Especial 6: De viaje [3]

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En cuanto sus pies ingresaron, mucamas y encargados del servicio, se acercaron a la pareja: rápidamente, preguntaron si podían hacer algo por ellos; no se veían preocupados, ni nada por el estilo, tan solo cumplían con su deber. Correspondiendo, Dazai dejó que estos se encargaran de acciones y cosas para nada ostentosas y difíciles de hacer.

—Disculpa —habló a una mujer, parecía joven, por lo que se refirió a ella como "señorita"—, pronto querremos ingresar a las aguas termales..., ¿podrías decirme en dónde se encuentran? —La empleada asintió.

—Claro. Las de los caballeros se encuentran al fondo a mano izquierda; dentro, encontrará lo necesario para su baño.

—Gracias —dijeron ambos, el que era cargado y el que lo cargaba. Su contraparte, dió una pequeña y ligera reverencia.

Asimismo, mientras se encaminaba hasta el cuarto en que se hospedaban, llegó hasta la habitación, abriendo a su paso las corredizas puertas —también hechas de papel—, y mientras pisaba aquel tatami, dejó a Chūya sobre el futón.

—Auch. —Quejidos de entre sus labios, salieron— ¿No puedes ser más delicado, o considerado? —reclamó. Básicamente, su pareja, al ingresar lo había dejado caer en el poco acolchonado sitio en el que dormirían; por lo que su trasero resintió el impacto, provocando en él un pequeño dolor.

—Ah, sí: perdón. —No le otorgó mayor importancia, se encontraba pensado en algo más interesante.

Y cuando el otro iba a continuar sus quejas, una mano se posiciono frente a él, insinuando ser tomada.

—Vayamos a darnos un baño. —No dijo más, sabía que aquello era suficiente para hacer callar a su pequeño peli anaranjado. En cuanto a este, su sonrojo aumento de sobremanera, y desviando su mirada de aquella palma, aceptó su petición.

Y sin demás demora, caminaron dentro del extendido pasillo, rumbo al esperado y sin aún haber visto en todo el tiempo en el que habían estado ahí.

Abrieron las puertas, y como era esperado, entraron a la pieza.

El sitio, pareciendo repleto de incontables lockers de madera, objetos tales como pequeñas tinas y demás, era el lugar introductorio hacia las termas.

Comenzaron a quitar sus ropas, prenda por prenda, accesorio por accesorio y sandalia por sandalia; antes de quedar completamente desnudos, colocaron sobre sí una blanca y agradable toalla a la altura de sus cinturas.

Siendo el moreno el primero en haber concluido sus acciones, se acercó hasta su contrario, De tal forma que mirando su desnuda y blanquecina espalda, poseedora de uno que otro hoyuelo, su ser se halló repleto de infinidades de deseos; si su objetivo no hubiera sido llevar a Nakahara ahí para que se relajara, fácil, ya lo habría atacado, provocando que este se pusiera en posición fetal. Desistió.

Antes de acercarse, notó como las hebras anaranjadas del joven serían una molestia a la hora de darse el baño, por lo que sacó de entre su muñeca derecha una mediana liga, que ya antes había preparado con antelación. Introdujo sus delgados dedos entre la fina cabellera de su novio, de manera que al presionarla y manejarla, este tomara la forma de una coleta, y después, de un chongo: y con la liga, ató los mechones; uno que otro cabello se le soltó, posicionándose sobre el rostro del chico, pues los cabellos eran cortos.

—Que lindo... —Sus inflados y rojos cachetes fue la única respuesta que recibió.

Agarró la mano del agraciado ser vivo, y de manera en que deslizaba las puertecillas de madera, los metió a él y al otro dentro.

Y el baño comenzó.

De un minuto a otro, la pareja se encontraba en aquella terma, siendo testigos de una magnífica relajación.

Rodeados de rocas, algo de vegetación, y la luz de la Luna, ambos pudieron descansar de sobremanera en compañía del otro. Esa delicadeza que el agua y el viento a su alrededor, les otorgó los suspiros más honestos y desestresados que en sus cortas vidas habían oído. Además, sin una sola persona a su alrededor, la dicha que sintieron fue incomparable.

Siguiendo con el curso de lo tradicional, ambos se vieron tentados en lavar y tallar sus cuerpos. Aquello les implicaba sentarse sobre un pequeño banquito, en este caso, de color amarillo, y si así lo preferían, despojarse de la acolchada toalla que llevaban desde un comienzo. Dazai, por supuesto, fue de los que se la quitaban; en cuanto a Chūya, dudó un poco, pues a su mente llegaban consideraciones en cuanto a su novio, no obstante, al final, el también se la quito.

—Chū-chū, déjame tallarte la espalda.

"Chū-chū", realmente no quería los tratos de Osamu, así que comenzó a correr por toda la extensión del lugar, hasta que, sin ver mayores oportunidades de escape, se tiró al agua, sumergiéndose en esta.

—Dazai, alejate —ordenó, luego volvió a meter su rostro a la altura de su nariz, donde se lograban divisar una que otra burbuja.

—No —contestó cortantemente, asustando un poco a su contrario.

Sin intención de negociar, salto hasta la terma, provocando un "chapuzón" cuando se halló dentro. Chūya inició su nado, tratando de huir; pero el lugar era pequeño, por eso cuando el castaño lo sujeto de la espalda sin intenciones de soltarlo, no pudo resistirse más.

Sacando al escurridizo novio, lo llevó hasta el sitio en que podía lavarlo. Y así como la extensión de palabra decía, solo lo lavo: no hizo nada más. Claro, aprovechó la oportunidad para coquetear y soltar uno que otro alago hacia su persona, provocando aún más sonrojos.

Cuando fue el turno de Dazai para ser lavado, este se sintió el ser humano más dichoso jamás existido; pues, cuando sintió que era limpiado por unas pequeñas manos, puedo notar, como estás lo trataban con tanta delicadeza y paciencia, haciéndolo sentir aquellas sensaciones; en pocas palabras se sentía querido, sentía que alguien, por fin, lo quería.

Más tarde, completamente lavados de sus cuerpos y cabellos, ambos chicos se metieron una última vez al agua; disfrutaron lo más que pudieron de aquel sitio. Al salir, se colocaron las yucatas, otorgadas por el ryokan, para así salir hasta sus habitaciones.

Se recostaron cómodamente en el futón. Y mientras se abrazaban para sentir el calor que ambos cuerpos emanaban, los dos se desearon un "buenas noches", junto a un largo beso.

それはそれでした [Eso Fue Todo]  «Sōkoku»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora