Capítulo 4

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Bokuto se levanta de la silla rápidamente. En un envión ya se encuentra caminando a un congelado Kiyoomi mientras que Hinata, ignorando la situación, camina hacia Atsumu con un rostro que demuestra pura preocupación. Su mirada es triste y apenada, confundida y aterrada. Es como un padre a pesar de ser más pequeño que él.

—¡¿Estuviste bebiendo!?

Ver a Bokuto enojado es muy poco probable. Cuando Hinata llegó al club y el tema salió en los vestidores, el pelinaranja dijo que nunca lo había visto enojado y eso que lo conocía desde que tenía quince años. Entonces verlo así, ahora, acercándose con dar solo dos pasos a Kiyoomi y tomarlo de la camiseta es sorprendente. Incluso su voz cambió.

—¡Claro que no! —Omi exclama, dándole un empujón lo suficientemente fuerte como para alejarlo—. No me toques, idiota.

—¿Por qué hueles a alcohol, entonces?

Ni siquiera lo mira. Pega sus ojos en las orbes cansadas de Atsumu y responde:

—No te importa.

Un silencio incómodo se instala en la habitación. Atsumu no sabe realmente qué hacer, porque tiene la increíble necesidad de decirle a sus amigos que se vayan porque quiere hablar con Sakusa y a su vez, no quiere tener a Bokuto lejos y tampoco quiere soltar la mano de Hinata.

Por suerte, quien toma la iniciativa, termina siendo el menor de todos ahí.

—Bokuto-san, deberíamos salir.

—Pero...

—Acompáñame a buscar un café...

Es solo una mirada suficiente para calmar a Atsumu. Hinata empuja a Bokuto para que salga del cuarto, ignorando la mirada de mala muerte que le da el mayor al pelinegro. Kiyoomi solo lo mira con su típica faceta seria y espera a que cierren la puerta para devolver, lentamente, su vista a Atsumu.

El silencio incómodo vuelve a instalarse en el cuarto. Otra vez aquella molesta tensión, justo como pasó antes de preguntarle si quería hacerse cargo del bebé. Atsumu siente que se ahoga, pero vuelve a ser salvado por la campana cuando se escuchan tres golpes en la puerta y esta se abre, demostrando que una jóven enfermera entra al cuarto con una sonrisa segura de sí misma.

—Lamento la tardanza, señores... —dijo mirándolos—. Vengo a dar los resultados de los estudios de Atsumu.

—Está bien —murmuró.

La chica asintió y se acercó.

—Bien, resulta que entraste al hospital de urgencia porque te habías desmayado.

—Lo sé... fue porque había sangrado.

—Lo sé, tranquilo. Quería decirte que es normal, resulta que pasaste por el proceso de implantación.

—¿Y eso qué es?

—Es el momento en el cual el embrión se implanta en las paredes del útero. Durante este proceso es probable que algunas mujeres u hombres, como en tu caso, presenten un ligero sangrado, algo que simplemente es señal del inicio del embarazo.

—¿O sea que mi bebé está bien?

Su voz sale esperanzada. Su corazón late tranquilo cuando la enfermera asiente sonriente.

—Todo está bien con tu embarazo, no te preocupes.

—¿Y por qué me desmayé?

—Muchísimas emociones en un corto lapso de tiempo. Dime, ¿has estado estresado estos últimos días?

—Eh, sí. Bastante.

—Bueno, ¿y has sentido muchas cosas esta semana?

Atsumu bufó.

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora