Capítulo 33

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Hoy es martes. ¡Qué emoción! —noten el sarcasmo— Mi día inició con una Kaly muriendo de hambre, no dejaba de llorar por más que su padre la tuviera cargada y dándole su comida. Eran las 6:30 de la mañana y tuve que levantarme a ayudar a William con Kaly.

Cuando por fin la tomé en mis brazos dejó de llorar y empezó a comer, la llevé a mi habitación y ahí dormimos otra hora más, cuando volví a despertarme la pequeña aún seguía dormida, Kayla ya se encontraba desayunando junto a su padre. 

Por mi parte, cepille mis dientes, busque mi ropa que consiste en una falda pegada de cuadros negra con blanco y rojo, una blusa de mangas y cuello blanca y botas negras hasta las rodillas.

En la universidad fue todo un caos, todos los profesores nos hicieron un examen sorpresa. Solo esperaba que todas las respuestas salieran bien.

Cuando salí de la universidad cada uno de mis amigos se fueron por su camino para arreglar sus maletas, yo tuve que ir a una cafetería de urgencia porque necesitaba a alguien que pudiera ayudarme para algo importante.

Mañana debíamos estar a las seis de la mañana en el aeropuerto con nuestra documentación, los boletos nos lo entregaron hoy junto con una hoja de itinerario. 

La Rectora, ósea Giselle y su aprendiz Zander, fueron muy claros en decir que si a las seis no estábamos en el aeropuerto nos dejaran y se irían así solo fueran tres estudiantes.

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Llevo media hora sentada tomando un café y revisando mis redes sociales y rogándole a dios que aparezca ese pedazo de imbécil al cual estoy esperando hace media hora.

—Hola, Hola —una voz irritante se sienta frente a mi — Lamento llegar tarde, querida, mi jefe no me dejaba salir.

—¡Dios callate ya! —bloqueo mi celular y lo lanzó a la mesa — ¿Tienes libre esta noche, a las 10 más o menos?

—Si, estoy libre —asiente dándole un sorbo a su café más frío que su culo en este momento, porque desde hace vario rato lo pedí —, pero resulta que no suelo salir con las segundas opciones de mis mejores amigos.

Eso me dolió.

Si, sin duda dolió.

Se dio cuenta de que su comentario me afectó, porque no hice un mínimo para demostrarle lo contrario.

—Lo siento, Violet —se disculpa con algo de...¿sinceridad, tal vez? — no quise decir eso.

Sonrió a medias y me encojo de hombros.

—No importa, necesito que me ayudes a entrar a...

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—¿Estás muy segura de esto? —pregunta mi acompañante saliendo de su auto y poniéndose a un lado mío viendo la parte trasera de la casa.

—Mira, si te arrepientes solo esperame en el auto — me ato mi cabello en una cola alta — entró por lo que necesito y nos vamos.

—Pero me necesitas para lo que sea que vayas a buscar —suspira pesadamente y hace ruidos con la boca — Bien pequeña cucaracha, andando o se hará más tarde.

—No me digas cucaracha, gusano. —le pegó en el hombro.

Muy sigilosamente caminamos hacia la barda de la propiedad frente a nosotros. El gusano me ayuda a brincar la barda y después se brinca.

—¿Segura que no hay nadie? —Se sacude las manos —mira que no quiero ir a la cárcel.

—Solo están los del servicio, los demás no están, andando.

Violet  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora