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Farah continúa en su burbuja de pensamientos sin percatarse en que Odette continúa mirándola intentando descifrarla. Pero en la mente de Farah solo se encuentra la idea de que esa mujer ha sido pagada por el imbécil de Andreas para "alegrarle" la noche y que la mujer ha aceptado debido a la idea de acostarse con la directora de la institución de Magia más poderosa existente.

Eventualmente, Odette simplemente se halla perdida en esos ojos avellana desde la primera vez que los vio. Bob se había percatado de ello desde la barra de aquel bar donde tuvieron su primer encuentro.

Farah cierra los ojos en un intento de callar sus pensamientos y Odette decide romper el silencio.
—¿He descolocado tus esquemas? —pregunta para quitar hierro al asunto. —Te propongo algo. Pasas la noche conmigo y... te libras de esta aburrida y estirada fiesta o... vuelves dentro donde no se te veía demasiado cómoda...
—¿Y si no me gusta... la noche?
—Bueno, podemos hacer lo que quieras...
—¿Estás coqueteando conmigo?
—¿Funciona? —bromea Odette.

Farah siente un escalofrío recorrer su columna. No recuerda la última vez que alguien logró hacerla sentir de ese modo y la idea de que todo fuera un montaje pre programado por Andreas la hace salir de sí.

—Deberías irte —afirma.
—Lo siento si me excedí. Pensé que...
—Pues no, no me conoces en absoluto.
—Claro que no. Pero... Creo que me gustaría hacerlo... —habla Odette con sinceridad y dulzura.
—Bien... ¿dijiste toda la noche?
—Eh... supongo ¿sí? —dice Odette sin entender su cambio repentino.
—Vamos, entonces, a mi habitación.

Sin decir más, Farah comienza a caminar hasta llegar a la habitación, abre la puerta y hace un gesto a Odette para que pase. Esta se pregunta por milésima vez quien es esa mujer y por qué se comporta de esa forma. Pero por otra parte, se halla completamente envuelta en su energía.

No tarda Odette en darse cuenta de que esa mujer debe de ser un cargo importante si dispone de esa lujosa suite en el palacio de Solaria.
Odette cierra la puerta y se gira para observarla. Su silueta se dibuja bajo la tenue luz y los brillos que reflejan los adornos de oro de la habitación.

—Bonita suite...
—Estoy segura de que no es la primera que ves —dice ella. Y deja a Odette petrificada. Piensa que quizá la ha reconocido como la heredera de Linphea. Que quizá por eso se comporta de manera extraña.
—Ciertamente, no lo es... —bromea. Pero Farah la Mira de manera disgustada y Odette no logra entenderla.
—¿Quieres algo de beber?
—No gracias, bebí lo suficiente abajo.
—¿Lo suficiente? —repite, pareciendo más disgustada aún. —¿Siempre bebes?

Odette se da por vencida en tratar de entender a esa mujer. Realmente no sabe cómo hacerlo. Alguien más podría haberse desanimado. Pero le gustan los desafíos, entender el por qué se comportaba como lo hacía era uno bastante complejo.

—No siempre, es un placer, no un vicio —afirma Odette.
—Y supongo que eres una especialista en placer... —Odette se pregunta si está diciendo eso por ver lo complaciente que había sido, porque la había visto tomando alguna copa para tratar de pasarlo bien en esa fiesta o porque la ha reconocido y la está llamando indirectamente niña mimada.

—Aprecio cada pequeño detalle de la vida.
—Bonita manera de llamarlo...
—Supongo... —dice Odette desconcertada. Nada nuevo llegada a ese punto. —¿No hay nada que te guste hacer?

En ese instante Farah piensa en Alfea, en los estudiantes, cuando en sus clases consiguen dominar un hechizo. En el aroma a té recién hecho y, por un momento, en la satisfacción que había recibido hace tantos años al entrenar con Rosalind, Saul, Ben y Andreas.

Farah se dispone a responder cuando sus ojos se encuentran con los de Odette. Los ojos de Odette le parecen puros y honestos a Farah. Pero también piensa que podrían esconder los más oscuros secretos. Farah se detiene antes de hablar y sabe que puede ser capaz de compartir cama con esa mujer es misma noche, pero no su corazón. Porque sabe que si lo hace estará perdida. Y no se permitirá a sí misma sentir lo que sea por una dama de compañía.

Odette entiende tras unos segundos que esa mujer no va a responder.
—¿Te gustaría saber lo que me gusta a mí? —Farah duda, luego asiente. —Practico tiro con arco... Toco el arpa y... se me da bien la Magia... Disfruto hacer cortos viajes al primer mundo. Hay miles de maravillas que descubrir en él...
—¿Qué hay de tu trabajo? —pregunta Farah.
—He trabajado en infinidad de cosas aunque... Mi familia no lo aprueba —dice Odette haciendo referencia a que su linaje real no está de acuerdo en que la heredera realice trabajos "corrientes" en lugar de dedicarse al trono. —He hablado demasiado y... aún no sé nada de ti —dice sentándose frente a ella.
—Ya sabes quién soy —dice Farah en voz baja.
—No lo hago.
—Claro que sí.
—¿Por qué asumes que te miento? Sé que puede ser una sorpresa para algunas personas en este palacio, pero no todo el mundo memoriza la lista de invitados solo para complacer a la corte...
—¿Ni siquiera alguien como tú?
—¿Disculpa? —dice Odette casi ofendida. —Quizá te ofenda y lo lamento, pero no tengo idea de quién eres... —dice pensando que tanto ego debe tener esa mujer para dar por hecho que cualquiera debe saber quién es.
—Bien... ¿Cómo te llamas tú?
—Odette.
—¿Odette?
—Ajá. Y yo aún sigo sin saber cómo llamarte...
—Farah.
—Farah... —repite Odette. Y Farah no puede evitar que le guste la manera en la que su nombre roza los labios de esa mujer.
—Yo también... yo también disfruto visitando el primer mundo... —murmura. —Y la lectura...
—Egipto... es mi lugar favorito en el primer mundo...
—Me gusta Indonesia...
—Deduzco que nos llevaremos bien.
—¿Deduces?
—Estoy bastante segura de ello.

Farah se detiene a observar a Odette. Sea una compañía pagada por Andreas o no, sea mentira lo que le cuenta o no, esa mujer la tiene completamente atrapada en sus redes.

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora