Los chasquidos en la habitación eran adictivos. Atsumu amaba oírlos, pero sentirlos era muchísimo mejor.
Se aferró al cuerpo de Kiyoomi, escondiendo su rostro en su cuello mientras sentía cómo el menor entraba y salía de él con fuerza, jadeando y gimiendo palabras que no podía entender.
Atsumu no lo juzgaba, él estaba igual o peor que él. Abría sus piernas, sentía su cabeza rebotar contra la almohada, la cama rechinar y su interior ser destrozado. El cabello húmedo de Omi y su mano tirando de él mientras que la otra es víctima de su agarre, quien clava sus uñas en su piel y lo hace lloriquear del placer y del dolor, porque es doloroso a pesar de que siente que está tocando el cielo.
Atsumu recuerda cómo llegaron ahí, pero son escenas rápidas. Osamu yéndose de casa luego de consolarlo y él acostándose a dormir para despertar de la horrible pesadilla en la que actualmente vive. Supone que una hora después de todo, la puerta es golpeada y se encuentra con el padre de su bebé, con su cabello mojado al igual que toda su ropa porque está lloviendo en el pasillo.
Y luego son besos. No hay palabras de por medio, solo una guerra de lenguas que intenta demostrar quién mandará esta noche en la cama. Pero Atsumu es débil cuando se trata de Omi, entonces deja que él gane y se deshace en sus brazos, besándolo con desespero porque le dolió su pelea tiempo antes.
Luego cae a la cama y Kiyoomi se sube sobre él, casi pareciendo que está cazando a su presa. Atsumu, cuando baja la mirada entre la estrechez que hay entre los cuerpos, ya ni siquiera tiene ropa. Todo pasa rápido y él es lento para procesar todo.
Gime el nombre del pelinegro una última vez y siente su cuerpo relajarse. Han llegado al orgasmo y se siente bien a pesar de que le cuesta respirar. Kiyoomi cae destruido sobre su pecho, intentando regular su pobre respiración.
—No aplastes mi estómago —Atsumu dice como puede, corriendo suavemente al hombre sobre él—. Hay un bebé ahí, Omi.
—Por tu culpa.
Atsumu mira confundido a Kiyoomi, con su sonrisa comenzando a borrarse poco a poco. Está acostado a su lado, mirándolo tan seriamente que siente angustia sobre su pecho. A Atsumu ya no le gusta esto.
—Arruinaste todo. Gracias a ti estamos como estamos, Atsumu.
—¿Qué dices...?
—No volverás a verme.
Kiyoomi toma su rostro, sonriendo. Atsumu lo mira confundido: La caricia de su dedo pulgar quema. Es doloroso, quiere que no lo toque pero no puede hablar.
—¿Y sabes por qué?
Susurra sobre sus labios. El teñido quiere huir pero es como si estuviese atado a la cama, siendo débil ante el toque suave pero cruel de Omi.
—Porque el bebé no me importa. Y tú tampoco.
Entonces su teléfono suena.
Atsumu se sienta de un solo envión en su cama, respirando agitado. Su entrepierna duele (no hace falta ver para saber que tiene una erección) y su pecho está, de alguna manera, hundido. Duele, muchísimo. Kiyoomi fue bruto con él, en todo sentido.
Entonces baja su mano hasta su estómago y lo acaricia, mirándolo apenado.
—Nosotros tampoco necesitamos a Omi para estar bien, bebé.
Susurra para que solo lo que hay en su vientre lo escuche, siendo consciente que ni siquiera ha formado sus oídos. De todos modos, Atsumu lo hace porque es su única compañía y últimamente siente que será así toda la vida.
Su teléfono vibra otra vez en su buró y se estira para tomarlo. El brillo de la pantalla lo deja ciego pero termina confundiéndose cuando lee el nombre de su mejor amigo. Hay más de cuatro llamadas perdidas.
—¿Qué pasa?
—¡Abre la puerta, imbécil!
Y se corta. Atsumu no entiende la situación pero hace caso de todos modos, levantándose y mirando su erección.
Ah... eso.
Bien, antes muerto que Shoyo así. Corre a su baño y prende la luz, para luego abrir el agua de la ducha.
—Lo siento por el frío, bebé.
Jadea cuando siente el agua colarse por debajo de su pijama y no puede evitar abrazar su estómago, lloriqueando del frío y del sueño de mierda que ha tenido. Sí, son geniales los sueños húmedos; mucho más cuando se trata de él con Kiyoomi. Pero que le diga que todo es su culpa y que no le importa, se siente peor que en una patada en el pecho. Odió este sueño.
Cinco minutos después, sale del agua y se desnuda, cubriéndose con una toalla. Entonces recién ahí va a abrir la puerta, encontrándose con la figura de Hinata Shoyo y también con la de Bokuto Kotaro.
—¿¡Qué haces bañándote a las tres de la mañana!? —chilla el pelinaranja.
—No podía dormir y como estaba aburrido, decidí hacerlo.
Se encogió de hombros con tanta naturalidad que se dio miedo a sí mismo por mentir. Sus amigos parecen creérselo.
—¿Nos dejas pasar?
—Ah, sí, seguro. Lo lamento —Se hace a un lado—. ¿Qué hacen aquí, de todos modos?
—Kageyama se fue hace dos horas y me siento triste.
Hinata entra.
—¡Y yo estaba aburrido!
Bokuto lo sigue.
Atsumu cierra la puerta y los mira.
—Me voy a cambiar. ¿Se quedan aquí o me acompañan?
—¡Al cuarto de Tsum-Tsum!
Bokuto exclama caminando por el pasillo.
—Yo guardo el helado y el licor y voy.
Atsumu asiente y se dirige por donde se fue Bokuto, abriendo la puerta de su cuarto y encontrándose con el hombre tirado en su cama. Sin vergüenza alguna se despoja de su toalla, quedando solo en bóxer.
—¡Te está creciendo la panza!
Atsumu lo mira y asiente, indiferente.
—¡Qué tierno! —Bokuto lo mira con sus ojos brillando—. ¡Un bebé buhito está formándose ahí!
—Yo preferiría decir que un zorro —Hinata dice entrando al cuarto.
—Eso también tiene sentido, ¡pero será un búho como su tío! —exclama y Atsumu no puede evitar reír, abriendo su armario—. ¿Ya sabes si es una niña o un niño, Tsum?
—No. El doctor me dijo que eso es recién a los cuatro meses.
Bokuto chasquea la lengua.
—Mucho tiempo. Te lo digo antes, es un varón.
—¿Tú crees?
Atsumu lo mira de reojo mientras busca una camiseta.
—Síp.
—Yo digo que es una niña —Hinata se tira en la cama—. Y será la consentida de sus tíos —sonríe.
—¡Te equivocas! Será niño y mí consentido.
—Nop. ¡¿Qué piensa el padre!?
Atsumu termina de ponerse la remera más cómoda que encuentra y los mira.
—Para mí también es un niño.
Hinata lo mira indignado y no puede evitar reír, sentándose junto a ellos.
—¡Estás equivocado!
—No puedes pelearme. Soy el padre del bebé, sé lo que digo —se encoge de hombros con una sonrisa forzada.
Hinata bufa y deja que su espalda choque contra el colchón. Bokuto se le queda viendo unos segundos pensativo y después mira a Atsumu.
—¿Y qué dice el otro padre?
Atsumu no quería llegar a ese tema. Había imaginado que la inocencia del hombre terminaría siendo culpable de la pregunta, pero por un momento deseó no escucharse a sí mismo. Ante la mirada de sus amigos se sintió mal. El mal sabor sintiéndose en su boca y las lágrimas ya comenzando a acumularse en sus ojos.
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The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu
Fanfiction-Omi, espera. -¿Justo ahora? -Tengo... no, necesito decirte algo... -¿Qué pasa? -Estoy esperando un bebé. Silencio. Puro silencio. -¿De? -Ti. Vóley, dinero, sexo. Es lo único importante en la vida de Atsumu y Kiyoomi. Hasta que a las cuatro de la ma...