11

254 25 0
                                    

—¿Qué ha pasado? —pregunta Farah.
—Hay algo fuera de la barrera... Estábamos muy lejos, pasado el río.
—¿No e ha infectado? —pregunta Odette. Viendo que no hay carbón en sus heridas.
—No era un quemado... Era... Eran blancas con... Escamas marrones y caminaban a dos patas... Había unas cuantas... Parecían gárgolas...
—Duendes Pandemonio —dice Odette. —Sus heridas no infectan, Ben lo curará. Llévalo al invernadero.

—¿Qué es eso? —pregunta Farah.
—No es posible... No es posible ¡Mierda! —exclama Odette.
—Necesito que me digas qué pasa...
—Son unas criaturas muy agresivas... Las exterminamos del reino de Melodía no deberían estar aquí, no debería quedar ninguna. Murieron inocentes para que pudiéramos acabar con ellas... ¡¿Cómo demonios siguen vivas?! ¿Cómo han llegado a Alfea? Da igual, avisa a la reina Luna, ella estuvo en la batalla de Melodía. Sabrá qué hacer y a quién mandar. Al igual que Andreas. Me voy.
—¿A dónde?
—A matarlos, Farah la barrera no está diseñada para estas criaturas, son escurridizas y podrían atravesarlas.
—No puedo dejar que vayas sola.
—Yo ya las he combatido antes.
—Me da igual Odette. Es mi escuela y también quiero protegerla pero...
—Pues avisa a todos para que estén preparados si entran. Cuanto antes avises a Luna antes llegarán sus tropas.

En ese momento Farah manda un mensaje.
—Ben está avisado y dará la voz. Voy contigo. —dice firme.
—No. No es discutible.
—No te he pedido permiso.

Odette rueda los ojos, toma su arco y comienza a caminar hasta la barrera seguida por Farah.
—Son muy rápidos y sus gritos hieren a sus enemigos. Su debilidad son las hondas sónicas porque su piel es gruesa y sus garras grandes.
—Vale...
—Si te hieren te dejaré morir —dice Odette en un último intento de que Farah acepte quedarse en Alfea.
—No conseguirás que me quede diciendo eso —ríe la directora.

Cuando ambas llegan al puente del río. Escuchan un fuerte sonido.
—Son ellos... —dice Odette. —Farah tápate los oídos.
Odette rasga su propia camisa con la punta de una de sus flechas y hace dos pequeñas bolitas que ordena a Farah que se ponga en los oídos para posteriormente hacer lo mismo.

Es la directora, la primera en ser atacada por una de las criaturas, el golpe es eficazmente esquivado por ella y ataca con su magia la criatura.

Mientras esto sucede, Odette se encuentra rodeada. Sus flechas atraviesan a dos criaturas haciéndolas caer al río pero uno de los tapones que se ha puesto en los oídos, cae.
—¡Mierda! —exclama. Hace explotar a otros dos Duendes Pandemonio y trata de volver a taponarse el oído, pero escucha un grito y se gira viendo cómo Farah recibe un profundo arañazo en el brazo que rasga su ropa y su piel haciéndola sangrar al instante. Acto seguido, la criatura le da un golpe haciendo que se caiga del puente.

—¡Farah! —Odette crea una explosión que acaba con las criaturas que la rodean, despliega sus halas y vuela tras el hada que cae a toda velocidad, sugetandola antes de que impacte contra unas rocas sobresalientes del río.

Odette vuela sujetando a Farah hasta un claro en el bosque, donde cae al suelo agotada. Uno de sus oídos, el que ha perdido el tapón, sangra.
—¡Odette! ¿Te encuentras bien? —dice Farah ayudándola a ponerse en pie.
—Sí...
—Sangras...
—Se me pasará...
—¿Te duele?
—Un poco... —dice Odette, pero la cara de la princesa delata que le duele mucho más de lo que admitirá. —Tú también estás herida, volvamos a Alfea.

Ambas caminan hasta la escuela dirigiéndose al invernadero nada más llegar.
—Oh vamos, acabo de curaros y ya volvéis —se queja Ben. —Ir solas ha sido una locura. ¿Estáis bien?
—Ajá, Farah tiene una herida profunda atiéndela, por favor.
—No. No es más que un corte en el brazo y tú podrías perder la audición. Yo lavaré mi herida y tú, Ben. Atiende a Odette.

Odette pone los ojos en blanco y se sienta frente a Ben.
—Madre mía... ¿Qué has hecho? Te han perforado el tímpano...
—Lo sé... Es lo que causan sus gritos...
—Te daré una poción reconstructora pero necesitas reposo. Nada de ruidos fuertes, ni golpes, ni movimientos bruscos. Pasa unos días en tu habitación descansando. Con tres será suficiente.
—No puedo Ben...
—Oh claro que puedes —dice Farah. —Y lo harás hasta que estés mejor. Me ocuparé de ello.

—¡Odette! —dice Luna entrando corriendo y abrazando a la princesa. —¿Nos dejáis solas?
—Lo siento alteza, tengo que terminar de curarla.
—Claro... —dice con desgana.
—Deberías estar en el castillo de Solaria... —dice Odette.
—Me han avisado de los Duendes Pandemonio. Los exterminamos en Melodía.
—Parece que no...
—Deberías de venir al castillo a pasar unos días. Al menos para que descanses... Ya tendrás tiempo de volver cuando estés mejor. —dice Luna de una manera que no le gusta nada a Farah acariciando la mejilla de Odette.
—Debo quedarme aquí.
—¿Quieres que me quede?
—No, estarás mejor en el castillo.
—Odette...
—Luna. Basta.

La reina de Solaria pone los ojos en blanco y abandona el lugar dejando a la directora, a Ben y a la heredera a solas de nuevo.
—Dijiste que me dejarías morir si me herían —ríe Farah limpiando su herida.
—Oh no seas idiota... —se queja Odette.
—¿Dijiste que la dejarías morir?
—Solo quería evitar que viniera. Sabía que la herirían...
—Estoy bien...
—Bien... bien jodida, te tiraron al río.
—Ahora que me lo recuerdas. ¿De dónde demonios han salido tus alas?
—¡¿Alas?! —exclama Ben.
—Sorpresa...(?) —dice Odette algo nerviosa.
—Has desbloqueado Magia ancestral...
—Lo hice muy joven... Ni si quiera la reina de Linphea lo sabe.
—¿Tienes algún otro poder que desconozcamos? —ríe Ben.
—A parte de curación... —Odette toma el brazo de Farah dónde esta tiene la herida y coloca sus manos sobre esta.

Los ojos de la heredera se iluminan y la herida en el brazo de la directora comienza a cerrarse rápidamente.

Inevitablemente ambas recuerdan ese primer encuentro en aquel pub el día que se conocieron. Tal recuerdo hace que claven los ojos en los de la otra.

YOU BELONG WITH ME (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora