Capitulo 19 Lo cliché es bueno

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Minutos después de salir del estacionamiento de la universidad, Mason se detiene afuera de su edificio/ el edificio de Andrew. Ambos salimos del Jeep y doy un suspiro de alivio cuando no veo del Audi de Andrew por ningún lado. Juntos subimos a su piso en el elevador, y cuando llegamos al de su departamento me toma de la mano para salir y caminar hacia su puerta. Esas pequeñas cosas... esos pequeños detalles de tomar mi mano, se han convertido en algo agradable, poco a poco he perdido el sentimiento de cringe por las demostraciones de afecto que Mason tiene conmigo.

Al entrar nos encontramos con su compañero de piso del que ahora se el nombre. En cuanto me ve se queda paralizado de camino a la cocina, y no lo culpo, realmente me pase de más cuando lo amenacé. Esbozo una sonrisa y le doy un saludo que responde con el ceño fruncido, el pobre está más confundido que yo cuando veo el futbol.

— Roger — le digo — solo quería disculparme por cómo me comporté — me encojo de hombros — estaba molesta y me desquité contigo... pero si de algo te sirve, a Kira y Stella también les fue mal. — camino hacia él pero Roger retrocede haciéndome sentir un poco más culpable, no me pude controlar por la rabia que sentía y él pagó las consecuencias — ¿Hacemos las paces? — pregunto y mira con desconfianza la mano que extiendo hacia él.

— Solo si prometes que no volverás a atacarme — dice con voz temblorosa.

— Solo si no haces algo que me obligue a atacarte — digo con burla, pero no le hace gracia — Descuida, no volverá a suceder — le aseguro y es cuando al fin su cuerpo se relaja. Toma mi mano y la estrecha en un saludo de paz antes de retomar su camino hacia la cocina para tomar una botella de agua y regresar a su habitación.

— Katie Black pidiendo perdón... — dice Mason fingiendo asombro — debería de marcar este día en el calendario

— Cállate — resoplo empujándolo del hombro en un gesto juguetón que hace que Mason me sujete del brazo para pegarme a su pecho, mientras que con su otra mano me acaricia la mejilla y me hace a un lado un mechón negro de mi cabello.

— ¿Callarme? — pregunta hundiendo el ceño — Si hago eso, ¿Cómo podría decirte lo mucho que me gustas? — pregunta haciéndome reír tontamente. Días atrás me habría reído con burla por sus cursilerías, pero ahora me gustan. Me gusta cómo me hace sentir.

— Seguro encontrarás la manera — le digo mientras rodeo su cuello con mis brazos, me pongo de puntillas y pego mis labios a los suyos, dejándome envolver por uno de sus tantos besos llenos de adoración.

— Venga — dice cuando se separa de mi — prepararemos palomitas y pediré las malteadas del Saturn — informa y asiento.

Lo sigo hacia la cocina que es similar a la que tenemos en nuestro departamento, solo que es un poco más espaciosa y las encimeras de esta son grises con negro, las alacenas igual son negras y los electrodomésticos son de acero. Mason saca una olla de uno de los cajones junto a la estufa de tres hileras de quemadores y la pone en la primera del lado derecho. Saca una bolsa con las palomitas de maíz mientras que yo enciendo la estufa y vierto aceite para que vaya calentándose.

Me recargo contra a encimera y lo observo muy concentrado en poner las palomitas en la olla, tiene el ceño fruncido y ahora lleva un trapo blanco cobre el hombro como si fuera un chef profesional de palomitas de maíz. Esbozo una sonrisa porque por un momento recuerdo cuando Kol, Kyle y yo hacíamos las noches de películas en la sala de la casa... yo tenía diez y como nunca fui de las niñas amantes de las princesas, lo único que veíamos eran las obras maestras de Tim Burton, comíamos palomitas hasta que no podíamos más y a veces solíamos dormir en la sala.

Desvío la mirada hacia lo que hace y abro los ojos como platos al darme cuenta de que la olla no tiene tapa. — ¡Mason, la tapa! — le grito haciendo que la busque en el mismo cajón del que saco la olla pero no la encuentra.

Cariño, esto es guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora