo, por supuesto, un sonrojo de parte de este: más no una negativa.

El agraciado chico no espero ni hizo al otro esperar más, para seguir el pedido del otro.

Sentado entre sus piernas, las constantes caricias a cada línea, marca o profundidad, que en su espalda se formaban, eran delineadas y palpadas por las singulares manos de Osamu.

El incesante, pero relajante y excitante, aliento que el más alto dirigía, desde su vocalidad, hasta su cuello, y a sus oídos, le erizaban la piel, poniéndola de "gallina".

Cuando los dedos en las extremidades de Dazai, bajaron llegando a sus muslos y glúteos, no pudo evitar sentir más de un apretón. Sin duda alguna, algo dentro de él, avisaba por querer despertar.

Su miembro inevitablemente se irguió duro, cuando sintió como el rudo pene del otro, se hallaba cerca de su entrada.

La consentidora mano de Osamu, no se hizo del rogar y con prontitud se hallaba encargandose del su falo; de arriba hacia abajo, formando círculos en su glande e incontables más caricias.

—Ah... —Tampoco fue necio, y dejó salir su voz como más le placía.

Más tarde -tampoco demasiado-, las embestidas a su culo, causadas por el miembro del otro, provocaron que por poco se devastara..., no obstante, sino hubiera sido por el placer que tanto sentía, claro que lo estaría.

Y cuando ambos lo vieron conveniente, con algunos escalofríos en sus entrepiernas, ambos se vinieron sobre sí.

Cansados y agitados se recostaron encima de sí; al cabo de unos minutos, tan solo se dedicaban a lavar sus cuerpo. Con la limpieza concluída, Dazai y Chūya, salieron de su agradable baño de burbujas; por supuesto, el segundo en brazos del primero: y no se debía a que este mantuviera algún dolor o algo por el estilo, simplemente, era capricho del moreno.

Completamente cambiados y arreglados, se dispusieron a salir y dar una vuelta: disfrutando del bello lugar que ahora visitaban, y con el objetivo de comer algo en el camino. A lo que decidieron caminar, aún sabiendo que tardarían: les gusto la idea de aprovechar ese tiempo juntos, acompañados del grato ambiente.

—Pero aún así me sorprende; nunca esperé que me trajeras a Nagano —expresó el bonito joven.

—¿Te hubiese gustado otro lugar?

—¿Eh? No, claro que no; tan solo que, al recordar cómo dejabas en claro tu falta económica en la carta, no hubiese creído que me llevarías a dos sitios: dos sitios con demasiada demanda —contestó con sinceridad.

—Ah, aquello... —Negó con su mano— Me refería a que no estaba en posiciones económicas de llevarte fuera del país, como a Europa, por ejemplo: especialmente a los países más reconocidos... Por supuesto que no tendría los fondos suficientes para llevarte ahí.

Tras aquello, Nakahara respondió con palabras correspondientes a que su viaje actual ya era un gasto grande, pues lo había llevado a lo mejor de lo mejor; en ese sentido, sacarlo fuera del país incrementaría el costo... Aclarando que, por sobre todas las cosas, los sitios que visitó, los adoró, amándolos con todo su ser, por obvias razones..., como tenerlo a él a su lado. También que no se preocupara por no haber logrado su objetivo primordial; que cualquier regalo suyo sería su adoración. En pocas palabras que agradecía todo aquello.

Sin duda, Dazai lo había pensado mucho; y aquello, le llenaba el corazón.


それはそれでした [Eso Fue Todo]  «Sōkoku»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora