Capítulo 16

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Atsumu no pensó que la tan esperada conversación se daría a las cuatro de la mañana, con él sentado al lado del retrete y Kiyoomi a su lado, con la mirada perdida en la pared.

Se ha despertado y ha corrido de un envión al baño, asustando completamente al pelinegro. Omi se quedó afuera mientras este vomitaba y recién entró cuando Atsumu limpió (desinfectó) todo, obligándolo a sentarse a su lado hasta que las náuseas se fueran.

Casi dos meses de embarazo pero él sigue sin acostumbrarse a los viejos y nuevos síntomas. Por suerte mañana tiene cita con el médico para que lo ayude a sacarse las dudas.

—¿Por qué tienes miedo, Omi-kun? —pregunta en un susurro, observando también la pared.

—No lo sé... —murmura adormilado—. No quiero fallarte a ti ni al bebé.

—No lo harás. Estás mejorando.

—¿No tienes miedo de que recaiga?

Atsumu niega.

—Es complicada tu situación, pero eres fuerte y saldrás adelante.

—Sí...

—¿Tienes miedo de ser un mal padre?

—También. Simplemente no quiero ser como mi papá —Atsumu lo mira confundido—. Él nunca fue cariñoso, ni siquiera parecía mi padre. Recién ahora actúa como uno, pero ¿de qué sirve?

—Oye —toma su mano, dándole un apretón. Kiyoomi no lo mira—. No serás un mal padre ni tampoco serás como él. Ustedes son distintos.

—¿En qué? —murmura, desganado.

—En que tú podrás salir de tus adicciones y seguirás adelante. Él todavía es un borracho, ¿o no? —Omi asiente—. ¿Y sigue siendo un mal padre? —Vuelve a asentir—. Tú no serás nada de eso, Omi-kun.

Sabía algo, vagamente, del hombre que creía haber criado a Kiyoomi. Su padre no era el mejor de todos; vivía para el trabajo y el alcohol, el cual usaba para resguardarse cuando no soportaba a su familia o simples problemas de su vida. También sabe que la relación con Sakusa no es la mejor; el hombre hace lo que puede para cambiar, pero el padre de su hijo piensa que es inútil que lo haga ahora. La familia de Omi, en resúmen, es problemática.

—Solo comparten apellido, Omi. Piénsalo así.

A la mañana siguiente, Atsumu se despierta con Kiyoomi durmiendo casi sobre su abdomen, con una mano sobre este. Sabe que no ha podido dormir bien, estaba siendo perseguido por el pensamiento de ser cómo su padre y no ha conciliado el sueño hasta que ha dejado de hablar con su bebé. Le susurró, a altas horas de la madrugada, con Atsumu pretendiendo estar dormido, que le juraba no ser como su padre y que estaría para él en todo momento, que no sería un idiota nunca más y que, otra vez, estaba mejorando respecto a su adicción al alcohol.

Ahora mismo se encuentran en la sala de espera de la clínica privada. Los dos tienen cubrebocas porque si no Omi morirá de los nervios, así que Atsumu decidió hacerle ese pequeño favor para no ponerlo más ansioso de lo que estaba.

Cuando la puerta del consultorio se abre, Kashima mira confundido a Atsumu.

—¿Y los otros dos?

—Esta vez vino el verdadero padre —dice señalando al hombre a su lado.

—Oh, así que tú eres el que Bokuto y Hinata han insultado —Kashima sonríe, estrechando su mano a un confundido Kiyoomi.

Atsumu le susurra que más tarde le explica.

Entrar al consultorio es tan horrible como cualquier vez. Omi se sienta en la silla al lado de la de Atsumu y mira a Kashima, quien espera por preguntas que nunca llegan porque Kiyoomi, a diferencia de Bokuto y Hinata, ha leído sobre el tema en sus noches de insomnio.

—Bien, te explicaré qué sucede en el segundo mes —dice el hombre y Atsumu asiente—. Todos los síntomas anteriores; dolores de cabeza, náuseas, vómitos, cansancio, etcétera, se seguirán manteniendo.

El teñido hace una mueca.

—Qué tedioso.

—Lo sé —Kashima sonríe apenado—. Respecto a tu cuerpo, tus pezones se hincharán un poco. A diferencia de las mujeres, tus glándulas mamarias son más pequeñas y poco notables, asi que se verá como si hubieras hecho mucho ejercicio. Sentirás tus pechos más sensibles, hinchados y pesados.

Omi mira de reojo a Atsumu, quien parece sufrir en silencio.

—Tus muslos se hincharán ligeramente. Como sabés, tu útero está expandiéndose para darle espacio suficiente al bebé, lo que hará que suceda esto y tu abdomen se ensanche, afectando un poco las caderas. Va a ser un cambio muy poco notable, básicamente tienes que ver de cerca para notarlo.

Omi anotó, en su cabeza, revisar el cuerpo de Atsumu cada semana para ver si Kashima tiene razón.

—Puedes llegar a sentir molestias cuando suceda todo esto, también pinchazos o como si tu piel estuviera separándose. Es normal, pero si el dolor es muy fuerte, vienes a verme. ¿Si?

—Está bien...

—Genial. Vamos con la ecografía así te sigo explicando.

Se dirigen a la otra sala charlando de los síntomas que ha tenido Atsumu. Kashima, por suerte, le dice que todo es normal y le recomienda algunas cosas para que estos disminuyan, especialmente los vómitos y náuseas. También cremas para las estrías y celulitis.

Omi, sorpresivamente, se siente incómodo. Escucha la conversación en silencio, anotando todos los consejos mentalmente por si Atsumu los necesita en algún momento.

—Bien, aquí está tu bebé.

La máquina y el líquido comienza a funcionar otra vez. Omi rápidamente observa el monitor, encontrándose con las manchas negras. A diferencia de Bokuto y Hinata, siente sus ojos cristalizarse de manera repentina. ¿Así que ahí está el pequeño Miya desarrollándose?

—Está completamente bien. Este mes comienza a desarrollarse todo en él, especialmente el corazón, los párpados, los labios, nariz, orejas, manos, pies y dedos —Kashima explica rápidamente, pasando el aparato por el abdomen de Atsumu mientras mira el monitor—. Su aparato digestivo también comienza a formarse.

Omi ya no los escucha, se ha quedado observando al bebé. Es tan pequeño... No puede esperar a poder abrazarlo. Siente un cariño inmenso hacia... la mancha gris de la pantalla.

—Se desarrolla el aparato urinario y genital, aunque los genitales externos todavía no se han diferenciado, por lo que no se puede determinar el sexo todavía —Kashima explica—. ¿Ves la forma del bebé?

—Sí. ¿Tú, Omi?

—Sí, sí.

Atsumu se le queda viendo con una sonrisa enternecida y toma su mano, dándole un apretón. Kiyoomi se asusta y lo mira con sus ojos abiertos, demostrando que están cristalizados. Lo besaría ahora mismo si no fuera por los cubre bocas.

Por suerte no tiene que esperar mucho para hacerlo. Cuando salen del hospital, Omi lo besa adentro del auto. Luce tan emocionado que incluso ríe entre lágrimas.

—Eso fue muy hermoso... ¡G-gracias!

—¿Por qué?

Pregunta Atsumu con las manos del pelinegro acunando su rostro. No puede evitar reír ante la dulzura del hombre.

—Por todo esto, Atsumu. ¡Gracias!

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora