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Las semanas han pasado y Farah ha decidido no tener nada que ver con Odette. Odette, por su parte, se ha dedicado a sus clases y a entrenar a Stella en la Magia. Se ha vuelto una de las hadas más poderosas de Alfea. Por lo que ahora, Luna, quiere recuperar el contacto que hace tanto tiempo perdió con su hija.

—No te diré que hables con ella si no quieres...
—Nunca se ha preocupado por mí... Pasé años en Linphea y no fue a visitarme ni una sola vez... Ella no es mi madre, Odette... Tú lo eres, de un modo u otro...
—Lo sé, cariño. Y por eso entiendo que no quieras tener contacto con ella. Pero de igual modo, de un modo u otro, eres la heredera de Solaria.
—No quiero serlo...
—Lo sé... No pienses en eso ahora. Disfruta de tu estancia aquí. Alfea es preciosa y seguro que tienes unas amigas fenomenales.
—La directora Dowling me ha puesto en la suite de la intercambiada...
—Bloom, he oído hablar de ella...
—Sí... Quiere que sea su mentora... Dice que soy una de las hadas más poderosas de Alfea.
—Lo eres, sin duda.
—Gracias a ti...
—No... Yo solo te he guiado y alentado pero... Todo lo que has conseguido es gracias a ti misma.

El día del desmadre anual de los especialistas, Farah, Saul, Ben y Andreas habían organizado un brindis privado. Pero este último se escaqueó y fue a buscar a Odette. Quien se encontraba practicando tiro con arco en el bosque.

—Deja eso y arréglate. Tenemos cosas que hacer —le dice Andreas. En ese momento Odette landa una flecha que cae justo a la altura de su cabeza en un árbol detrás de él.
—Tu amiga la directora no me ha dirigido la palabra en semanas —se limita a decir Odette. —No creo que quiera verme en un brindis privado con sus amigos.
—Vamos a arreglar eso. Venga. —dice, la toma de la cintura y la coloca en su hombro adentrándose en el colegio.
—Andreas ¡suéltame! —dice, pero este no se detiene hasta llegar a la habitación de Odette.
—Cámbiate. Tienes diez minutos.

Esta refunfuña y se adentra en su habitación. Pasados unos minutos sale de ella completamente despampanante.
—Sorprendente —dice Andreas.
—Deja de babear —bromea Odette. —¿Qué quieres?
—Estoy cansado de que Farah me use como paloma mensajera y me mire con cara de querer matarme. Si no vas a hablar con ella, haremos que se fije en ti y hable ella contigo.
—Andreas...
—He dejado caer que eres mi ex...
—¿Quieres poner celosa a la directora?
—Funcionará, créeme.
—O nos echará a ambos...
—Que no, hazme caso.

Athena sigue a Andreas por los pasillos sin entender bien a donde la lleva.
Cuando llegan a una zona desde la que se ve una mesa en la que hay tres comensales Andreas pide a Odette que le siga el rollo. Andreas tomó la mano de Odette y bailaron por el pasillo escuchando la música que venía del ala Este como si no se hubieran percatado de que Farah, Saul y Ben se encontraban por ahí.
—La joya de la corona, voy a besarte —dice Andreas en un susurro girando a Odette mientras reían sabiendo que ya tenía la atención de los tres. Andreas toma a Odette y la inclina dándole un beso. Lo siguiente que ve Odette de reojo al separarse es a Farah abandonando el lugar. —¿Ha funcionado?
—Eso parece... —ambos ríen levemente durante unos minutos. Y comentan al absurdez de la situación.

Odette está a punto de abrazar a Andreas cuando Saul y Ben caminan hacia ellos.
—El dúo dinámico —dice Andreas observando cómo se acercan.
—Odette... ¿podrías venir con nosotros un momento? —pregunta Ben.
—Claro —responde ella. Andreas ríe y le guiña un ojo y Odette se aleja con ellos.

Silva y Harvey no dijeron mucho a Odette, más que afirmarle que Farah albergaba sentimientos por ella, pero dejaba que su frialdad la atropellara.

Minutos más tarde, Odette deambula por la escuela en su búsqueda. Los dos habían pedido a Odette que los ayudara a buscar a Farah pues estaba bastante tomada y sería mejor que no hablara con nadie importante en esa condición.

Odette camina por uno de los pasillos mientras escucha cómo de pronto algo cae al suelo y se rompe.
—Oh mierda —escucha a través de la pared, entonces decide usar su magia y ve una puerta oculta en ese muro que no tarda en abrir. Tras la puerta ve a Farah, recogiendo con cuidado los pedacitos de un jarrón que se ha roto.

Cuando Farah escucha la puerta cerrarse, se percata de la presencia de Odette.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta dejando lo que estaba haciendo.
—Deberías dejar de empezar todas nuestras conversaciones con esa pregunta...
—Creí que estarías con Andreas... ¿Por qué viniste?
—Vine por ti —dice Odette.

Farah la mira fijamente y tras unos segundos camina hacia ella. Por su caminar, Odette se percata de que realmente está borracha.
Antes de que Odette se dé cuenta tiene las manos de Farah en sus hombros y está pegada a la puerta de esa habitación.
—Te crees muy inteligente.
—Directora creo que ha bebido...
—No me llames así...
—Bien ¿Por qué dices que soy inteligente?
—Sabes por qué lo digo.
—¿Por besar a Andreas?
—Porque te has burlado de mí. Entre tanta gente... ¿Andreas?
—Bueno, según tú soy una prostituta a si que...

Farah no la deja terminar la frase y la detiene.
—No vuelvas a decir eso —dice con una mirada devastadora. —Jamás.

Odette, algo cansada de lo indescifrable que puede llegar a ser esa mujer. La empuja con delicadeza y se suelta de su agarre.
—Fuiste tú la que lo dijo, para empezar. Y me hiciste creer que no te importaba. ¿Qué pretendes ahora?
—No lo sé —dice Farah cubriéndose la cara con las manos y alejándose unos pasos. —Desde que te conocí...
—Desde que me conociste ¿qué? ¿aún no estás lo suficientemente borracha para admitir lo que sientes por mí? —dice, y Farah se queda por un segundo en en absoluto silencio. —Tus amigos me lo dijeron...
—¿Mis amigos?
—Saul y Ben.
—Lo que sea que te hayan dicho no importa. Mis sentimientos no tienen cabida aquí.
—¿Y los míos?
—¿Respecto a qué?
—A ti, Farah.
—¿No acabas de besar a Andreas hace un momento? ¿No habéis vuelto? ¿Esto es una venganza? Tienes todo el derecho a estar cabreada pero pensé que...
—¿Qué? ¿Qué pensaste?
—Una parte de mí seguía pensando que podrías... querrías... ser mía...
—¿Eso es lo que quieres? —susurra Odette cerca de ella. Farah no responde. —Dime... —ella continúa sin responder y Odette pone con suma cautela las manos en sus caderas para acercar sus cuerpos. Y Farah se deja. —Farah, dímelo.
—Sí, ojalá fueras mía. No soportaba más ver las manos de Andreas sobre ti. Ojalá fueras mía para no tener que compartirte —dice avergonzada. Aunque están muy cerca, evita mirar a Odette. Por eso esta toma su cara con una de sus manos, haciendo que la mire.

—Dejé que Andreas me besara para ver si reaccionabas, si te importaba...
—No deberías... No deberíamos...
—¿Por qué no deberíamos?
—Te he causado daño y... no soy una buena persona... He hecho cosas que...
—Déjame preocuparme a mí por el daño o no...

Odette tira de ella para pegarla a su cuerpo. Y Farah suspira muy cerca de su boca.
—Si fuera una mejor persona te habría pedido que te fueras hace unos minutos.
—Me alegro de que no seas una mejor persona.

Farah vuelve a suspirar y Odette une sus labios. En un beso que para ambas en ese instante es lo único que importa en el mundo.

—Soy tuya —suspira Odette. —Toda tuya.

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora