Capítulo 6

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—Buenos días...

La alarma suena tarde. El primero en abrir los ojos es Kiyoomi, aunque no pasa mucho para que Atsumu haga lo mismo. Se quedan viendo unos segundos intentando recordar por qué están juntos y al hacerlo, se estiran en su lugar. El brazo de Sakusa nunca sale de encima de él.

Atsumu piensa que Kiyoomi se ve bien siempre, pero más cuando recién despierta. El imbécil luce como un modelo: mirada rasgada, cabello hecho un desastre y cuerpo bien tonificado. Parece un príncipe así.

—¿Qué me miras? —pregunta, a la defensiva.

Solo muerde su labio inferior y toma su mentón, alzándolo y robándole un beso que se tarda en corresponder. Kiyoomi reacciona cuando sus labios ya están separados. Hace una mueca.

—No te has lavado los dientes.

—¿Te importa? —pregunta alzando una ceja—. Me has besado teniendo tu semen en mi boca y te quejas de que no me haya lavado los dientes.

—Vulgar —murmura, desviando la mirada.

Le roba una risa a Atsumu y este vuelve a besarlo, dejando que Omi corresponda casi desesperándose.  Es un contacto duro, no hay cariño de por medio, simplemente es un beso que demuestra que estar dos semanas el uno sin el otro no es bueno.

Kiyoomi se levanta un poco, haciendo que Atsumu termine dejando caer su espalda contra el colchón y continúen besándose. No pasa mucho como para que Sakusa se suba encima de él, acomodándose lo suficiente como para acorralar al mayor.

Los labios de Kiyoomi besan sus mejillas y descienden hasta su mandíbula, terminando de recorrer su cuello mientras Atsumu se siente abochornado, abrazándolo mientras suspira al sentir la humedad en su piel.

—Omi —susurra pero la mano del nombrado se mete debajo de su sudadera—. Omi, si lo haremos, usa protección porque no quiero otro bebé.

Lo escucha reír sobre su piel y alza la mirada, sonriéndole.

—Eso es técnicamente imposible... creo.

—A todo esto, ¿cómo terminamos así?

Kiyoomi se levanta, sacándose su camiseta.

—No lo sé. ¿Se habrá roto el preservativo? —se encoge de hombros, alzando la sudadera de Atsumu—. No recuerdo no haber usado protección dos semanas antes.

Omi parece pensarlo.

—Ni idea —termina diciendo.

—Entonces sigamos.

—Sí.

Entonces cuando vuelven a besarse, Atsumu se vuelve vergonzosamente sumiso. Un juego que tienen entre los dos, donde Kiyoomi manda y él obedece sin pensarlo.

Así que suspira cuando los labios del pelinegro besan su estómago y baja la mirada. El abdomen marcado que poco a poco comenzará a desaparecer, las pestañas del pelinegro revoloteando luciendo brillantes y sus labios dedicándose especialmente a esa zona.

No puede evitar acariciar su cabello, sintiendo que es un intermedio de lo sexual. El entretiempo cariñoso para el bebé.

—¿Te gusta mi estómago? —pregunta en un susurro.

Kiyoomi alza la mirada lentamente, robándole el aliento.

—Es un saludo al bebé.

Obviamente Kiyoomi llegó tarde a entrenar.

Y Atsumu se quedó en la casa, acostado y con el cuerpo adolorido. Sus muñecas arden al igual que sus tobillos y desde su cintura hacia abajo, tiene marcas y rasguñones.

Pero eso no es necesariamente importante.

Quedándose solo en su casa y después de darse una ducha, decidió mirarse enfrente del espejo. Bien, según lo que había leído en internet, faltaban dos meses para que recién se le comenzara a notar el vientre. Pensó que no podría faltar nueve al entrenamiento, porque se quedaría sin trabajo y sus amigos lo asesinaría por desaparecer sin explicación alguna.

Debía hablar con los directivos y el entrenador de los MSBY. Qué vergüenza.

—Omi-kuuun.

—¿Qué pasa?

La charla se dio cuando estaban caminando a una heladería. Atsumu estaba muriendo por querer comer helado de frutilla y Kiyoomi, cansado de sus súplicas, decidió ir junto a él a comprar.

—Estaba pensando en decirle al entrenador que estoy esperando un bebé.

—Bueno, al fin lo pensaste —respondió indiferente, observando bajo sus lentes de sol la persona que caminaba en dirección contraria a ellos—. Pensé que te ocultarías durante todo el embarazo.

—Lo iba a hacer pero los chicos me matarían si no les digo que estoy esperando un bebé de ti.

—Cállate.

Atsumu mira confundido a Kiyoomi, pero al momento de que este le hace una seña para que mire frente a él, puede comprender la situación.

—¡Atsumu, Sakusa!

Es un chico castaño, con ojos brillantes y emocionados. Les pide una foto y Atsumu nota que los graba, aunque prefiere no darle importancia.

Y qué tonto fue eso.

A penas llega a casa, la llamada entrante de su entrenador, Samson Foster, ilumina la pantalla de su teléfono.

—Las divisiones menores están entrenando, pero te quiero aquí en diez minutos, Atsumu Miya.

Y no entiende.

¿Será que lo despedirán?

—Omi, tenemos que ir donde los MSBY. El entrenador me llamó...

—¿Por qué? —preguntó con el ceño fruncido, guardando el helado en el refrigerador.

Atsumu se encoge de hombros.

Deciden hacerle caso. Atsumu no lo haría pero tiene a Omi a su lado, quien lo obliga a salir de casa para saber qué pasa. Y de mala gana se sube al auto, prendiendo la radio.

—Lo que generó controversia en todo el país ya que nadie nunca pensó que el titular terminaría esperando un hijo de su compañero de equipo...

—Oh, mira. Unos idiotas con nuestra misma historia.

Omi solo lo mira y sube el volumen.

—Si bien ninguno de los dos ha salido a decir nada, en el vídeo se escucha claramente que hablan de un bebé y como Atsumu Miya está esperando un hijo de Sakusa Kiyoomi.

—Mierda.

Es obvio que llegan rápidamente al entrenamiento de las divisiones menores de los MSBY. Hay cámaras y mucha gente esperando que ellos dos le expliquen el escándalo que está por empezar.

Por suerte no hay vergüenza, solo enojo.

Atsumu camina con el ceño fruncido, moviéndose entre los fotógrafos que solo saben acosarlos y empujarlos.

—¡Métanse en su vida, imbéciles!

Insulta molesto, entrando al tan ansiado gimnasio. Kiyoomi solo ignora a todos y entra después de él, observando que camina dando zancadas. Sí que está enojado.

Y está en su derecho. Atsumu quiere matar a la persona que publicó el vídeo.

—Y gracias a esto, no pienso sacarme fotos con nadie más. ¡Que se vayan a la mierda todos! —reniega, exclamando mientras caminan por el pasillo.

Kiyoomi solo suspira.

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora