Capítulo 13

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—Bien, mientras te cambiabas hablé con mi médico y me recomendó un psicólogo, así que iremos a hablar con él.

Kiyoomi asintió en el asiento de copiloto. Hinata conducía con unos lentes de sol puestos, aún con su mal humor presente. El pelinegro realmente no sabía qué decir, aunque no se notaba mucho su ansiedad por hablar debido al cubre bocas.

El pelinaranja se estaciona enfrente de la clínica privada de Tokio y Kiyoomi se siente realmente nervioso, sus manos tiemblan de saber que, por segunda vez en un mes, su vida volverá a cambiar. Sus problemas serán tratados y le da miedo, pero pensar en él arreglándose con Atsumu y consiguiendo estar en la vida del bebé, le reconforta un poco.

—Oye.

Cuando baja la mirada, la mano de Hinata, que es mucho más pequeña que la suya, está sobre la de él. Lo mirá sorprendido, sintiendo su vista nublarse.

—No tengas miedo. Estamos juntos en esto, ¿bien?

Entrar a la clínica se siente diferente. El olor a desinfectante ahoga sus fosas nasales pero sigue a Hinata, quien camina tranquilo frente a él. Terminan llegando a un pasillo con cuatro puertas de números seguidos. Hinata se sienta y el pelinegro se acomoda a su lado, ansioso.

—El terapeuta que nos va a atender es el que está en la sala catorce B —señaló la puerta frente a ellos.

—Está bien... —murmuró.

Tienen que esperar algo de tiempo, Sakusa no es consciente de la hora exactamente. Solo sabe que después de una espera que parece ser larga —Aunque quizá solo fueron cinco minutos pero su ansiedad actualmente está en el techo—, la puerta se abre y un hombre castaño de camisa blanca, pantalones formales y zapatos marrones, sale con un fichero en manos.

—¿Sakusa?

El pelinegros se levanta de un envión, pero se sorprende cuando Hinata no lo hace, tanto que mira confundido al de brazos cruzados.

—No puedo entrar. Las sesiones son privadas —responde simple—. Pero estaré aquí, Omi-san, no te preocupes.

El consultorio del doctor es algo grande, quizá es así debido a que atiende pacientes con problemas ansiosos y no les gusta estar en lugares tan pequeños. O quizá porque justo le tocó ese cuarto, Kiyoomi piensa de todo debido a los nervios. No puede evitar fijarse en las cosas a su alrededor: El escritorio del terapeuta, plantas altar y con hojas grandes, una ventana con una persiana a medio cerrar y el aire acondicionado prendido.

—Puedes tomar asiento ahí.

Ah sí, el sofá. Es de un tono marrón claro y parece que sus cojines son duros, no lo sabe hasta que se sienta realmente incómodo. El hombre toma asiento en el sofá de enfrente —sorprendiéndolo porque pensó que iría al escritorio— y lo mira.

—Bien, primero me presentaré porque parece ser que eres un poco tímido. Soy Taeda Yamamoto, aunque me puedes llamar por mi nombre —Su mirada analiza la figura recta de Kiyoomi—. Seré tu terapeuta hasta que tu proceso termine. No sé bien por qué estás aquí, ¿quisieras decirme tu principal problema?

—Creo que soy... alcohólico.

—Bien, por lo menos puedes decirlo. Eso es realmente bueno. ¿Por qué lo crees?

Kiyoomi no quiere decirlo. Rasca su nuca y mira hacia todos lados, buscando una manera de escaparse. Taeda solo niega.

—Si estás nervioso, es normal. Estas sesiones son privadas, nadie más que tú y yo escuchamos lo que decimos, así que puedes confiar en mí.

—Está bien.

—En vez de hablar de tu inquietud en sí, mejor hablemos de otra cosa. No sé nada sobre ti, ¿qué me podrías decir?

The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora