Capítulo 26

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Otra situación también se da en la madrugada, cuando Atsumu despierta para tomar agua y Kiyoomi vuelve a ser cariñoso como la noche anterior.

Esta vez, Atsumu le sigue la corriente, sin rastros de sueño porque hace tiempo no han tenido sexo. Así que corresponde su beso, sospechando que Omi esta vez no busca inicios sexuales, solamente besarlo. Como él sí lo hace, toma su mano y la mete por debajo de su camiseta, guiándola hasta sus pechos. Ahí es cuando Kiyoomi entiende todo y acaricia su pezón, robándole un jadeo y un escalofrío al hombre.

Al principio pensó que no tenía sexo con Omi porque su cuerpo estaba cambiando y quizá no le gustaba, pero todo pensamiento se desvanece cuando los dedos del pelinegro comienzan a trazar todo de él, acariciando su cuerpo con delicadeza. Ama esto, le hace sentir bien.

El calor se siente en la habitación pero tampoco se disminuye cuando ya están desnudos. Atsumu suspira al lado de Omi, sintiendo sus labios besar su cuello, bajando por sus clavículas, llegando hasta sus hombros y regresando a su pecho. Gime chillón cuando siente sus labios sobre uno de sus pezones, tirando de su cabello. Últimamente esa zona es demasiado sensible para él, así que siente todo mucho más de lo que nunca sintió.

—¿Cómo hacemos con la posición? —pregunta Kiyoomi luego de un rato de besos y caricias—. No quiero aplastar al bebé.

—Déjame montarte —murmuró sonriendo ante el sonrojo en el rostro de Omi—. Leí que es una buena posición durante el embarazo.

—Así que te has informado.

—Cállate.

Cuando logra sentarse encima de Omi, suelta un suspiro, tomándose su tiempo para procesar que va a montarlo con una barriga que pesa. No debe ser tan difícil; los artículos que leyó en internet (y los consejos que le pidió a Kashima) dicen que será un tipo de placer único, pero se pone nervioso de igual forma.

—Mierda —Mira a Omi cuando lo escucha insultar—. No tenemos preservativos.

Atsumu se encoge de hombros.

—¿Y?

—¿En serio me preguntas eso? —Lo mira con una ceja alzada.

Atsumu acaricia su pecho.

—Kashima me dijo que mientras tú y yo seamos estables el uno con el otro y tengamos los exámenes médicos al día, podemos tener relaciones, no siempre, obviamente, sin protección —explica rápidamente, ganándose una mirada confundida de Omi.

—¿También hablaste con Kashima de esto?

—Pues sí, si no no estaríamos aquí —sonríe y Omi arde en vergüenza—. De todos modos, no nos hará mal hacerlo una vez sin protección. No es como si pudiera embarazarme durante esto.

—Está bien... ¿pero estás seguro?

—Sí. ¿Tú?

Omi asiente.

—Bien, préstame tus dedos también.

Lame los dedos del pelinegro sin pudor, abriendo sus ojos y dándose cuenta que Omi no lo mira debido a la vergüenza. En un punto llega a causarle ternura el bochorno que siente después de quien sabe cuántas veces han tenido sexo. Estira su mano y toma su mentón, obligándolo a mirarlo.

Los ojos de Omi brillan y su rostro luce igual de sudoroso que el de él. Acaricia su rostro mientras sonríe con sus dedos entre su boca, separándolos con su lengua y succionando como si de otra cosa se tratara.

—No dejes de mirarme —susurra cuando los saca de su boca—. Me gusta tener tus ojos en mí...

Omi le hace caso, sintiendo su mano ser guiada por Atsumu hasta su entrada. Aprieta sus labios cuando cae en cuenta que el teñido primero montará sus dedos y luego a él. Está tan avergonzado por este momento que en serio no quiere mirar, pero debe hacer caso y gracias a Dios que lo hace, porque cuando siente sus dedos ser acorralados por la entrada de Atsumu, siente que está entrando al cielo.

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora