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—Incluso si estuviera dispuesta a pasar por alto lo que pasó entre... lo que pasó. —Dice Farah y hace una pausa. —No puedo tener a alguien como tú aquí. No hay juicio adjunto, pero no puedo permitir que mis estudiantes estén cerca de alguien que... hace lo que tú haces...

Odette se encuentra completamente confusa y sin entender una sola de las palabras que salen de la boca de esa mujer.
—Hablamos la misma lengua pero... No entiendo de qué carajos estás hablando. —Admite.
—Lo sabes perfectamente bien.
—¿Qué? ¿Te han dicho alguna vez que eres muy ambigua? ... Da igual. Espero que no te refieras a... mis encuentros sexuales. Porque te recuerdo que tú también te acostaste conmigo. No es algo unilateral...
—¿Por qué me pones esto tan difícil? Sabes de lo que hablo —dice casi frustrada y Odette sigue sin entender nada.
—Espero que no estés intentando echarme por conocer el puesto que ocupo —dice Odette refiriéndose a su puesto en al corte.
—¿Así es como lo llamas?
—Es que no sé de qué narices me hablas.
—No puedo tener a una prostituta aquí.

En ese momento Odette se queda fría. Está totalmente descolocada con lo que acaba de escuchar.
—¿Qué? —dice con incredulidad riendo ante lo surrealista de la situación.
—No me hagas decirlo de nuevo.
—Pero... No estoy entendiendo nada. Quizá me... quizá fuí muy directa pero ¿prostituta? —dice aún sin creer lo que escucha.
—No quiero insultarte Odette. Si no te gusta esa palabra dime cuál prefieres. ¿Escort? ¿Meretriz?¿Dama de compañía, tal vez? Eres buena en lo que haces y... no hay juicio moral. Pero esto es una escuela y me preocupa...
—Espera... no me estás insultando —dice dándose cuenta de la situación.
—Claro que no.
—No, quiero decir, ¡realmente piensas que soy una prostituta! ¡¿qué cojones?! —dice con incredulidad sentándose en una de las sillas que hay frente a su escritorio para tratar de procesar lo que acaba de pasar.

—Farah... —dice Odette tras unos segundos de silencio. —¿De verdad pensaste que alguien me pagó para acostarme contigo?
—¿Pensé? —ríe en amargamente. —Escuché a ese imbécil. Sé a ciencia cierta que lo hizo.
—No sé qué demonios escuchaste —dice Odette tomando sus manos por encima del escritorio. —Pero nadie me pagó para que me acostara contigo... Oh joder... ahora todo está claro. Hay tantas cosas que esa noche no pude entender en tu actitud que ahora se esclarecen...
—Pero... si dijiste hace un segundo que tú posición y...
—¡Como heredera de Linphea! No como una... ¡Ay por Dios! —dice Odette desquiciada soltando una de sus manos y llevándola a tu cara.
—¿Cómo qué... —en ese momento es Farah la que suelta su mano y se pone a rebuscar entre unos informes mientras Odette, literalmente, ríe por no llorar.

—¿Odette Ségolène?
—Sí... esa, sí... No sé qué escuchaste, pero nadie me pagó esa noche y... No me puedo creer que tengas tan poco amor propio como para creer que la única respuesta posible al por qué nos acostamos era pensar que me habían pagado por ello...
—Lo... Lo siento. Perdóname por lo que dije, yo... Escuché a Andreas y...
—Ay no... El que faltaba —se queja Odette. —Ese imbecil metiendo las narices en todo...
—¿Lo conoces?
—Se podría decir que sí —dice Odette sabiendo que ha tenido un romance con Andreas años atrás.
—Me disculpo de nuevo por... Mi mal juicio...
—¿Solo te acostaste conmigo porque pensaste que me habían pagado para ello?
—Yo... eh...
—Esto es alucinante —dice Odette levantándose. —Que maravillosa acogida —dice irónica.
—Odette, lo siento si te he ofendido, yo...
—Me da igual, no es eso. Sé que te disculpas por saber que soy la princesa y me da igual. Lo que me molesta es pensar que solo te has acostado conmigo porque creías que tenías que hacerlo, porque me habían pagado para ello... Para mí significó algo pero veo que para ti solo era la puta que habían pagado tus amigos... ¿Me hubieras llevado a tu habitación de no ser así? —Farah se queda en silencio. —Ya. Nos veremos en las clases, directora.

Sin decir más, Odette se dirige a la puerta del despacho.
—Espera —dice Farah de repente y Odette se gira para mirarla. —¿Hablas... en serio?
—Nada de lo que he dicho es mentira pero... ¿qué más da ya?

Sin mediar más palabra, Odette abandona el despacho. Pasa el día conociendo a profesores, recibiendo a alumnos e instalándose. Aunque ya no está tan segura de querer quedarse.

—Vaya vaya... La princesa —escucha Odette de una voz sumamente familiar.
—Oh, el imbecil que no sabe cerrar la bocaza —dice girándose para ver a Andreas.
—Guau, pero si aún no he hablado. Ni me has dado tiempo de cagarla...
—¿Una prostituta? ¿En serio? Sé que te dejé, pero creo que soy más que eso...
—Espera espera, para el carro, no tengo idea de qué estás hablando.
—Me follé a Farah, sí, la directora, en la fiesta de Solaria. Pensé que... ambas habíamos sentido algo pero... Hoy me ha dicho que te escuchó hablar de pagarle a una prostituta para que la divirtiera en esa misma fiesta y pensó que se trataba de mí.
—¡¿Te follaste a quién?!
—Baja la voz ¿quieres?

En ese mismo momento Farah se encontraba entrando al invernadero en busca de Ben.
—Necesito preguntarte algo.
—Claro Fa, ¿qué pasa? —minutos más tarde Ben había confirmado que no permitieron a Andreas hablar con nadie más esa noche y menos con una dama de compañía. —Siento que hayas escuchado eso, sabes cómo se pone Andreas cuando bebe y... Fa ¿por qué tienes esa cara?
—No es nada, yo... Por favor, no cuentes nada.
—Me asustas, Farah.
—Me acosté con alguien esa noche.
—¿Qué? Oye genial, todavía estás en forma... Oh... no me digas que pensaste que...
—Pensé que le habíais pagado, que Andreas lo había hecho, sí.
—Oh Farah...
—Ni si quiera estoy segura de que la hubiera dejado convencerme de no haber creído que le había pagado. Habría pensado que era una mala broma.
—Oh, Farah ven aquí —dice Ben abrazándola. —Escucha, nosotros tres, solos. Saul, tú y yo. Unas copas y nos vamos a buscarla. La encontraremos. Te disculpas por desaparecer y...
—Sé donde está.
—Oh, eso es genial. Entonces ¿qué problema hay? ¿La conozco?
—No exactamente...
—¿Eso qué quiere decir?
—¿Recuerdas a la chica del bar?
—Vaya, no haces nada a medias. Espera... ¿esa no es...
—La profesora Ségolène —dice Farah.
—Bueno... Podría ser peor...
—Le dije de todo Ben... Fue... Fue horrible...
—Oh Fa... Seguro que es muy dulce, la conduje a tu despacho, se la ve muy considerada... Su energía es sumamente bonita, lo único que falta es que crezcan flores por donde pisa...
—Lo es... Pero la he cabreado...

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora