17

197 23 3
                                    

—Odette... —dice Andreas.
—¿Dónde estoy? —pregunta la heredera incorporándose lentamente. Su cuerpo se siente adolorido.
—Estás en el palacio de Andros, querida —dice Niobe.
—Menos mal que estás viva —asegura el rey. —Estamos en deuda contigo. Has salvado Andros.
—¿Eso he hecho? Está borroso... Me duele todo el cuerpo.
—Recibiste un par de golpes, querida, pero has destruido al hombre de las sombras y liberado a todos los que se hallaban bajo su control —dice la reina.
—Me alegro de haber sido de ayuda —dice levantándose por completo.
—Ten cuidado. Caiste al mar y aunque las sirenas te encontraron y rescataron, has estado días en estado de inconsciencia.
—¡¿Días?! 
—Acumulaste mucha magia y necesitabas descansar... Sabíamos que estabas fuera de peligro, te examinamos...
—Farah va a matarme... Debe de estar preocupadísima.
—Le he dicho que estás bien —dice Andreas.
—¿Crees que te creerá a ti? —pregunta Odette.
—Ey, ¿qué tengo yo de malo? —dice fingiendo haberse ofendido.
—¿En serio tendrás la osadía de preguntar? —ríe Odette y Andreas rueda los ojos.

Los especializados de Andros revisan a Odette ahora que está consciente para comprobar que todo en ella esté bien y no se les haya escapado nada.

Tras una exhaustiva revisión concluyen en que está fuera de peligro y puede marcharse.
—Gracias de nuevo por todo, Odette —agradece la reina de Andros.
—Eso es, Gracias, estamos en deuda con Linphea y contigo —añade el rey.
—Siempre es un honor ayudar a un reino vecino, la unión nos hace más fuertes.
—Gracias también Andreas.
—No hay de qué, altezas.
—Ha sido un placer veros, altezas, pero debo irme. Andreas...
—A sus órdenes.

Odette abre un portal que la lleva directamente al patio de Alfea.
—Ve a ver a tu tortolito.
—Muy gracioso...
—Le he dicho que estás bien.
—Oh vamos, sabes que probablemente no te haya creído.

Odette trata de subir corriendo al despacho de Farah pero se marea por el camino.
Cuando logra llegar al despacho, entra sin llamar siquiera.
—¿Farah?
—¿Odette? —pregunta la directora levantando la cabeza de sus documentos. Al hacerlo, Odette se percata de las notorias ojeras y marcas de falta de sueño en su rostro.
—Farah... —la directora corre a ella y la abraza con fuerza.
—Como vuelvas a no dar señales de vida voy a matarte —dice apretando a la heredera entre sus brazos. —Me comuniqué con los reyes de Andros y a Andreas y me dijeron que estabas bien pero aún así estuve a punto de ir yo misma a buscarte. Estás magullada, ¿te ha visto ya Ben?
—No, he venido a verte antes. He acabado con el hombre de las sombras... Creo...
—He oído hablar de él. Jamás dudaría de ti o de tu poder pero me da miedo que...
—Lo sé, pero estoy bien. No tienes de qué preocuparte. ¿No has dormido?
—Estaba preocupada.
—Lo siento, siento haberte preocupado.
—No te preocupes, me alegra que estés bien.

Ambas se dirigen a la cama, Odette se da una ducha y se acurruca en los brazos de Farah. Por primera vez desde que la heredera marchó a Andros, Farah es capaz de conciliar el sueño.

Por la mañana, Odette sabe que Ben debe revisarla. Y tras prepararse, alerta a Farah de ello.
—¿Quieres acompañarme a buscar a Ben?
—Claro.

Ambas de dirigen al invernadero rápidamente.
—Ben, Odette ha vuelto —anuncia Farah.
—Odette. ¿Estás bien?
—Sí, eso creo.
—Nos tenías preocupados —dice comenzando a revisar a Odette. —¿Has ido a la playa?
—Muy gracioso.
—La herida en tu tímpano cura bien, sorprendentemente, pero ha estado demasiado tiempo expuesta al agua y se ha reblandecido. Te mandaré unas gotas y en dos días estará perfecto.
—Te dije que no perdería la audición. —Dice a Farah.
—Has tenido suerte —responde la directora.
—Sí, soy muy afortunada... Pero no precisamente por mis oídos... —dice la heredera mirándola de arriba a abajo.
—Creo que me he perdido algo —dice Ben. —¿Qué no me has contado, Farah? —ríe.
—No te rías de mí, Ben.
—No me río, me pica la curiosidad.
—Ya, claro.
—Bueno, entonces. ¿Puedo irme?
—Debes ponerte estas gotas antes de dormir. Seguro que Farah puede ayudarte con ello.
—¡Ben! —exclama Farah.
—Me voy, gracias Ben.
—No hay de qué Odette.
—¡Odette! —exclama Luna entrando al invernadero.
—Que sorpresa —declara la heredera.

Luna se acerca a Odette y la abraza con fuerza.
—Como me alegro de que estés bien, me enteré de lo de Andros y...
—¿Y no se te ocurrió mandar ayuda?
—Andros no es mi lucha. Pero me alegro de que estén bien.
—Cuando un reino necesita ayuda, nos involucra a todos, es la lucha de todos.
—Siempre tan temperamental.
—Aún así, gracias por tu preocupación. Estoy bien.
—Y me alegro. Sigo pensando que deberías de venir a palacio.
—Tengo cosas que hacer aquí.
—Farah... Deberías darle unas vacaciones... ¿no crees? —dice Luna acariciando uno de los mechones de Odette. La directora no puede evitar el fuego que la consume debido a los celos que siente.
—La necesitamos aquí —dice Farah intentando aparentar normalidad.
—Oh Farah...
—Ya la has oído —dice Odette. —No quiero ir a palacio, Luna, estoy bien aquí. Te agradezco que te preocupes por mí pero... Lo nuestro quedó en el pasado. Quiero ser tu amiga, pero nada más.
—Siempre igual... —dice Luna rodando los ojos antes de marcharse. Cuando lo hace, Odette toma una bocanada de aire y lleva sus ojos a Farah.

La directora mira a Odette alzando una ceja.
—¿Qué querías que hiciera? No puedo tenerla como enemiga.
—Sobro en esta conversación a si que...
—No, Ben. Ya me voy. Gracias, de nuevo. Farah, tenemos que hablar.

Odette toma la mano de Farah y tira de ella fuera del invernadero.
—¿Qué quieres?
—No puedes comportarte así, Luna seguirá tirándome los tejos pero tienes que confiar en mí. Farah, lo que viví con ella fue hace años. Jamás hemos vuelto a tener nada, ni lo tendremos. Mi mente, mi corazón, mi cuerpo y mi alma te pertenecen. —Odette acaricia la mejilla del hada de la mente mientras esta la mira.
—Lo siento, no tenía que haberme molestado...
—Es igual. Farah, te quiero.
—Yo también —dice uniendo sus frentes.

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora