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Por la mañana, Odette despierta sumamente temprano. Farah ya no está a su lado. Se arregla y se dirige al despacho de la directora llevándose una sorpresa dentro de este.

—¿Mamá? —dice al ver a la reina de Linphea con cara de pocos amigos en el despacho. A su lado se encuentran muchos guardias de Linphea. —¿Qué demonios haces aquí?
—¿Creíste que no te encontraría?
—Poseía esa esperanza —se burla Odette. —¿Qué quieres?
—Volvemos a Linphea.
—No. No iré a ninguna parte contigo.
—Te casarás mañana. Y no es una pregunta. No tienes opción querida.

Su madre se mueve y deja ver a Farah maniatada tras ella.
—¡Soltadla ahora mismo!
—Claro que sí, cariño —dice su madre. —Siempre y cuando aceptes tu deber. De lo contrario será sentenciada por profanar a la princesa.
—¿Profanar? ¿En qué siglo se supone que estás?
—No bromeo, Odette, volverás a Linphea, te casarás con Cryos y no volverás a verla. Pero ella estará a salvo. O... puedes quedarte y ver el juicio. Y ya sabes cómo son mis juicios. La decisión es tuya querida. Y no tengo tiempo, a si que decide ya.
—Desátala... Me iré contigo, pero déjala ir.
—Así me gusta, querida. Soltadla. Nos vamos.
—Déjame despedirme de Stella...
—¿Intentas engañarme?
—Créeme yo tengo mucho más que perder que tú. Pero necesito despedirme de Stella.
—Stella es bien recibida en Linphea, podrá ir a verte.
—Aún así.
—Tienes cinco minutos.

Odette corre fuera del despacho y abraza a Stella nada más verla contándole todo lo sucedido.
—Cuida de Farah, Stella, y que ella cuide de ti, también de Bloom. Uníos.
—Odette... No quiero que...
—Yo tampoco pero tengo que irme ya. Cuenta todo a Bloom, por favor no quiero que os pase nada a ninguna de las tres.

Tras un fuerte abrazo a Stella, Odette vuelve a su madre.
—¿Nos vamos? —pregunta la reina de Linphea. Odette ignora a su madre y abraza a Farah con fuerza.
—No tienes que hacer esto —le susurra Farah abrazándola con fuerza.
—Cuida de Stella y de Bloom, cuidaros entre las tres. Por favor, no quiero que mi sacrificio sea en vano, ni quiero que os pase nada.

Odette se separa de Farah con los ojos llorosos y junto a la reina y los guardias de Linphea, Desaparecen del despacho.

Odette aparece en el palacio de Linphea frente a su hermano y el rey.
Derek abraza a su hermana nada más verla.
—Has reflexionado hija —dice el rey.
—No. Pero me han chantajeado —dice Odette.

La princesa se dirige a su habitación y trata de mandar un mensaje pero se da cuenta de que han cortado la red que le permite comunicarse con Alfea.
—Mierda —dice para sí misma.

La mañana siguiente llega, Odette no ha pegado ojo en toda la noche. Las doncellas llegan pronto para arreglarla para la boda.

—¿No está feliz alteza? —pregunta una de ellas.
—¿Feliz? Estoy encerrada como un rehén...
—¿Por qué habéis vuelto?
—Para proteger a la persona que amo de la despiadada de mi madre...

Las doncellas terminan con Odette y esta camina hasta el altar, es la primera vez que ve a Cryos después de larguísimos años. Puede ver en su cara que él tampoco está necesariamente contento con el matrimonio.

La ceremonia se consuma rápido y tras una fiesta plagada de falsas sonrisas ambos se dirigen al dormitorio.
—Siento todo esto Odette... —confiesa Cryos. —Yo no quería, pero desde la muerte de mi madre, mi padre se ha vuelto loco, me coronó y consumó este matrimonio.
—No es tu padre el único tarado, descuida, mi madre es peor...
—Algo te preocupa...
—He dejado al hada que amo sola con una loca que quiere matarla suelta... tengo miedo...
—Te conozco, si te has fijado en ella debe ser excepcional.
—Lo es, no en cabe duda, pero nadie es inmune y temo que pueda pasarle algo...
—Ve a verla si quieres...
—Oh Cryos... Gracias... Pero no puedo... Mi madre ha mandado a sus carnívoras a vigilarme, están por todas partes, desde que ponga un solo fuera de las fronteras de Linphea, la avisarán...
—Sí que se ha excedido...
—Está completamente loca...
—Bueno... Aún así quiero que sepas que no quiero que me odies, yo tampoco quería esto, también he dejado a mi amante y... Bueno... me gustaría seguir viéndole si no te importa.
—Claro que no me importa, Cryos, solo, que no se entere la reina de Linphea. Ya sabes, se volvería loca.
—Gracias, eres una buena amiga.
—Tú también... Solo espero volver a ver a Farah pronto...
—¿Farah? ¿La directora de Alfea?
—Ajá —dice Odette sentándose en la ventana. —¿La conoces?
—Claro, recuerdo verla cuando ambos éramos estudiantes... Deduzco que la loca que quiere matarla es Rosalind...
—Sí, la misma.
—Mandaron un comunicado a Zenith... Todos los reinos están buscándola.
—Eso he oído, pero es escurridiza...
—Sin duda, pero contamos con personal cualificado. Seguro que la encuentran Odette.
—Eso espero...

Los primeros dos meses tras el matrimonio pasan en paz, Odette debe ganarse la confianza de sus padres si quiere abandonar el reino. Debe hacer creer a estos que al fin se ha moldeado a su antojo. Cryos la ha ayudado a enviar algunas cartas a Farah, pero estas no han tenido respuesta. La heredera al trono de Linphea piensa que quizá esta molesta por su matrimonio, que quizá Farah no entendió el por qué lo hizo. De cualquier manera, ya no tiene opción de echarse a atrás y tampoco lo haría. Eso supondría para ella poner al hada que ama en peligro y sería algo que Odette jamás se perdonaría a sí misma.

—¿Sigue sin contestar tus cartas? —pregunta Cryos entrando en la habitación, viendo a Odette sentada hacia fuera en la ventana con sus pies colgando al acantilado.
—No... Debe de estar muy cabreada.
—No entendería por qué. Todo lo que has hecho ha sido para protegerla.
—A lo mejor ella no lo ve así... A lo mejor cree que la abandoné y tomé el camino fácil...
—¿Fácil? Sé que esto para ti es de todo menos fácil, el estar lejos de ella y de Stella te está consumiendo. No haces más que entrenar y entrenar...
—Si no entreno, no me da hambre y si no me da hambre no comeré y me debilitaré.
—Lo sé, no estoy y criticándote solo... me duele verte así... ojalá tuvieras la libertad que yo tengo, ojalá pudieras irte a donde sea y ser feliz. Créeme si en mi mano estuviera yo mismo te llevaría con esa mujer.
—Eres genial, Cryos, gracias —dice Odette con una sonrisa sincera.
—Tu amigo... el rey de Eraklyon... ¿Tampoco ha venido a verte? ¿No te ha contestado?
—No, no tengo ninguna noticia suya, y Stella tampoco me ha dicho nada. Tengo un mal presentimiento, Cryos...

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora