Capítulo 22

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—Estoy cansado de vivir.

—Y de viajar —acota.

Atsumu asiente, mirando por la ventana.

El viaje ha empezado. La prefactura donde vive la madre del teñido queda lo suficientemente lejos como para que este se estrese estando tanto tiempo en el auto. Omi, a diferencia de él, está tranquilo, conduciendo en silencio y observando el camino. El hombre a su lado claro que no, se aburre fácilmente y le habla de todo.

—Esta es la primera vez que verás a mi madre, ¿verdad? —Omi asiente—. ¿Y cómo te sientes?

—¿Normal?

—¿Ni un poco nervioso porque conocerás a la abuela de tu hijo? —Atsumu lo mira confundido—. Yo estaría llorando si tuviera que conocer a tu madre.

—¿Por qué? —Omi frunce su ceño—. Soy igual a ella.

—Ah, mierda.

Atsumu ríe ante su mala mirada.

—Es broma, Omi-kun.

El camino se basa en eso: charlas triviales con bromas pesadas de Atsumu, las cuales enojan a Omi a propósito solo para molestarlo. Hablan del embarazo y de la infancia del teñido, recordando a la mujer que Kiyoomi, con el paso del tiempo, le da más miedo conocer.

Esto se siente como si fuera a pedir la mano de Atsumu. Así de nervioso está. La mujer lo intimida después de todo lo que le contó Atsumu y teme que esta no lo acepte, aunque no se lo dirá al teñido para preocuparlo.

Se entera que la relación de Hidori —la madre de Atsumu— con el hombre es decente, no la mejor pero lo suficiente estable como para desearse feliz navidad por teléfono. Atsumu dice que con Osamu se llevan mejor, principalmente porque este la escucha y le hace caso. No como él. Atsumu incluso dice que es una controladora.

Y él se quejaba de su madre, cielos...

Kiyoomi suspira cuando estaciona enfrente de la casa. Es de un típico vecindario, con sus típicas paredes, porche de madera y tejado, rejas blancas lo suficientemente altas como para que un perro pequeño salte y no pase.

Cuando se bajan del auto, la puerta no se tarda en abrir. Una mujer teñida de rubio sale por ella, es notablemente baja y tiene una sonrisa emocionada. Atsumu se nota incómodo, pero solamente sonríe forzado. Omi deduce que está igual o peor de nervioso que él.

—¡'Tsumu!

—Mamá...

Los ve abrazarse y él llega a la pequeña reunión tiempo después, ya que está bajando las maletas. Hidori se separa de Atsumu y rápidamente lo inspecciona con la mirada, Kiyoomi no quiere quejarse porque seguramente hacen eso todas las madres cada vez que sus hijos llevan a alguien a casa.

—Mamá, él es... Kiyoomi. Omi, ella es mi madre.

—Un gusto, Miya-san.

Atsumu hace una mueca.

—No soy Miya. Ese es el apellido de mi ex marido —Omi siente su rostro arder bajo el cubrebocas—. Soy Hidori, puedes llamarme así.

—Ah... está bien. Lo lamento, Hidori-san.

Atsumu no puede evitar reír.

—¿Vamos adentro?

Omi piensa que ya ha arruinado todo apenas llegó. Y como si fuera poco, ahí está Atsumu y su mano en su hombro para burlarse de él con su sonrisa arrogante. Omi quiere golpearlo pero hay muchos factores que le impiden hacerlo. Quiere borrarle esa estúpida sonrisa y pedirle ayuda porque ya se convirtió en una necesidad agradarle a Hidori.

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora