Entre todos realizamos un trato con el hospital, ellos nos devolvían a Beth y nosotros a dos hombres que habíamos secuestrado. Ellos aceptaron así que fuimos hacia el pasillo que habíamos acordado para hacer el intercambio.
Cuando nos encontrábamos ahí, todo el hospital estaba reunido a un lado y a nosotros al otro.
Rick habló y cortó el silencio que inundaba la instalación.
-Dadme a Beth.-Ordenó Grimes
-Primero dadme a mis chicos.-Respondió la doctora.
-Dadnos a la niña, no lo voy a repetir de nuevo.-Rick avanzó unos pasos.
-Dadle a la chica.-Indicó la doctora.
La soltaron y vino despacio hacia nosotros.
- Ahora lo que es nuestro
-Rick le entregó a los dos hombres.
- Vámonos.
-Tengo que hacer algo antes de irnos.-Indicó Beth.
-No, ya vámonos.
-Necesito hacerlo Dalia.-Avanzó hacia la doctora y su grupo, todos fuimos detrás de ella.
-¿Qué queréis ahora?
Beth no respondió con palabras, sino con actos, le acuchilló en la parte de su hombro.
Un disparo atravesó la cabeza de la rubia, cayó inconsciente al suelo.
-¡No!.-Grité.
Todos pusieron en alto sus armas, nos apuntábamos mutuamente los unos a los otros, un equipo contra otro.
Cargué mi pistola, me acerqué y apunté a la cabeza de la doctora, disparé sin pensarlo dos veces, mi cara se llenó de salpicaduras de sangre.
Me giré hacia mi grupo, el contrario estaba paralizado mirando el cadáver de su jefa.
Me levanté y agarré la cara de Daryl entre mis manos, hice que me mirara, tenía su mirada perdida en Beth.
-Vámonos.-Espeté en un tono suave.
Antes de irnos él agarró el cuerpo de la pequeña y bajamos a la entrada.
Carol, Rick, Merle y Michonne salieron antes, Daryl y yo íbamos los últimos, no podía creer lo que había pasado.
En cuanto salimos, Maggie cayó al suelo rendidaal ver a su hermana en brazos de Daryl.
-¡No!.-Un grito desgarrador salió desde su interior entre lloros desconsolados.
Dixon dejó a Beth a con Maggie, quería que se despidiera de ella.
Agarré la mano del ojiazul y fuimos hacia la moto pero antes de llegar noté como lágrimas caían de sus ojos.
-Ven aquí Dixon.
Le estreché entre mis pequeños brazos mientras él lloraba en el hueco de entre mi cuello y mis hombros, siseaba para tratar de calmarle.
Después de eso, subimos cada uno a nuestro vehículo, de camino a encontrar una nueva vida y un nuevo refugio....
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
