Al siguiente día estaba decidida a aceptarle la cita a Andrew, pero no se paró por ningún lado, lo cual me puso extrañamente de buenas, no sé porque por un momento pensé que ya se había cansado de mí y realmente esperaba que eso fuera verdad, pero el destino es tan hijo de puta que a veces no sé porque siquiera me sorprendo de los cambios drásticos que nos presenta.
El viernes a al terminar las clases de ese día, volví al departamento por el mismo camino de siempre pero esta vez llevaba el teléfono con una video llamada con Emily y traía los audífonos puestos, por esa razón no me di cuenta de inmediato de que un Audi negro me seguía lentamente, no fue hasta que Emily me hizo una observación y tuve que quitarme un audífono para mirar al piloto de aquel auto... todos mis ánimos se fueron a la mierda y la perra rabiosa salió a flote. <<Andrew Morgan>>.
— Si vas a arrollarme que sea ahora — espeto deteniéndome en seco frente a la ventana del piloto abierta. Nuevamente una sonrisa maliciosa se asomó en su rostro mientras me analizaba de pies a cabeza.— ¿Estas libre esta noche? — pregunta ignorando mi comentario. Me cruzo de brazos y alzo una ceja.
— Creí que ya te habías hartado de mi — dijo tajante.
— ¿Tu? ¿aburrirme? — se ríe. Pero no una risa sincera, sino más bien una risa de estar tramando algo, y algo malo. — Lo único que provocas en mi es intriga.
— ¿Por qué te gane en una partida de Poker, porque te di una bofetada o porque te dije que no a una cita?
— ¿Estas libre o no? — insiste.
— Dile que si — dice Emily a mi oído.
— Pasa por mí a las siete — digo sin más y vuelvo a retomar mi camino a mi departamento pero vuelve a seguirme con el auto.
— Te llevo.
— Me gusta caminar — continuo pero vuelve a avanzar haciéndome resoplar de irritación. Si me sigo negando seguirá insistiendo, así que de mala gana alzo el teléfono y le hablo a Emily. — Te llamo después, te amo, y dile a Kyle que lo llamare por la mañana. — dicho esto termine la llamada y di la vuelta al auto para entrar y sentarme en el asiento de cuero negro. ¿Qué acaso es su color favorito o solo lo usa mucho porque es un mortifago?
— ¿Tu novio? — pregunta sin mirarme y con nuevamente esa expresión seria que tuvo durante toda la partida de poker.
— Eso no es de tu incumbencia — espeto mirando hacia la ventana para ver como el auto comenzaba a moverse hacia mi edificio.
— Si, si voy a salir contigo a las ocho — dice con arrogancia
— Ni, no era mi novio, era mi esposo, resulta que estoy casada y tengo tres hijos, un perro y solo vengo al Royal por diversión. — suelto de mala gana y con toda la intención de zona como una perra. — y es a las siete. — le recuerdo. Una sonora y ronca carcajada sale de su garganta causándome un escalofrío que me recorre las extremidades así que me obligo a alejar la sensación de inmediato.
— ¿Actúas así porque odias a todo el mundo en general o solo a mí? — pregunta alzando una ceja.
— A todo el mundo en realidad, pero les estas ganando el primer lugar — respondo con veneno. Segundos después, el auto se detiene frente a mi edificio, abro la puerta y salgo decidida, pero su voz me hace detenerme.
— Nos vemos a las ocho — me dice antes de salir como loco sin darme oportunidad de refutar. Bueno, me queda claro que no le gusta que le digan que hacer, pero ¡vaya sorpresa!, a mí tampoco. Subo al departamento y me doy una larga ducha, al salir entro a mi habitación y me pongo unos shrots con una playera de uno de mis hermanos que me traje sin querer, ni siquiera se de cuál de ellos es, pero me sirve de pijama así que bienvenida sea. Me senté en la cama y me puse a adelantar algunos trabajos para el lunes, no me gusta que todo se me junte, así que lo más apto para mi es adelantar lo más que pueda.
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Cariño, esto es guerra
Romansa¿Qué pasaría si juntas a dos personas expertas en póker en una sola mesa? ¿Qué pasaría si dos personas con temperamento de los mil demonios se cruzan? Bueno... lo sabrás a continuación porque esta es la historia de una chica de Illinois, chicago, qu...