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—¿Con quién has hablado?
—Con Andreas... Farah, la versión de Luna decía que tres personas habían ido a asesinar a brujos de sangre a sangre fría y... Por eso lo catalogué como genocidio pero... Sé que esa no es la realidad y que... Fuiste engañada por Rosalind. No era culpa tuya. Nada de lo que pasó ahí ese día fue ni será tu culpa...
—No quiero hablar de ello.
—Pero yo sí —dice sin soltar sus manos evitando que se levante. —Farah... no quiero que lo pases mal por unas palabras que no he sabido expresar. Si hubiera sabido lo que pasó no habría dicho lo que dije... No creo que seas una asesina, ni que debas ser castigada, no has hecho nada malo. Creíste ciegamente en tu mentora, cualquiera lo habría hecho...
—Odette. No quiero hablar de ello.
—¿Por qué te cierras tanto a mí?
—¿Por qué tienes que ser tan insistente siempre? —Farah mira a Odette con los ojos subrayados por lágrimas. Lágrimas que no quiere dejar salir a ningún costo, pero que sabe que le jugarán una mala pasada en cualquier momento. —Déjame sola Odette. Por favor.
—Si cruzo la puerta ahora... Será para irme a Linphea... Porque no soy capaz de seguir mirándote a la cara un solo día más en esta absurda situación que no beneficia a ninguna.
—Envía un saludo a la reina de mi parte.

Las palabras de la directora rompen a Odette. Que abandona la sala repleta de ira y decenas de indescifrables emociones más. Odia querer a Farah como lo hace.

—Ey... —dice Ben al verla salir apresurada. —¿Qué ha pasado? —añade siguiéndola.
—Me voy. No puedo seguir mirándola, Ben. Enviaré un ejercito y los que hagan falta para defender Alfea de esas criaturas. Pero yo no puedo quedarme. Me duele saber que... Que su ego y su miedo son más grandes de lo que sea que pueda llegar a sentir por mí si es que aún lo siente...
—No no no, no digas eso —dice deteniéndola. —Espera. Escúchame. Farah me matará si se entera de que te lo he contado.
—¿Qué quieres decir, Ben?
—¿Recuerdas el antídoto? El que te di diciendo que era más fuerte que el Zanbaq.
—Ajá...
—Es un antídoto de feromonas neutras que solo puede activarse y dar resultado en una persona si ha sido mezclado con feromonas de una persona que ame al afectado.
—¿Qué?
—Usé a Farah. Odette, si Farah no te quisiera, no habría funcionado...
—¿Quieres decir que... ¿Y por qué me trata así entonces?
—Tiene miedo, Odette. Cree que no es lo suficientemente buena para ti, no quiere afectar en tu ascenso al trono ni hacerte daño. Desde que paso lo de Aster Dell... Se cree la peor persona del universo. Cree que no merece tu amor...
—Ben...
—Dale una oportunidad. Dale un poco de espacio y cuando esté menos afectada, habla con ella... Yo la haré entrar en razón.
—¿Eres su pepito grillo?
—Algo así —ríe Ben. —No te vayas, no al menos hasta que os sinceréis. Por favor. Espera a mañana.
—Ben... Está bien. Le daré espacio y hablaré con ella por la mañana... Pero...
—Tranquila, saldrá bien.
—Te tomo la palabra.
—Además no puedes irte. Tengo que revisar tu tímpano.
—Tengo gente especializada en Linphea.
—Apuesto a que no mejores que yo —bromea Ben.
—Habrá que verlo —ríe Odette.

Ambos se despiden y Odette se dirige a su habitación. No tarda demasiado en coger el sueño.
Es de madrugada cuando algo la despierta.
—Debería de pedir a Ben un mejunje para el dolor de cabeza —dice para sí misma.
Se coloca una bata y decide recorrer los pasillos de Alfea, pues tiene un presentimiento extraño. Activa su poder y cierra sus ojos dejando que las ondas mentales la guíen hacia el lugar de donde procede su presentimiento. Da una vuelta por el recibidor y sube caminando por pasadizos hasta que se encuentra en el lugar de donde sabe que está recibiendo la energía. Al abrir los ojos se da cuenta de que se encuentra frente a la enorme puerta de la habitación de Farah y se pregunta a sí misma qué demonios hace ahí. Por qué su poder la ha llevado hasta ahí.

No pasa un segundo hasta que escucha sollozos y algún grito.
—Mierda —se dice a sí misma. Usa su magia para atravesar la habitación y observa a Farah en pleno terror nocturno. Se sienta a su lado en la cama y comienza a acariciar su cabello mientras esta solloza y tiene pequeños espasmos aún dormida.
—Farah... Farah estoy aquí... —dice Odette. —Tranquila... Todo está bien... —La princesa usa su poder para calmar la mente de la directora y sacarla del sufrimiento haciendo que despierte poco a poco.

Farah entre abre los ojos viendo la sombra de Odette acariciar su cabeza con delicadeza.
—¿Odette? —dice incorporándose y llevándose las manos a la cara para limpiar las lágrimas que resbalaban por sus mejillas.
—Tranquila, solo ha sido un terror nocturno...
—No... no deberías estar aquí...
—Ya... Siento haber entrado de esta forma, supe que necesitabas algo de ayuda y... No puedo evitar sentirme fatal. Andreas me contó que tenías los terrores tras Aster Dell y que hayan vuelto ahora que te he desempolvado los recuerdos... Lo siento de verdad... Me... Me voy...
—No... —dice Farah tomando su mano antes de que pueda avanzar. —Por... Por favor, quédate...

Odette asiente y vuelve a sentarse al lado de Farah, donde esta le ha hecho un hueco.
La princesa recoge a la directora en sus brazos y está la abraza con fuerza enterrando la cabeza en su pecho.
—Todo está bien... —susurra Odette.

Farah asiente levemente, su respiración es aún algo agitada y Odette puede notarlo.
—Farah... —susurra.
—Dime —contesta de la misma manera.
—No fue culpa tuya ¿sabes?
—¿Qué?
—Que no fue tu culpa.
—Lo sé...
—No fue, es, ni será tu culpa.
—Odette...
—No fue tu culpa.
—Ode...
—Escúchame... No fue culpa tuya. Y te lo repetiré una y otra vez hasta que lo creas. Porque es la verdad.

Farah abraza a Odette con más fuerza y está recibe el abrazo devolviéndoselo.

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora