•
Su factible viaje en el supermercado, con la también factible compañía de Atsushi, facilitó, por montones la clase de compras que debía de hacer. No peleó con todos los tipos de empaquetados, ni tampoco, fue por ahí con su mirada asesina. Sin duda alguna, la ayuda del muchacho, le fue demasiado necesaria.
Esperaba poder aprender algo de tal experiencia: como no enfadarse cada cinco segundos, aumentar su paciencia, y saber que no puede lograrlo todo él solo.
Sabía lo que debía de comprender, y aplicar en situaciones futuras..., pero claro, es fácil decirlo... y hacerlo, es difícil.
En fin, su ser no apreciaba el gusto de pensar en eso ahora.
Cuando las compras fueron completadas, y se despidió del pequeño —al que está casi seguro, puede verlo como a un hermano—, se subió a su auto y se dirigió rumbo al departamento compartido de él y Dazai.
Alistó, en lo que era su cocina, todos los ingredientes ya antes comprados; pastas con pastas, carnes frías con carnes frías, líquidos con líquidos, y etc., etc... Básicamente, le gustaba llevar un orden para no confundirse y controlar cualquier situación posible. Dicen que entre más representes el orden, más te representará este a ti; en pocas palabras, un tema filosófico.
De cualquier forma, no cocinaría el día de hoy: solo revisaría las recetas a preparar, y complementaria estas con algunos conocimientos suyos.
Y así, cuando las misiones concluían; la Mafia y él cumplían sus labores; y la continuidad en el mundo seguía su curso..., el, por una parte, esperado día, arribaba con rapidez..., sorprendiendo a muchos, importandoles poco a otros, y unos cuantos, agradeciendo por ello.Y cuando la mirada azulada, sugiriendo un espejismo entre lo hermoso, se posó con fervor sobre las facciones de su pareja, insistiendo al otro a despertar... Y, aunque los rayos del Sol, amenazaran con rostizar al moreno, este en ningún momento despertó, y mucho menos se levantó.
No obstante, cuando oye la gratificante voz de su Chūya —que para él, era por mucho, superior a los cantos de las aves—, otorgándole un dulce "feliz cumpleaños"; el mirar sus labios expresando tales palabras; y como la belleza de este, hacía de su oración una bendición..., fueron capaces de hacerlo despertar, y hasta más, como besar los labios de su amado.
Que la persona que más a aprendido (y aún lo hace) a amar, en todo lo que ha sido su vida, le desee un feliz cumpleaños, no provocaba más que lágrimas internas en él. Su significado para continuar en su camino por la vida, hacía tiempo que había acabado; y por supuesto, que no lo entristecía, ni mucho menos, al contrario, lo alegraba. Pero conocer a Nakahara, le otorgó una felicidad aún mayor a la que mantenía.
Por primera vez, después de tantos años, dejo de sentir un vacío en su pecho. Dejo de sentir soledad, abandono.
Sabía, más que nadie, el gran idiota que era; no obstante, por primera vez en su vida, se da cuenta que la decisión que tomó aquel día, fue la mejor que pudo tomar en toda su vida: la responsable de sus futuras decisiones, que con toda disposición hizo sin un apice de arrepentimiento.
Por qué eso provocó Nakahara Chūya..., que quisiera vivir sin arrepentimientos.
—Gracias. —Y sentía que se quedaba corto: no, lo asegura. Un gracias, jamás sería suficiente para expresar todo aquel sentimiento en su pecho; jamás sería capaz de saciar su agradecimiento: jamás.
—¡Sí! —Además, que las comisuras en los labios del peli anaranjado, se tornarán en una sonrisa, tampoco ayudaban... ¡Por supuesto que no! Esa dulce mueca, iluminada por la luz entrante desde la ventana; perfilada por el leve, pero notorio, sonrojo en sus mejillas; y demostrando toda la pureza que su Chūya cargaba..., ¡por supuesto que no ayudaban!
Y decir que no se sintió miserable, era mentir.
Al ambos posicionarse en las agradables sillas de madera, dueñas de otorgar una vista a su transparente mesa, fueron los indicadores para que el desayuno comenzará y ambos llenará sus estómagos de tales manjares.
Vistos desde la perspectiva de Dazai, su estética parecía exquisita... Dos mitades de bollos, algo dorados por el exceso de mantequilla; sus delgadas y cálidas rebanadas de jamón, así como de queso..., debajo de unas cuantas hojas de lechuga; además de ser acompañados por unas cuantos frutos rojos. Sin contar, la perfecta sintonía que hacían con una copa de vino, sin duda alguna un gran maridaje.
Los probó, y al momento en que tal manjar entró a su organismo, y fue saboreado por sus pupilas gustativas, la sorprendente bomba de sabor que sintió dentro de su ser, lo hizo sentir la dicha de la vida... Felicidad, sí, esa era la palabra; era feliz.
—Uhm... Delicioso. —Con sus mejillas infladas, pareciendo una ardilla, el chico que hasta hace poco, era conocido como "suicida", dijo.
—Es obvio... Yo mismo las preparé. —Se refirió con orgullo a su platillo.
—Claro que sí. —Al instante, presionó uno de sus cachetes, y le sonrió.
—Gracias.
De acuerdo, sabía a qué hora debía de regresar a casa, para recibir el regalo que tanto había estado preparando su querido mafiosito; en ese sentido, preparó como ya era costumbre sus planes, y se alistó para recoger aquello que llevaba preparando desde hace días.
No era pesado, tampoco ostentoso; era de espacio adecuado, y lo suficientemente grande para caber en un bolsillo.
Así que cuando cruzó las pesadas y vestigiosas puertas del lugar, siendo recibido por su nombre y los cordiales saludos, simplemente se dirigió a quien había estado llegando día tras día. Pidió lo que a partir de entonces, le pertencería y salió del lugar.
Transcusó las calles de Yokohama, como si de un visitante se tratara.
Pero volvió a la Agencia. Trabajó y platicó con sus compañeros sobre sus planes.
—Debe de ser un momento maravilloso, Dazai-san —sugirió Atsushi.
—Sí, será lo mejor —concordó el hermano mayor de los Tanizaki.
—Asegurate de no faltar, Dazai. —Presionó sus lentes y ordenó el rubio.
—Y también, asegúrate de que te pareja se alegre —concluyó Yosano.
Los preparativos y él estaban completamente listos.
Y con la confianza y seguridad más grande que jamás se le había visto, regresó a su hogar...
•
ESTÁS LEYENDO
それはそれでした [Eso Fue Todo] «Sōkoku»
RomanceAmbos estuvieron en la Port-Mafia; después, Chūya estuvo ahí, pero Dazai, se quedó en la Agencia Armada de Detectives... Así, sus tiempos no volvieron a coincidir... "Yo realmente no te odiaba. ¿Cómo podría odiarte? Tú, que a pesar de casi obligarme...