BLEEDING OUT | Daryl Dixon ²

[45] DESMORONÁNDOSE

Lara se sentó lejos del grupo, evitando interacciones incluso con Daryl. Recuperaron sus armas y huyeron de la nueva frontera antes de detenerse para pasar la noche en lo profundo del bosque. Lara había ayudado a recoger leña para el fuego antes de retirarse del grupo, sentándose sola en la oscuridad, con la espalda apoyada en un árbol.

Michonne le dio algo de tiempo, pero finalmente se acercó a Lara—. Escucha, sabemos con lo que estás lidiando.

—No, no lo saben.

—Lara, amaba a Rosie...

—Pero no era tu hija —espetó Lara, poniéndose de pie—. Te pusiste loca cuando Joss se llevó a Judith hace tantos años. Perdiste tu cordura y ella ni siquiera murió, así que no te quedes ahí e intentes decirme que estoy exagerando.

—No digo...

—No estoy de humor para un sermón, Michonne —dijo Lara—. Déjame en paz.

Lara sabía que no estaba sola al lidiar con el dolor. Mientras que el de ella se reflejaba en pura ira y corría una rabia casi insuperable, el de Carol era diferente; estaba tomando pastillas para mantenerse despierta. Cuando Carol alucinó a Susurradores en los árboles, el grupo acordó buscar un lugar más protegido para pasar la noche, lo que los llevó a encontrar una escuela abandonada.

Una vez dentro, Lara se dirigió por un pasillo, y Michonne la siguió. Lara puso los ojos en blanco—. No estoy de humor, Michonne.

—Lo sé —dijo Michonne—. Lo siento.

—Está bien —murmuró Lara—. Lamento haberte gritado.

Cuando la escuela estuvo segura, Lara permaneció despierta, sentada con la espalda contra la pared y la cabeza entre las rodillas. El silencio ya no era su amigo. Mientras que antes se sentaba durante horas a pensar en todo lo que sucedía, ahora no podía. Cada vez que el silencio se acercaba, sus recuerdos se llenaban con su pequeña, y cada vez que eso sucedía, quería romper a llorar.

Eventualmente Daryl se sentó con ella, poniendo su mano en su rodilla—. Oye, ¿estás bien?

—No.

—Eso pensé —dijo Daryl—. Vamos a lidiar con Alpha.

—La quiero muerta, Daryl —dijo Lara—. Ella merece morir.

Daryl sabía que Lara tenía razón, y escuchar a Alpha burlarse de su esposa sobre la muerte de su pequeña lo había irritado más allá de lo creíble. Le había costado mucho no volverse contra Alpha, pero proteger a su esposa era su primera prioridad. Todavía estaba conmocionado por su pérdida, y sabía que nada de lo que dijera o hiciera le traería paz mental a Lara. Eso no significaba que no iba a intentarlo.

—Yo también la extraño —dijo Daryl—. Pero matar a Alpha no lo va a mejorar.

—Me hará sentir mejor —dijo Lara—. Apuñalarla en la cabeza o dispararle entre los ojos... no me importa. Esto no terminará hasta que ella se haya ido.

Daryl suspiró—. Lara, me estás asustando.

—¿Por qué? —preguntó Lara—. ¿Por qué no tengo permitido tener este... este momento de debilidad? He sido la voz de la razón durante mucho tiempo. En Atlanta, en la granja cuando querían que Randall muriera, en la prisión... he estado tan concentrada en intentar mantener a todos felices, siendo la única en quien la gente confía cuando están enloqueciendo, pero ya no puedo hacerlo... perdí todo. Lori, Glenn, mi hermano, Carl... Ro —parpadeó y se frotó los ojos—. Los perdí a todos. El único que no he perdido eres tú, así que perdóname si estoy lidiando con esto de manera diferente al resto de ustedes. Sé que no puedo ir tras Alpha yo misma, pero dame espacio para ser irracional por un tiempo.

—Nadie dice que no puedas —dijo Daryl—, pero estoy preocupado por ti.

—Dame un respiro, Daryl —espetó Lara—. Podría ser mucho peor. Podría estar tomando pastillas como Carol, pero no lo hago. La única forma en que esto se resuelva, la única forma en que puedo seguir adelante, es viendo morir a Alpha.

—No te hará sentir mejor —dijo Daryl—. Créeme, he pensado en cazarla, matarla... pero no hará la diferencia.

—No me importa —dijo Lara—. Ya no me importa, Daryl. Esta vez perdí demasiado.

—Todavía me tienes a mí —dijo Daryl—. Lo sabes, ¿no?

Lara dejó escapar un sollozo, rompiéndose por completo en ese momento—. Lo sé.

Su voz estaba tan llena de desesperación que Daryl instintivamente la agarró, acercándola y dejándola caer en sus brazos. Él la sostenía mientras ella se derrumbaba por completo, envolviéndolo con sus brazos mientras sollozaba. Las burlas de Alpha habían reabierto la herida que tanto había luchado para ayudarla a cerrar, y Daryl estaba tratando desesperadamente de unir todos los pedazos de Lara.

Pero esa era la cosa. Una herida como esa era algo que nunca sanaría. Alpha había arrancado a Rosie de sus vidas y dejado una herida abierta que los puntos y la medicación no podían cerrar. Sanaría, pero nunca del todo. Lara sentiría este dolor por el resto de su vida; nunca volvería a estar completa. No después de esto.

Y Daryl tampoco. Esto era algo que el tiempo no podía curar por completo.

Mientras sostenía a su esposa en sus brazos, dejándola desmoronarse. Darly aguantó con todas sus fuerzas, rezando para que algún día Lara se encontrara a sí misma de nuevo. Algún día, ambos estarían bien, pero por ahora, estaba preparado para esperar todo el tiempo que ella necesitara. No la obligaría a superar lo que había sucedido, porque algo como esto tomaría más tiempo que cualquier otra cosa, y él estaba preparado para permanecer a su lado todo el tiempo.

Esta vez no la dejaría.

Se quedó con ella hasta que agotó sus lágrimas, llorando hasta quedarse dormida, probablemente lo más pacífica que había estado en meses. Daryl la mantuvo en sus brazos, sosteniéndola mientras dormía, y solo cuando se dieron cuenta de que Carol no estaba, se vieron obligados a actuar nuevamente.

Carol estaba herida cuando la encontraron, un fragmento de vidrio sobresalía de su brazo. Su objetivo de acampar para pasar la noche se descartó rápidamente y el grupo se apresuró a regresar a Alexandria con la esperanza de llevar a Carol a Siddiq.

Cuando atravesaste las puertas, Daryl y Michonne llevaron a Carol al consultorio de Siddiq, mientras que Lara se dirigió a la casa. Daryl y Michonne la dejaron ir, sabiendo a dónde se dirigía. Cuando entró, dejó caer sus armas en la puerta y subió a la habitación de Judith.

Judith no dormía, estaba sentada despierta con un libro abierto en su regazo. Lara llamó a la puerta—. Hola.

—Hola, tía Lara —dijo Judith—. No sabía que estabas de vuelta.

—Acabo de regresar —dijo Lara—. ¿Te importa si entro?

—Claro —dijo Judith, frunciendo el ceño al ver el rostro de Lara—. ¿Estás bien?

Lara asintió—. Sí —suspiró—. Solo necesitaba un poco de compañía y pensé en molestar a mi sobrina favorita.

Judith se rió—. Soy tu única sobrina.

—Lo sé —dijo Lara, sentada en la cama de Judith—. No significa que no puedas ser mi favorita.

Judith dejó su libro y se volvió hacia Lara—. ¿Estás segura de que estás bien?

Lara suspiró de nuevo, tirando de Judith hacia ella y dándole un abrazo—. Estoy bien. No tienes que preocuparte por mí.

—Lo sé —dijo Judith—. Pero me preocupo.

Lara sonrió, besando la parte superior de la cabeza de Judith—. Deja de crecer tan rápido. No me gusta.

Judith se rió—. Lo siento.

—No lo sientas —dijo Lara—. Tienes permitido crecer. Pero no significa que estoy bien con eso —luego dijo—: ¿Pijamada?

Judith sonrió—. Sí, claro.

Cuando Lara se durmió con Judith acurrucada a su lado, se dio cuenta de que, aunque podría haber perdido más de lo que podía soportar, todavía tenía algunas cosas por las que valía la pena luchar.